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Enemistad entre tú y la serpiente

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La serpiente como representación del enemigo del hombre en todas las eras, sigiloso, seductor y cizañero, nos refiere toda trampa evidente y encubierta que puede presentarse en la vida. Haciendo memoria de la icónica historia del Edén, meditaba en la expresión de las consecuencias a los actos desobedientes del hombre y veía con gran agrado que Dios dijo a la mujer en particular: -¡pondré enemistad entre tú y la serpiente!-, esa frase ha quedado revoloteando en mi cabeza por varios días, solo para sonreírme con la gracia que el Padre determinó por justicia en aquel momento. Es como decir, la que una vez cayó en tu engaño nunca volverá a creerte, a través de la cual te colaste esta vez para destrucción, traeré la redención de mi creación.

Pensando en las características del diseño de mujer y el famoso sexto sentido que nos atribuyen, pensaba que quizás aquella sentencia del Padre fue la que nos sujetó al constante aprendizaje al que dicho sentido nos somete durante toda la vida; tratando de discernir la información no explícita que recibimos, y cómo usarla eficientemente en nuestras relaciones y sistemas de comunicación, para no ser engañadas o embaucadas por el alma o la de los que nos rodean. Estar atentas es una demanda constante en un entorno viciado por las apariencias, enlaces malintencionados u oportunidades engañosas por doquier. Esa sensibilidad que domina el interior de nuestro ser, alerta constantemente, ayuda o confunde tantas veces en el diario vivir.

Analizando con atención el sexto sentido femenino no libra en sí mismo de nada realmente, solo es una luz roja que se enciende con rapidez en un momento dado, y no es hasta que ocurre algo en particular que se comprende el por qué titilaba con fuerza en nuestro interior. En ocasiones la ignoramos con gran soltura, hasta que las lágrimas desempañan el cristal que opacó dicha luz o por el contrario, nos aferramos a ella supersticiosamente de una manera insana, obsesiva o irracional, hasta que el tiempo demuestra que no pasaba nada real, que viste sombras donde no las había, y que no era necesario tanto drama al respecto.

Una especie de equilibrio constante se establece entre los estímulos que recibimos y el diseño propio de cada mujer, esto es lo que da cuerpo y define ese famoso sexto sentido femenino. Si el día primigenio de la activación de dicha sensibilidad fue esa expresión de justicia en el Edén, como me atrevo a presumir hoy, tal sentido también estará sujeto a nuestra cercanía y apertura al Padre, ya que de Él vino el decreto de justicia sentenciando a la serpiente al constante descrédito y desconfianza del corazón femenino. Empero, si se camina tan alejada de Dios como para no querer saber nada de Él, es como si se transitara en las filas de su oponente, por lo que se pervertirá dicha gracia y será una herramienta propicia para el mal. Así, el equilibrio citado se verá inclinado al uso perverso de la gracia de ver e interpretar más allá de lo evidente.

En mi corazón de mujer, acotado en la experiencia abrumadora del amor del Padre y la llama de fe que constantemente su gracia aviva dentro de mí, me atrevo a declarar que hay enemistad eterna entre cada una de nosotras y el mal que arruina, empobrece y pervierte la naturaleza humana. Nuestra misión será encontrar constantemente los estados de equilibrio que nos calibran y mantienen sagaces, listas para una intervención oportuna y sublime llena de gracia y las palabras apropiadas que toquen los corazones, para que sean librados de la perdición y el desatino que contamina el alma y empobrece el espíritu. Así que, si eres un caballero rodeado de damas equilibradas, alégrate, porque siempre serás avisado; y si eres una mujer, afínate y responsabilízate por la porción que te corresponde, porque sobre ti reposa la gracia de una eterna enemistad con las tinieblas.

@alelinssey20

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