Miguel Henrique Otero, El Nacional
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«Yo aspiro que vivamos en las vibrantes voces de la mañana». Miguel Otero Silva

En este 3 de julio de 2024, con la esperanza puesta en el futuro, quiero extender mis más sinceras felicitaciones a un gran amigo: el Dr. Miguel Henrique Otero, presidente editor del diario El Nacional. Permítanme expresar en estas líneas mi admiración por él, pues es un símbolo de fortaleza y convicción en una lucha que se libra con el espíritu y la determinación propios de este insigne venezolano en un exilio forzoso. En estos tiempos difíciles, su pensamiento resiliente nos inspira a todos a enfrentar la adversidad con valentía y esperanza. ¡Feliz cumpleaños, querido amigo!

En Venezuela, la emisión de juicios de valor sobre los ciudadanos, seguidos de sentencias públicas inapelables y enunciados estigmatizantes, es una práctica lamentablemente común. Esta tendencia, exacerbada por el régimen, busca distorsionar la consideración y el análisis de los hechos resultantes de sus acciones insanas. A través de métodos y procedimientos inspirados en la factura cubana y con antecedentes soviéticos, se utiliza a muchos de nosotros como conejillos de indias para desacreditar a ciudadanos de manera permanente. Incluso se llega al extremo de invalidar cualquier acción que puedan emprender en beneficio propio o de la sociedad venezolana en estos tiempos convulsos. En este contexto, la figura de Miguel Henrique Otero se destaca como un ejemplo de valentía y resistencia. A pesar de las amenazas y las medidas legales en su contra, Otero ha mantenido una postura firme y ha continuado su labor periodística desde el exilio en Madrid. Su compromiso con la verdad y su lucha incansable por la libertad de prensa inspiran.

Hablar de Miguel H. Otero, como se le conoce en los medios de comunicación, es referirse al hijo de dos gigantes de la cultura venezolana: Miguel Otero Silva y María Teresa Castillo. Además, es nieto de Henrique Otero Vizcarrondo y sobrino de Oscar Guaramato. Para quienes somos amigos eternos de esta familia de verdaderos patriotas de la civilidad venezolana, su legado es motivo de orgullo. Su padre, Miguel Otero Silva, formó parte de la Generación del 28, que se alzó contra la dictadura del general Juan Vicente Gómez. Tras años de exilio en Curazao, regresó a Venezuela y fundó el periódico El Nacional, que comenzó a circular el 3 de agosto de 1943, y escribió obras literarias que trascendieron nuestras fronteras. En el ámbito humano, Miguel Otero Silva brindó ayuda a muchas personas perseguidas políticamente que encontraron refugio en Venezuela.

María Teresa Castillo Terán, madre del Dr. Otero, fue una destacada activista, periodista y diputada venezolana. Su vida estuvo marcada por su compromiso con las luchas sociales. En 1934 emigró al estado de Nueva York, Estados Unidos, donde trabajó como costurera en una fábrica. A pesar de sus esfuerzos por permanecer en el país, su sindicación como revolucionaria la llevó de regreso a Venezuela en 1941. Se unió al periódico Últimas Noticias, donde colaboró con la primera reportera venezolana, Ana Luisa Llovera. Posteriormente, se inscribió en la Escuela de Periodismo, fundada en 1946 por la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt. Su dedicación al Ateneo de Caracas fue inquebrantable; desde 1958, ocupó la presidencia de esta institución, convirtiéndola en un motor cultural clave para el país. Además de su labor periodística, María Teresa fue parlamentaria en el Congreso de Venezuela durante varios periodos. Recibió numerosos homenajes en el ámbito cultural, como la denominación de la Casa de la Cultura de Chacao en su honor. También se instituyó el Premio María Teresa Castillo por parte del Ateneo de Caracas, y la Enciclopedia Británica reconoció su contribución. A pesar de las difamaciones del régimen, los venezolanos sabemos que su legado es genuino y valioso.

En un oscuro episodio, el régimen utilizó a Mario Silva para difamar a la madre del Dr. Miguel H. Otero en VTV, lanzando acusaciones infundadas. En ese momento, el Dr. Otero presentó una querella penal, pero los tribunales la desestimaron. Sin embargo, la gota que colmó el vaso fue el escándalo de supuestos vínculos del gobierno con el narcotráfico, publicado por El Nacional, el diario Tal Cual y La Patilla. Estas publicaciones se hicieron eco de la información del diario español ABC, que afirmaba que Diosdado estaba siendo investigado por una fiscalía de Nueva York debido a supuestos lazos con el tráfico de estupefacientes, según el testimonio del testigo estrella Leamsy Salazar. La persecución contra Miguel H. Otero se intensificó, y las instalaciones de El Nacional fueron confiscadas. En una entrevista realizada el 14 de junio de 2016 en Cartagena, Colombia, Otero expresó su temor de ser encarcelado si regresaba a Venezuela. Incluso temía por su vida debido a la persistente persecución que él y su familia han enfrentado desde que el chavismo llegó al poder. A pesar de todo, El Nacional sigue publicando en formato digital, aunque bloqueado en Venezuela. Su resistencia es un testimonio de la lucha por la verdad y la democracia, y su exilio es un recordatorio constante de la valentía frente a la opresión.

En este día, quiero reiterar mis felicitaciones a Miguel H. Otero, un hombre maravilloso y un padre ejemplar. A lo largo de su vida, ha sabido enfrentar los altibajos con valentía y ha descubierto la esencia de vivir plenamente, incluso en medio de la adversidad. Hoy, en su cumpleaños, demuestra que la edad es simplemente una referencia de la experiencia acumulada a lo largo de los años. Permítanme extender mis felicitaciones a su esposa, Antonieta Jurado, quien ha compartido sus sueños y desafíos. También quiero reconocer a sus hijos: María Belén, Ana Isabel, Jorge, Alejandra, Simón y María Teresa, quienes le brindan su apoyo y comprensión en esta travesía. A pesar de encontrarse en el exilio, como tantos otros que luchan por la libertad, Miguel H. Otero sigue siendo un faro de esperanza. Las demandas y acusaciones falsas no han logrado doblegar su espíritu. En palabras de su padre, Miguel Otero Silva, “Ya mi verso no es verso, sino acento; ya mi andar no es andar, sino cortejo, porque vuelvo hacia ti cuando te dejo y es sombra de tu luz mi pensamiento”.

@robertveraz


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