“A lo largo de mi vida, la mera insistencia sobre la verdad me ha enseñado a comprender la belleza de la tolerancia”. Mahatma Gandhi
“Sólo podrá haber paz en un mundo en que cada uno sepa que él posee sólo una parte de la verdad y su adversario otra parte”. Jean Daniélou
La complejidad de la naturaleza humana trae a mi memoria el símil de la Luna: una cara luminosa y una cara oscura. Grave error el entender nuestra naturaleza con una visión optimista. Abrigamos virtudes pero nos acosan los pecados. Junto a la bondad convive la maldad, junto al amor el odio, la generosidad enfrenta la codicia, el bien es acechado por la tentación del mal. En la política, donde el demoníaco poder tanto nos tienta, se revela la intensidad de los peligros del mal, pues en su seno se refleja, sea la grandeza del estadista, sea la miseria de la personalidad malvada y arbitraria.
La robustez de las instituciones humanas desempeña un papel crucial en la morigeración de las pasiones negativas de la naturaleza humana, pues su solidez canaliza su ímpetu y las orienta por senderos donde las tradiciones, las reglas compartidas y el imperio de la ley dificultan las desviaciones. Ello en democracia es crucial, tanto la observemos desde la perspectiva como método de gobierno, como de las virtudes que debe abrigar el ser humano como actor de la práctica democrática. Lo cierto es que nuestras instituciones se encuentran destrozadas, por lo que resulta imperativo recurrir al liderazgo y los bemoles de la naturaleza humana de cada quien.
Con esta anticipada digresión entro en el meollo de este escrito, que no es otro que acercarme con mi particular visión a la personalidad política de María Corina Machado tal como se manifiesta en la práctica de su liderazgo en el difícil panorama de la situación política de la Venezuela actual y sus perspectivas de restablecer, por supuesto que acorde a la realidad de hoy, un régimen de libertades de naturaleza republicana y democrática.
No insistiré aquí en las virtudes de MCM, como lo he señalado en otra oportunidad, y que entre otras son: su inteligencia, su valentía y coraje, su amor al país, la constancia y perseverancia en las ideas en que cree y las convicciones que la sostienen, sino en aspectos negativos (prefiero no tildarlos de pecados, pues no soy confesor) que se reflejan en su discurso, y que no contribuyen sino por el contrario, perjudican el esfuerzo necesariamente colectivo que necesitamos para derrotar electoralmente a la dictadura. Estos aspectos negativos de su liderazgo son: a) el orgullo, definido por el diccionario como el exceso de estimación propia o sentimiento que hace que una persona se considere superior a los demás; b) la obstinación en el mantenimiento de sus ideas; c) la intransigencia con sus posiciones, lo que le dificulta ser tolerante con los demás; y d) el pensar según sus deseos, lo cual torna dogmáticas sus posiciones políticas. Dado el carácter avasallante de su liderazgo sobre sus seguidores más comprometidos, estos graves defectos se reproducen para mal en la dirigencia de su partido Vente Venezuela.
Tiene una bonita oportunidad MCM de convertirse en una exitosa competidora en la contienda electoral que se avecina. Lamentablemente para ella, y para pesadumbre de la oposición democrática en su conjunto, si no corrige a tiempo estos aspectos negativos de su liderazgo (que dependen exclusivamente de ella), tarea ardua pero no imposible, ello redundará en un pesado fardo que en nada ayuda al esfuerzo colectivo y unitario que debe regir no solo los comicios del 2024, sino el difícil trabajo de un hipotético gobierno de transición, una vez superada, como la mayoría deseamos, la oprobiosa dictadura que actualmente nos gobierna.
Como colofón de estas líneas recomiendo a MCM, una persona inteligente sin duda, la lectura de las páginas que Max Weber (en su libro El político y el científico) dedica a la ética de la convicción y a la ética de la responsabilidad, pues estoy seguro de que llegará a la conclusión de la inmensa responsabilidad que acarrea el tenor de sus actitudes para el futuro de nuestra anhelada democracia.