La última semana escribíamos sobre el carácter supuestamente inescrutable de la conducta rusa, concluyendo que esta era algo menos enigmática que la que debemos esperar de la China.

Aunque disto mucho de ser un experto en la China en particular o del Extremo Oriente en general, algo puede aportarse al debate al respecto:

Xi Jinping preside un Estado totalitario leninista en el que todo el poder está concentrado en el Partido Comunista y cuyos deseos e intereses deben observarse sin dudas ni murmuraciones por toda la población.

Entonces, para resolver el enigma chino, lo primero que debemos hacer es entender cuál es la principal preocupación del liderazgo chino. La respuesta es sencilla: No correr el destino de la Unión Soviética y perder el poder.

Sobre este punto, Xi Jinping, cuando aún estaba a cargo del Centro de Estudios del Partido, en el año 2013, declaró lo siguiente (citado por el notable historiador y estudioso del comunismo Stephen Kotkin)[1]:

¿Por qué se desintegró la URSS? ¿Por qué el PCUS se hizo trizas? Una razón importante, es que, en el campo ideológico, ¡la competencia es brutal¡. Repudiar la experiencia histórica de la URSS, del PCUS, a Lenin, Stalin, era engendrar caos en la ideología soviética y llevar a cabo nihilismo histórico. Provocó que las organizaciones partidarias dejasen de funcionar. Le arrebató al Partido el liderazgo de los militares. El final del PCUS, ese gran Partido, ¡se disolvió como un rebaño de fieras asustadas¡ La URSS, el gran estado socialista, se hizo añicos. Esta es una lección del pasado”.

La misión de vida de Xi Jinping es impedir que esto le ocurra al Partido Comunista Chino, explica Kotkin.

Este notable intelectual también describe como el Partido Comunista es una entidad que siendo implacable y despiadada; simultáneamente, es muy frágil. Nos dice que el Partido Comunista no comparte el poder con nadie y que el menor resquebrajamiento de este principio pone en grave peligro a toda su estructura, posibilitando que colapse como un castillo de naipes. Reiteradamente nos dice Kotkin que no se puede ser comunista a medias.

Hace una analogía con la nueva política económica (NEP) de Lenin, que permitió un cierto espacio al capitalismo a principios de los años 20, pero que fue desechada (y sus principales beneficiarios asesinados) ya que su consolidación hubiese resquebrajado el monopolio de poder comunista.

En ese sentido, la pretensión comunista del control total de los medios de producción responde al deseo de monopolizar completamente el poder. El dinero privado hace a los privados autónomos y, por ende, amenaza este monopolio. En el caso puntual de la China, las circunstancias determinan la necesidad de un espacio para el capitalismo, pero este será respetado en la medida que el Partido se sienta cómodo sobre su habilidad de controlar a la sociedad. Nada más importa.

Hecha esta larga explicación, ¿qué piensa China sobre la aventura rusa?

Para contestar la pregunta, a los aspectos anteriores debemos agregar una idea importante: Para el Partido Comunista Chino la existencia de modelos alternativos al régimen que encabeza es inaceptable. Por eso la represión en Hong Kong, oasis de relativa libertad en el universo chino. Por eso también las amenazas a Taiwán (aquí se mezcla la competencia geopolítica por el control del Océano Pacífico, pero dejemos ese tema para otra ocasión). En ambos lugares hay chinos bajo sistemas de gobierno disímiles y alternativos. Esas alternativas son el germen de “malas” ideas y deben ser amputadas, sin piedad.

En ese orden de ideas, para China, lo deseable es un ambiente conducente a la desaparición de Taiwán como un Estado de facto independiente y la finalización de los vestigios de libertad que perduran en Hong Kong. Un triunfo ruso en Ucrania le conviene mucho en ese sentido.

El problema para Xi Jinping es que tal triunfo no sólo no se materializa, sino que parece ser que su aliado Putin lo único que cosecha es humillaciones (pero la guerra no acaba aún y estas son impredecibles). Estados Unidos y Europa están probando tener más poder del que pensaba y que aún pueden frustrar los objetivos de sus adversarios. Así mismo, el destino de Putin le importará en la medida que sea indicativo del suyo. Recordemos que todo lo que importa es la conservación del poder. Nada más.

Unas líneas finales: Cuando observamos la intransigencia cubana o venezolana en su sistemas económicos entendamos que esta es deliberada y reflejo del deseo de mantener concentrado el poder. Por eso no se les debe tirar salvavidas, como torpemente hizo Obama con Cuba. Sobre China, la respuesta a sus enigmas, en el ámbito político, es promover y mantener vivas “alternativas” al poder del Partido. Esto es fundamental.

[1]Entrevista con Stephen Kotkin: https://www.chinatalk.media/p/kotkin-on-china-communisms-achilles)

Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú


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