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Eos, la fealdad y la inconsistencia de la estética

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“La tolerancia es un crimen cuando se tolera la maldad”

Thomas Mann

La diosa Eos era la representación del amanecer, hermana de Helios, el Sol y de Sémele la Luna, por ende, era una deidad de luminosidad, encargada de iniciar cada uno de los días. Para los romanos era la Aurora, nombre con el cual definimos las primeras horas del amanecer, todo en ella era belleza y gracia, lo bello le era familiar, dotada de níveas alas surcaba los cielos para anunciar el amanecer. Sin embargo, se coludió con Zeus para raptar a Ganímedes de las llanuras de Troya, príncipe por quien Zeus despertó una escandalosa pasión, en pago a este favor, cometido bajo el amparo de Leto la noche, quien odiaba a Hera por haberla perseguido en su embarazo. Eos logró que Zeus raptase a Ganímedes y lo hiciera su sempiterno amante y copero del néctar divino de los dioses; como favor Eos pidió a Zeus que permitiera el matrimonio con el hermoso joven Titonido, suplicándole además que le hiciera inmortal. Esta petición fue concedida por el cronida que hace batir las nubes, pero la desdichada Eos no se explicó bien, solicitó inmortalidad y no la complementó con juventud eterna, en tal sentido Titonido se hizo viejo, enjuto, achacoso y arrugado, obligando a Eos a saltar despavorida de la cama ante tal visión de la fealdad. Tal fue el grado de la senectud de Titonido, que este fue trocado en grillo, en un insecto que cantaba en las noches.

No era natural la unión entre una deidad de la luz, la representación del despunte del Sol sobre la oscura noche y un viejo, enjuto, desdentado, arrugado como una pasa, quien compartía el tálamo nupcial con la hermosa aurora de rosados dedos y azafranado velo. Era por causa de esa himeneo punzante que Eos se lanzaba de la  cama y daba inicio al día, no había utilidad en ese matrimonio, estaba atada a una criatura eternamente senil, una pareja que no podía complementarla en nada y que además representaba la antítesis de la belleza del Olimpo.

¿De qué le servía a Eos recordar las proporcionadas formas de Titonido, su majestad e ímpetu propios de la juventud, si los había perdido y encima estaba condenado a seguir envejeciendo? La frustración se apoderó de su azafranado velo, de sus níveas alas, de sus dedos rosados, con los cuales pintaba el firmamento de colores primarios para anunciar la entrada de Helios, el Sol; según Hesíodo, Titonido fue metamorfoseado en un grillo, aquel hermoso joven era ahora un repulsivo ortóptero de seis patas, que chillan durante la noche en un cacofónico ruido a menudo insoportable.

La vacuidad en la estética perdida a causa de un malentendido da cuenta de por qué la belleza siempre debe estar complementada con algo más. No basta pretender lo estéticamente bello, es menester hacerlo útil, usable, de nada sirve un himno hermoso, una obra de arte bella, si no hay quien la contemple, o peor aún, quien entienda que es en realidad lo bello. Eos no era capaz de ver belleza en su eterno esposo viejo y menos aun trocado en insecto. De nada sirve una cosa bella si no hay quien o quienes lo disfruten, la hermosura es óntica, propia al ser y debe ser enseñada y cultivada.

La estética se encuentra imbricada con la ética del ser, yace asociada a lo estrictamente humano; existe una estética para el mal, una forma de representar lo cruel y simple, lo abyecto y vacío de contenido, hay una estética de la desesperanza, del nihilismo, de la banalidad y de lo contrahecho, en tal sentido, la gansterilidad instalada en el poder en esta nuestra destruida patria es una suerte de la fealdad que estaba obligada a ver a diario Eos. Esa tara ominosa que califica a las políticas públicas como misiones ha trepado hasta los muros de nuestras otroras dignas casas de estudios medios y superiores, los cuales han sido reducidos a escombros bajo la impiedad de una heredad que solo valora mantenerse en el poder, aun por encima de nuestras cenizas; así lo gritaba una legisladora, en medio de un febril discurso, una oda al odio que sí es legal, pues hasta en eso ellos quienes nos dominan tienen el monopolio. Entonces, una vez demolidas, incendiadas, saqueadas, comidas por la maleza, olvidadas y casi destruidas las escuelas y universidades, surge la misión “Escuela y Universidad Bella”, enmarcada en una de sus tantas misiones, las cuales desde hace más de cuatro lustros solo han servido para apagar fuegos y enriquecer a unos cuantos.

En veinticuatro años maestros y profesores hemos sido sistemáticamente despojados de logros contractuales, la educación ha recibido presupuestos irrisoriamente ridículos para funcionamiento y equipamiento, a la par el fenómeno de la hiperinflación ha corroído los salarios de los académicos hasta el punto de su desaparición total, resultando que el trabajo de una empleada doméstica en un día supere el de un profesor que logre acudir quince días a clases. La fealdad de la estética del chavismo nos ha humillado ofreciendo a los docentes calzados de pésima calidad y homogéneos, en una suerte de reedición de la roja Kampuchea del Jemer rojo a lo Pol Pot, bajo el depauperado calificativo de zapatos “cacherosos”, para los docentes en una evidente demostración de la pobreza del lenguaje como herramienta de envilecimiento espiritual y ulterior control social.

Es necesario que nos preguntemos ¿qué implica la escuela y la universidad bella y de qué sirve? La respuesta a esta dádiva canalla que están desarrollando en las casas de estudio asaltadas por el mal y la traición se encuentra en la Ley de Universidades. Somos una comunidad de intereses superiores en la búsqueda de la verdad, por ende, somos más que edificios e infraestructuras; no es que las mismas no sean importantes, pero no son suficientes para el logro de una educación de calidad, cuando los docentes y profesores debemos subsidiar el acto de trabajar, es decir, llegar al despropósito de pagar por trabajar. En peor situación se encuentra la masa de docentes y profesores jubilados, quienes extrañan los años en los cuales ser educador era una garantía de vida digna y decente, suponiendo la posibilidad de formarse continuamente para mejorar los contenidos enseñados. Esos docentes y profesores recuerdan, como Eos la Aurora, un pasado que no volverá jamás.

Tal es la infravaloración que sienten los jerarcas del régimen hacia los maestros de la educación inicial y primaria, que haciendo uso de la neolengua para confundir, han creado una suerte de legislatura babelizante, que llegó a aprobar que los estudiantes de bachillerato o bachilleres recién graduados sustituyan a los maestros; esta gente no son conscientes del daño antropológico causado, la escuela naufragó en las aguas pastosas de la revolución del fracaso, el sistema educativo nacional es un despojo sangrante, que solamente se inscribe en la creación de bachilleres ágrafos, sin capacidades de comprensión lectora y sin ningún conocimiento elemental de aritmética y menos de algebra, entonces la educación se convertiría en una suerte de ciegos enseñando a ciegos, de ignaros repartiendo contradicciones del pensamiento y apuntalando el fracaso social del país, en ese estado de las cosas se engañaría en lugar de enseñar, como se transmiten los conceptos básicos de gramática, lectura, escritura, abstracción y método de estudio, que corresponden a un profesional formado para lidiar con las pre contractualidades propias de lo advertido por Kolbert en su obra “Análisis crítico de la educación moral” , estaríamos entonces frente al peor de los engendros, la fealdad absoluta, ni tan siquiera se impondría la ratio técnica sobre la Bildung, sino que se defenestraría toda suerte de análisis educativo en la procura de la trascendencia social, hacia un mero acto de simulación abyecta en la cual se perdería la poco que nos queda de moralidad, de estructura republicana y de país.

Nada puedo agradecer a quienes han destruido a la educación, ningún gesto de altruismo hacia los causantes de toda nuestra ruina, la de educadores, personal administrativo, obreros y estudiantes; pretenden acallar las masivas protestas por salarios dignos, que nos permitan comer, con obras de maquillaje estético y de pintura superficial en el mejor de los escenarios, si lograsen el propósito de revertir el daño causado en materia de infraestructura y contemos con edificaciones de primera, ¿cómo lograremos revertir el daño inoculado en los salarios, el atraso en la investigación y la extensión, la fuga de talentos? , tendremos universidades bellas con sus emblemáticas obras remozadas, el pastor bruñido de nubes de Arp y el regio mural de Manaure en la UCV,  el Arco de Bárbula en la UC, lugar de agobios de estudiantes para llegar al nodo tres de esta casa de estudios; igualmente disfrutaremos del frontis de la serrana altiva Universidad de los Andes, antes pintada con insultos y amenazas en rojo carmesí, pero no tendremos profesores… Un profesor devenga 40 dólares quincenales en el mayor de los escalafones y solo en llenar el tanque del vehículo debe invertir 50% de lo percibido, sin poder comer, calzarse, vestirse y prepararse. De nada sirve este espectáculo cruel sacado de las sienes atormentadas de Antonin Artaud y la angustia desespera cuando la alta comisionada para reparar las universidades es quien tuvo la tarea de hacer del río Guaire, la cloaca más cruel e inhumana de Caracas, en cuyas vertientes viven miserables, un río navegable de aguas prístinas. ¡Ya basta de tanta burla!, no bellas y menos usables serán las universidades, pues siempre les fuimos incómodos y les provocamos prurito. En tal sentido, yo no le agradezco a quien me quitó todo, menos las ganas de enseñar a generaciones de economistas para el bien, la moral y la libertad.

Mi cátedra es libre y es una barricada contra la mentira. En mi cátedra soy libre y autónomo, cada cual es responsable de su relato y del juicio de la historia. De mi parte no agradezco a quien me expolió todo, a quien persiguió, asesinó, arrestó, violó y persiguió a muchos de quienes hoy se toman fotografías sonrientes con sus captores, eso es cohabitar, y supone emular las praxis objetables de quienes nos dominan. En eso me declaro absolutamente inocente y puedo proseguir con mi vida de profesor pobre, pero jamás de pobre profesor que agradece al captor.

La estética de la universidad bella no pasará de una pintura, un corte puntual de maleza y la propaganda de la revolución, y mientras tanto aguantaremos el peso de subsidiar la educación de los jóvenes a pesar de nuestro propio interés, pues es preferible llorar y desfallecer a traicionar.

 

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