OPINIÓN

Elon Musk, el adiós de SpaceX al demócrata Delaware, X y la libre expresión

por Luis Leonel León Luis Leonel León

Desde que Elon Musk, dueño de Tesla, SpaceX y otras grandes compañías, compró la plataforma X (antes Twitter), su presencia en el epicentro de la opinión pública mundial se ha hecho cada vez más notable. Un hecho que, como evidencia la historia reciente, no deja de causar reacciones adversas cuando se trata de alguien cuya postura y opiniones actuales no van por el camino de la izquierda woke y globalista, ideas que encabezan el enfrentamiento ideológico contra el libre mercado, sistema en el cual Musk es visto como una especie de ícono, seductor para unos y controversial para otros.

En junio de 2018, Musk, nacido en Sudáfrica en 1971 y que además posee las nacionalidades estadounidense y canadiense, se definió contradictoriamente como socialista. “En realidad soy socialista. Simplemente no del tipo que transfiere recursos de los más productivos a los menos productivos, pretendiendo hacer el bien, cuando en realidad causa daño. El verdadero socialismo busca el mayor bien para todos”, expresó Musk en evidente contradicción con el socialismo, al menos con el socialismo real, que es el único que en la práctica conocemos. Imagino que hoy a Musk, que ha dicho ser agnóstico, no le queden dudas de que el socialismo busca perpetuar todo lo contrario a “el mayor bien para todos”. A no ser para todos sus líderes, dictadores y operadores.

Un mes después de aquellas palabras fuera de la diana, en respuesta a un tuit del actor, gamer y youtuber Jack Patillo, Musk confesó: “Para ser claro, no soy conservador. Estoy registrado como independiente y políticamente moderado. No significa que sea moderado en todos los temas. Las cuestiones humanitarias son extremadamente importantes para mí y no entiendo por qué no lo son para todos”.

Sin embargo, en las elecciones de medio término del 2022, sabiendo que los que deciden quién gobierna en Estados Unidos no son ni los republicanos ni los demócratas, sino los independientes, instó a los no afiliados a ningún partido a votar por los republicanos. “A los votantes de mentalidad independiente: el poder compartido frena los peores excesos de ambos partidos, por eso recomiendo votar por un congreso republicano, dado que la presidencia es demócrata”, escribió en Twitter, apelando a la teoría de pesos y contrapesos. Pero en mi opinión no creo que esa fuera la única verdad ni el único motivo del tuit de Musk, sino que, además, su rumbo político e ideológico estaban cambiando. Tal vez no se sentía tan «socialista», incluso en su concepto.

Hoy el famoso empresario e inversionista es catalogado como una influencia incómoda para los globalistas y por ende para los mandatos del partido demócrata de Estados Unidos, cuyas políticas ha criticado progresivamente. De ahí que vale preguntarse si el crecimiento de la influencia de Musk a nivel de ideas políticas (contrarias al progresismo, a pesar de lo antes dicho) no ha puesto a temblar, más de lo que imaginamos, las cadenas de quienes abogan por mantener el statu quo de la corrección política y sus derivados sociopolíticos.

Hace unos días, en medio de la batalla mediática por la libertad de expresión que Musk protagoniza en X, una jueza de San Francisco ordenó a Musk testificar en la investigación de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) de Estados Unidos sobre la adquisición en 2022 de esta red social, entonces llamada Twitter.

“El tribunal acepta la solicitud de la SEC para hacer cumplir la citación”, señaló la jueza Laurel Beeler en el fallo de 10 páginas, al que la agencia de noticias EFE afirma haber tenido acceso. En julio de 2022 Musk testificó dos veces ante la SEC, pero según algunos medios de prensa, la agencia ha recibido desde entonces miles de nuevos documentos, «incluidos algunos escritos por Musk». Y por tal razón la SEC pide interrogarlo otra vez.

