Lula da Silva le dio la espalda a Nicolás Maduro y Vladimir Putin no fue más lejos que mostrar un tibio apoyo a quien atravesó medio mundo para intentar darse un baño de popularidad internacional en la reunión cumbre de Kazán. La atención del líder soviético está en otra parte, envuelto como está en un intento desesperado de ganar la guerra con Ucrania acudiendo, en última instancia, al apoyo militar de Corea del Norte, y teniendo que hacer frente a sus socios en el BRICS, empeñados en conseguir el fin de la conflagración que continúa trastocando las variables económicas mundiales.
Para el madurismo fue muy negativo en su viaje a Kazán aunque traten de disfrazarlo de mil maneras. La Venezuela revolucionaria se queda por fuera de los BRICS. El brasileño Lula, su estrecho socio del Grupo de Puebla, logró poner la pica en Flandes en un tema vital para la Venezuela de hoy: Maduro y su régimen no despiertan solidaridad activa en ninguna parte. Y Celso Amorim, excanciller y asesor del gobierno brasileño, lo explicó aún mejor: “La confianza con Venezuela se ha roto”.
Si bien Putin y Xi , los dos más grandes del grupo que hoy reúne a 37% del PIB mundial y el 25% de las Inversiones Extranjeras directas, respaldaban el ingreso de Maduro en el Club bajo el nuevo formato de país socio sin derecho a voto, tampoco rompieron lanzas a su favor. Cuba y Bolivia, por increíble que parezca, si lo vienen logrando. Nadie se tiró al piso por Maduro.
Y China, a todas estas, tampoco se inclinó a favor del dictador venezolano. Un gesto suyo sin duda habría contado. Ni una palabra declaró el timonel chino a la prensa aunque Maduro asegure haberle escuchado decir que su amistad es de hierro. No solo en Pekín están claros que les iría mejor en lo económico con un gobierno venezolano que esté determinado a reflotar al país en lo económico, sino que no le caben dudas de que el cobro de sus acreencias contra Venezuela depende de que una nueva administración se disponga a normalizar y a hacer más eficiente su industria petrolera, cosa que al equipo de Maduro no se le va a dar: el destrozo de Pdvsa es demasiado flagrante y, más allá del interés en lo petrolero, Pekín apenas muestra para este momento una solidaridad simbólica con el jefe del régimen venezolano.
El endoso de China a Maduro, lo que en el pasado reciente ha revestido la forma de un sinfín de acuerdos de cooperación de poca monta, no pasa de ser un elemento más de su pelea a puñal con Estados Unidos por el liderazgo planetario. Pero tal como lo señala la publicación The Diplomat, «el incuestionable soporte chino al gobierno de Maduro terminará lesionando sus propias ambiciones con el resto de Latinoamérica», un terreno en el que está queriéndole disputar la primacía a Washington.
Sí es cierto que hubo una época en que Venezuela fue aliado de cierta envergadura de Pekín cuando este país pisó el acelerador de la consolidación de su presencia como inversionista en importantes obras de infraestructura en algunos países latinoamericanos. El chavismo se aferró a ello, pero no le cumplió a Xi con su parte del guion. La ineficiencia y la corrupción rampante le mostraron al timonel chino su peor cara en el manejo de proyectos que sí tenían trascendencia para China.
Hoy Maduro tampoco cuenta con la solidaridad china. La confianza también está rota.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional