OPINIÓN

Historia, presente y perspectiva de la venta de gas boliviano a Brasil

por Boris Santos Gómez Úzqueda Boris Santos Gómez Úzqueda

Desde los setenta se negoció el GSA entre gobiernos de Brasil y Bolivia, cuando el Estado era amo-y-señor de la industria energética. Hoy son los capitales privados los que dominan la industria en el mundo.

Antes el gas se “venteaba” o quemaba. Con el GSA se empezó a utilizar como commodity.

El 11 de julio de 2019 se cumplieron 20 años del GSA contrato de exportación de gas natural de Bolivia a Brasil.

La política del triángulo energético modeló este esquema de venta de gas: con nueva ley de hidrocarburos, construcción del gasoducto y capitalización social.

Se hace notar que en estas últimas tres gestiones de gobierno no se deliberó ni aprobó una nueva ley de hidrocarburos, ni una nueva ley de electricidad, ambos instrumentos vienen de 2005 y 1996, respectivamente, de manera que el approach de Bolivia a la industria energética está totalmente fuera de lugar: sigue habiendo pensamiento estatista.

Se exportaron 7 millones de millones de pies cúbicos (7,0 trillon cubic feet TCF) (Fuente: ex ministro de Hidrocarburos, Carlos Miranda). Obra civil: gasoducto longitud de 3.150 km: 557 Bolivia y 2.593 Brasil. Modalidad del contrato: se empezó con suministro de 24MMm3/ (millón de metro cúbico diario) con tope de 30MMm3/d. Actualmente se sigue suministrando gas boliviano sin tener un marco legal dado su vencimiento.

Ingreso para el Estado boliviano: facturación anual entre 2.000 a 3.000 millones USD. Estímulo del mercado brasilero: de consumir 1,5MMm3/d a consumir hoy 70MMm3/d (30 de los cuales aporta Bolivia) (Fuente: Petrobras)

Riesgo de falta de reservas: Bolivia no descubrió nuevas reservas porque no hubo inversión privada significativa y porque el Estado no tiene la capacidad financiera para proyectos de esta envergadura. No se repusieron, consecuentemente, los 7 TCF exportados.

Bolivia necesitaría 7.000 millones USD/año para exploración, únicamente. (Fuente ex secretario de Energía, José Padilla).

Brasil tiene fuentes de gas que lo hacen más independiente del gas boliviano: gas en su reservorio pre-sal y además importación de gas vía LNG.

De todas formas la economía brasilera es grande y va a seguir requiriendo volúmenes de gas boliviano, pero en otro tipo de marcos legales y en otro tipo de precios dado que los actores principales en las nuevas negociaciones no será el Estado brasilero con el Estado boliviano, serán compañías privadas brasileras con el Estado boliviano (YPFB).

El Consejo Administrativo de Defensa Económica de Brasil decidió vender patrimonio y ordenar a Petrobras que venda sus acciones en el gasoducto Bolivia-Brasil: significa que el Estado brasileño deja el monopolio del gas en Brasil y son los privados los nuevos key-players.

En estos 20 años de contrato hubo ingresos calificados de “increíbles” de 53.000 millones de dólares para el Estado boliviano (Fuente: investigador Humberto Vacaflor).

Perspectiva: quizá, y es una suposición, el mercado privado brasileño requiera 10-12 mmm3d, pero en contrato flexible y con precios flexibles. El precio del gas fue siempre calculado sobre la base de a una canasta de fuels de manera que su precio está “atado” al precio del barril de petróleo WTI. La compañía rusa Acron, que tendrá una planta de úrea en la frontera Brasil con Bolivia, podría adquirir 2MMm3/d, por 20 años, a partir de 2023.

Conclusión: cualquier negociación de volúmenes, precios y modos de entrega de gas boliviano será con el mercado (con compañías privadas), de manera que serán los privados los que tengan el leverage, la ventaja en la negociación. No existirá la posibilidad de influencia del gobierno boliviano sobre el gobierno de Brasil, pero sí existirá la posibilidad de influencia del gobierno de Brasil sobre las compañías privadas de ese país.