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La admonición de una dama

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En eósfora de la reciente celebración del Día de las Madres, mi corazón medita en la influencia y severidad de sus palabras. Su aliento, tan amado como temido, resulta ser un reflejo de la gracia o frustración que el alma alberga. Las madres tienen la enorme responsabilidad de abrir brecha para sus hijos, proclamar bendición y forjar la confianza y seguridad que se requiere para un correcto afrontamiento de dificultades, en cada etapa de la vida.

Estás mujeres, más allá de vientres fértiles propicios para el entretejimiento de las células y la preservación de los primeros latidos del corazón, son prístinas amigas, consejeras y policías que la vida otorga. Sus labios aguzados son proclives al error propio de la inexperiencia, pero donde hay amor se enderezan todos los caminos. El drama que acompaña sus enseñanzas a temprana edad es razón de obstinación para sus hijos, empero a medida que la vida les enseña resultan valiosos recuerdos llenos de apresto y risas.

Cuando estás nobles damas formadas entre dolores, sacrificios y retos avanzan en edad, se convierten en fuentes de consejos o amarguras. En el primer caso, calladas y amorosas se presentan con llaves dulces a los corazones, solo para recomendar algo que mejore la vida. Tristemente, en muchas oportunidades, sus palabras se menosprecian o rechazan hasta que la experiencia propia de cada individuo las valida. Madres, tías y abuelas pacificadoras, pacientes que vaticinan para sus familias y se inquietan por el devenir de quienes caminan con desatino.

Hoy, embarga mi corazón el honrar la función correctiva de una madre, sea porque gestó en su vientre natural o lo hizo en un vientre espiritual, para luego brindar acompañamiento. Esa admonición es como campana en las mentes y corazones que les han sido asignados para influenciar, y por los cuales sin duda se le pedirán cuentas un día. Palabras que dirijan, exhorten, adviertan y afirmen son frutos correctos de la depuración de labios que se tenga.

Si las circunstancias te llevaron a ser una madre joven o madura, procura purificarte de labios y comprender tu misión, ya que vidas y corazones te fueron asignados, acotados en un tiempo. La naturaleza de dicha conexión no será quitada, pero sí será pesada. Entonces, que no seamos halladas faltas por ausencia de sustancia, amor o purificación. Al contrario, sean los corazones entendidos, las mentes sujetas al amor y los labios aguzados solo para edificar y forjar caminos de bendición. Un día, más temprano que tarde, los tiempos de oportunidad se acortan y para entonces, el corazón será rico en sabiduría y estarás lista para partir.

Honro la gracia que tuve por tan solo veintidós años de ser acompañada por una dama, la cual me enseñó donde estaba la fuente de vida, declaró un destino de bendición para mí y transitó en la línea de lo eterno. Su voz inaudible aún resuena en mi cabeza con frases icónicas y recuerdos gratos, ella fue mi madre.

@alelinssey20

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