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Ilusión Vinotinto

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De las diez asociaciones que integran la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) solo la venezolana no sabe lo que es participar en la fase final de la Copa Mundial de Fútbol, trofeo que se ha quedado por estos lados en 10 de sus 22 ediciones, gracias a Brasil, Argentina y Uruguay, en ese orden. Pero el próximo Mundial de 2026, por primera vez con sede en 3 países: Estados Unidos, México y Canadá; y también por primera vez con 48 selecciones, un brusco incremento de 50% en el número de competidores, avivó la esperanza nacional de ver por fin a la Vinotinto en el gran espectáculo universal. Ahora o nunca, era la consigna inicial.

Seis de las diez selecciones sudamericanas clasificarán de forma directa y la séptima irá a una fase de repechaje. El combinado nacional ocupa ahora mismo, cuando restan cuatro juegos, esa  posición que significaría un éxito nunca alcanzado, aunque no una garantía de estar presente en el próximo Mundial.  Si la Vinotinto avanza, como se desea, tendrá que buscar uno de los dos cupos disponibles por los que aspirarán otras cinco selecciones. Nada fácil, pero hay que ir pasito a pasito.

La victoria sobre Perú, el martes, movió a Venezuela a esa posición esperanzadora y la sacó de una seguidilla de malos resultados que hacían presagiar, otra vez, la eliminación. El próximo rival a recibir será Bolivia en el mes de junio. La selección boliviana tiene tan solo un punto menos que la Vinotinto, por lo que se espera un partido intenso, muy disputado, que pudiera ser decisivo. El ánimo está por las nubes. “Lucharemos hasta el final”, dijo Fernando Batista, el timonel de la selección venezolana.

La gran meta deportiva por cumplir es ir a un Mundial de Fútbol, tanto o más que ganar el Clásico Mundial de Beisbol, cuya sexta edición se celebrará en marzo del próximo año. En las cinco anteriores la suerte le ha sido también esquiva a los venezolanos, a pesar del reconocido talento peloteril del país. 

En fútbol, es la verdad, siempre se ha llegado tarde. Venezuela fue la última de las diez selecciones sudamericanas que se incorporó a las eliminatorias mundialistas, en 1966. Por un largo trecho de ese recorrido la gestión federativa fue deficiente y los jugadores nacionales de calidad escasos, como consecuencia de un torneo profesional de miras cortas y limitada presencia de talento emergente. Hoy, a pesar de las circunstancias del país, abundan jugadores contrastados en ligas de nivel competitivo, que pueden hacer frente a selecciones como Brasil y Argentina a las cuales se les ha empatado de visitante en un caso y de local en otro durante esta eliminatoria.

Aunque la dirección del fútbol venezolano está teñida por la penetración oficialista, incluso en instituciones deportivas, la identificación popular con la Vinotinto es innegable, y comenzó a crecer hace años, con sus altibajos, cuando se le dio reconocimiento al jugador local y se mejoró la organización e infraestructura   de la selección. La calidad de los hombres de la Vinotinto, su entrega y deseo, merecen una recompensa. También los millones de futboleros en el país que por décadas han soñado con gritar gol en un Mundial.

 

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