A medida que pasan los días se hace cada vez más evidente que el gobierno, consciente de que perdió por paliza, hace esfuerzos cada vez más descabellados para ignorar los resultados y tratar de convencer a la comunidad internacional de una realidad inexistente.
A estas horas el trío de los “Tres Mosqueteros” (Petro, Lula y AMLO), quienes originalmente se presentaban como componedores de buena fe, parece haber quedado inoperante toda vez que sus integrantes han asumido diferentes posiciones. Lula le ha quitado el apoyo a Nicolás, habiendo disminuido su inclinación inicial de reconocer el triunfo de su “pana” ideológico. Hoy el brasileño, que al fin y al cabo tiene sólidas credenciales de demócrata que ha sabido ganar y también perder, se pronuncia por esperar el fallo de la Sala Electoral. Petro no sabe bien para dónde coger y AMLO, zamarro, se borró olímpicamente con el cuento del «respeto a la autonomía de los pueblos». La peregrina idea de una posible repetición de la elección del 28J parece fuera de lugar, tanto para Lula que le ganó a Bolsonaro por apenas 1%, como para Petro, que se impuso a Hernández por menos del 3%. No es el 70/30 del 28J, que obviamente es innegociable.
Entretanto, el fiscal general, Tarek William Saab, ha convertido a su institución en émulo de la Inquisición española del siglo XV, asumiendo el rol del temido Torquemada. Sus acusaciones e imputaciones parecen emanar de la febril mente de quien otrora escribía poesía y era activista pro derechos humanos para derivar hoy en impulsor de las más bizarras visiones de conspiraciones y golpes de Estado. Él ha apostado ya “todo a Rosalinda” sin que parezca que pueda tener posibilidad de salvación en una “justicia transicional” o ante una posible orden de comparecencia o de arresto que emita la Corte Penal Internacional, donde ya acumula numerosas acusaciones por su responsabilidad personal como miembro conspicuo de la cadena de mando. Nos recuerda al implacable juez nazi Carl Schmitt, de quien la sola citación a su tribunal representaba garantía de culpabilidad y severa condena.
En anteriores ocasiones hemos comentado lo inconveniente que es delegar posiciones de poder en resentidos sociales o en los que tienen ceguera de entendimiento, como es el caso de la señora vicepresidente Delcy Rodríguez, quien el pasado día 7 de los corrientes convocó al cuerpo diplomático acreditado ante el gobierno para contarles el cuento del ”golpe de Estado” urdido por la señora Machado y su gente (https://spanish.news.cn/video/index.htm). En dicha reunión la acompañó -en deslucidísimo papel de secundón- Yván Gil, quien funge como canciller por algún inescrutable designio del destino. Entre los dos creyeron que quienes allí habían sido convocados serían tan ingenuos como para tragarse el cuento que les estaba echando. Este columnista ha tenido información directa de los comentarios que siguieron a ese encuentro, los cuales deberían llenar de vergüenza al gobierno. Tiempos aquellos los de cancilleres como Fermín Toro, Itriago Chacín, Parra Pérez, Calvani, Schacht y Consalvi… ¡Qué bochorno!
En dicha reunión la dama (también excanciller) endosó a la dupla González/Machado la calificación de “extrema derecha”, lo cual, que sepamos, no es delito sino una filosofía política como otras que -dicho sea de paso- este columnista no comparte.
Expuso doña Delcy las siguientes afirmaciones: a) la oposición ya tenía preparadas sus propias actas, b) tenían anticipado no reconocer el Boletín leído por el rector Elvis Amoroso del CNE c) estuvo siempre presente en la oposición la actitud de irrespeto al poder electoral, d) recibían órdenes desde Washington, desde donde se planificó el fraude , e) actitud “traidora” al desconocer la titularidad venezolana sobre el Esequibo, f) planificación y ejecución del hackeo informático que -según ella- sufrió 30 millones de ataques a razón de 500.000 por minuto, g) sustitución de la voluntad popular por las redes sociales, etc.
Como se dijo antes, hemos recibido informes creíbles acerca del disgusto causado a representantes diplomáticos obligados protocolarmente a asistir a un evento en el que se les irrespetó creyendo que serían tan tontos como para aceptar tan insólitos dichos y retransmitirlos a sus gobiernos. Tenemos indicios de que casi ninguno de los asistentes tragó ese anzuelo.
Llegamos, pues, a la conclusión de que la señora vicepresidente, si bien no tiene las limitaciones intelectuales del jefe del Estado, tal vez siga presa de su experiencia infantil en 1976 cuando su padre, imputado por el secuestro del ejecutivo norteamericano William Niehous, resultó asesinado por los cuerpos de seguridad del Estado de entonces.
Habiendo participado por varias décadas en negociaciones políticas internacionales, sabemos que lo que se conversa puertas adentro allí debe quedar, aunque luego pueda ser matizado en el discurso político pero sin necesidad de incluir adjetivos de grueso calibre que en nada ayudarán al éxito de la materia que se trate. No es lo que hacen “nuestros” funcionarios.
Desde esta columna se ratifica la voluntad de lograr una transición civilizada y pacífica, con concesiones eventualmente dolorosas de parte y parte, si fuere necesario. Un escenario fue el ejemplo de la elección de Lula, quien obtuvo una ventaje de apenas 1,3% sobre Bolsonaro o el caso de Petro, quien se impuso a Hernández por tan solo 3%. El 28J la ventaja de la oposición fue de 70% vs 30% . Tal circunstancia, enlazada con la reiterada práctica del régimen de ganar tiempo para su siguiente fechoría hace inaceptable repetir el evento, ni que lo pida Putin, el Papa o el Beato José Gregorio.
La situación está fluida. Los actores son por un lado MCM y EGU actuando con vocación de estadistas y por la otra parte un grupo de personas en desespero a punto de entrar en desbandada. La lógica da pie para desear que se imponga la sensatez y no la demencia. Es cuestión de tiempo pero… ¿cuánto tiempo?
@apsalgueiro1OPI