OPINIÓN

Hormigas rojas  

por Eugenio Fouz Eugenio Fouz

I feel…isolated.  Different[1] (Paul Weitz)

Veo un pequeño punto rojo. Sigo mirando ese punto y empiezo a creer que no se trata de un caso aislado. Se me va la cabeza y me echo hacia atrás unos milímetros. Aunque no quiero. Sin apenas fuerza en el cuerpo se me cierran los ojos. Me resisto a ceder y los abro de repente por temor a caer. Veo más puntos. No creo que sean puntos, sino círculos de color rojo o quizás sean hormigas rojas. No sé.

Me encuentro perdido en un bosque de bolitas enanas. El tono rojo muta a colorado, fucsia, casi anaranjado. Vuelvo a volar. Mi cabeza va y viene de delante hacia atrás. El ojito derecho entreabierto cede el privilegio de ser el primero a su hermanito gemelo. Este observa desde una posición alejada-vigilante siniestro- algo semejante a un arroyo fino y negro. Sigue escrutando este paisaje mi ojito y se atreve a contemplar la línea más próxima que parece ser una frontera natural.

Detrás de ese gran río se adivina otro país rico y amplio de intenso rojo. No puede ser embalse, no puede ser lago ¿Será acaso el mar? Imposible. Ningún mapa geográfico ha captado un mar igual a este mar, dividido en dos mares. ¡Ah, mi cabeza! Se me va. Y suben y bajan los párpados de mis ojitos como dos abanicos locos. Me retiro hacia atrás. Estoy a punto de rendirme, vuelvo la vista hacia las montañas, las dos lunas azules, las cejas y la melena rubia de una mujer pensativa con la mirada puesta en el reloj antiguo que me da la espalda.

[1]Me siento aislado… Diferente” (personaje Z de la película Hormigaz, 1998)