Hay una escena recurrente en cierta serie televisiva, muy vieja ella, pero de esas clásicas que nunca se olvidan (llamada en español Los tres chiflados), en la que aparecen sus protagonistas: Curly, Larry y Moe, entrando y saliendo (en cámara rápida), por varias puertas de un pasillo, y, en ocasiones, tropezando y topándose sus cabezas, resultando todo ese relajo en una situación demasiada chistosa que, misteriosamente, aun cuando la veamos una y otra vez después de tantos años, nos sigue produciendo las mismas carcajadas.

Bueno, hoy día nuestros Tres Chiflados criollitos: Diosdado, Jorge y Nicolás, están empeñados en deleitarnos con sus bufonas movidas y pifias que, a no ser por la situación calamitosa que sigue viviendo Venezuela, resultarían tanto o más hilarantes que la de aquellos bien recordados actores cómicos de la Columbia Pictures Corporation.

Lo cierto es que estos Tres Chiflados de un régimen que perdió la iniciativa política desde hace mucho tiempo muestran a cada paso que dan el verdadero rostro de un estamento descolocado y perdido en la improvisación. La dupla María Corina Machado-Edmundo González Urrutia ha estado sin duda alguna marcando la agenda política de esta coyuntura, obligando a las principales figuras del régimen a simplemente reaccionar ante la inteligente estrategia opositora y el aluvión de un pueblo que se les viene encima, y que izará las banderas de la libertad a partir del 28 de julio.

El régimen tiene sus días contados y todos los personeros del círculo íntimo de Nicolás bien que lo saben. Por supuesto que el papel que les toca jugar ante tanta presión es el de ladrar como perros para sacarse de encima el terror que los carcome. Su tarea es tan simple como seguir en el empeño de crear incertidumbre y angustia en la población con medidas y anuncios desesperados que han perdido, todos, su eficacia de antaño. La mala noticia es que ya nadie les teme ni les cree.

Una vez se consagre la victoria de las fuerzas democráticas el 28 de julio, el efecto dominó que hoy se está produciendo, seguirá su curso demoledor. El ánimo y consenso nacional para salir, efectivamente, y de una vez por todas de este régimen oprobioso, seguirá expandiéndose como peste sin antídoto. Las instituciones ilegítimas secuestradas por la autocracia chavista-madurista (Asamblea Nacional, Corte Suprema de Justicia, Fiscalía, Procuraduría, la Fuerza Armada Nacional y hasta los rojos alcaldes y gobernadores de turno) tendrán que ceder ante el clamor de un país mayoritario, aun cuando resten meses para la eventual toma de posesión de enero de 2025. Nadie puede descartar que los tiempos se adelanten.

Por supuesto que todo esto vendrá acompañado de serias y necesarias negociaciones. Bien junto, pues. Negociaciones que algunos por ahí están seguros de que ya tienen lugar hoy día bajo formatos y trastiendas por todos desconocidos. Y debe de ser así, si a los del gobierno de facto les queda todavía una pizca de sentido común; no vaya a ser que, mientras más esperen, su posición de relativa fuerza desde la cual puedan negociar se venga a menos irremediablemente y tengan que pagar costos mayores.

Ya en Miraflores saben que ese pueblo que un lamentable día los favoreció ahora está aborreciéndolos; y deben aprovechar que del lado de las fuerzas democráticas sí existe gente decente y de palabra como Edmundo y María Corina, quienes han manifestado, inequívocamente, su disposición de llegar a concertar los acuerdos necesarios que garanticen un traspaso del poder en paz. A fin de cuentas, eso es lo que todo ciudadano venezolano está aspirando.

Y, sí, claro que hay que considerar el factor externo. No hay duda de que desde los centros de poder que animan y apoyan al régimen (Teherán, Moscú, Beijing y La Habana, cada uno desde sus propios intereses y visión geopolítica anti-Occidente) provienen cargas importantes de presión que de alguna manera conspiran contra la consecución de eventuales acuerdos para la continuada fase de transición.

Sin embargo, es posible que en las salas situacionales de esos gobiernos ya estén sacando sus propias conclusiones acerca del fenómeno que está ocurriendo en Venezuela; sólo basta echar un vistazo a los encendidos y emotivos recorridos de MCM por toda la geografía nacional, promocionando la candidatura de EGU.

La oposición venezolana, con todo y los obstáculos que a diario impone un régimen totalmente descompuesto y descolocado, se encuentra en un momento tan estelar (algo que, es tan reconfortante repetir, se siente en cada rincón de la Venezuela profunda), que no existe fuerza externa alguna que pueda contribuir a revertir el momento histórico que hoy se vive en esta tierra de gracia.

A los Tres Chiflados y demás bufones de la corte chavista-madurista, ¡mucho cuidado con darle una patada a la mesa!, porque el país sabrá responder con esa fuerza que hoy se muestra imbatible e indetenible.

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