«Si bien su abogado acordó que Musk declarara como parte de la investigación el pasado 15 de septiembre, finalmente este se negó a comparecer», aseguran medios como el diario La Vanguardia, «por lo que la SEC lo acabó demandando ante una corte del distrito Norte de California», para obligarlo a testificar sobre la adquisición de Twitter (al que renombró después X), transacción con la que «podría haber incurrido en un delito de fraude bursátil», alega la SEC.

Según EFE, la corte le dio a Musk y a la SEC un plazo de una semana para acordar una fecha y un lugar para la entrevista. La jueza agregó que, si no pueden llegar a un acuerdo, podrán presentar una carta conjunta “con sus respectivas posiciones” sobre la cita. No hay nuevas noticias al respecto. Y creo que, a pesar de la intención de escarbar para buscar fisuras en la transacción, no pasará a mayores. Aunque hoy día la interpretación y usos de la llamada “justicia” no para de sorprendernos.

Entretanto, el multimillonario y personalidad pública, que todos los días comparte contenido en X, no ha respondido a estas aseveraciones. En su cuenta de X esto no ha tenido impacto o sencillamente ha decidido hacer mutis por el momento. Sus últimas publicaciones se centran en los objetivos y logros de SpaceX y la mudanza de esta empresa del estado demócrata de Delaware al estado republicano de Texas.

Desde que Joe Biden tomó el poder en la nación y estableció una serie de políticas que restringen el desarrollo de los negocios, una avalancha de empresarios han salido de estados gobernados por los demócratas como California (donde Musk tiene una de sus residencias) para establecerse en estados republicanos como Florida y Texas, donde también reside el dueño de SpaceX. Esta fuga de empresas era de esperar y así continuará hasta que la realidad no cambie.

Por ello Musk, con más de 170 millones de seguidores en X, publicó en esa red: «Si su empresa todavía está constituida en Delaware, le recomiendo mudarse a otro estado lo antes posible». Paralelamente se han generado vínculos, “falsos” según Musk, entre SpaceX y Rusia. Curiosamente el 8 de febrero Tucker Carlson entrevistó en su show en X al presidente ruso, Vladimir Putin.

Vale recordar que desde mayo pasado, el famoso periodista de derecha anunció el relanzamiento de su programa en Twitter, que luego Musk renombró como X. Carlson fue despedido abruptamente de su horario de máxima audiencia en Fox News, poco después de que la cadena pagara un acuerdo a Dominion Voting Systems en su demanda por «difamación».

La respuesta de Carlson fue seguir ejerciendo su derecho a la libre expresión y no le ha ido nada mal, muy al contrario, pues sus shows en X, donde le siguen más de 12 millones de personas, alcanzan mayores niveles de audiencia que programas de entrevistas y análisis político de las grandes cadenas, entre ellas Fox News.

En respuesta a los comentarios sobre SpaceX y Rusia, Musk aseguró en X: «Varias noticias falsas afirman que SpaceX está vendiendo terminales Starlink a Rusia. Esto es categóricamente falso. Hasta donde sabemos, no se ha vendido ningún Starlink directa o indirectamente a Rusia».

Días antes, Musk, que habitualmente se pronuncia en contra la censura, también criticó las nuevas políticas de Amazon que restringen el contenido: «Amazon también está acabando con la creatividad con restricciones draconianas de DEI sobre el contenido», denunció.

El dueño de X, además de haberse convertido en uno de las personalidades más seguidas en tópicos de política estadounidense e internacional, es la segunda persona más rica del mundo, con un patrimonio neto estimado de 232.000 millones de dólares a diciembre de 2023, según el Índice de multimillonarios de Bloomberg, y 182.000 millones de dólares. Aunque obviamente tal realidad le otorga a Musk mayores armas para defenderse ante cualquier ataque, X constituye, al menos hasta el momento, una plataforma para la libre expresión.

En una entrevista con CNBC en 2015 Musk dijo acerca de Donald Trump: “Creo que no es el tipo adecuado. Parece que su carácter no refleja bien a Estados Unidos”. Poco tiempo después de comprar Twitter, permitió al expresidente estadounidense regresar a esa red, donde sus tuits habían sufrido una fuerte censura y de donde fue expulsado.

La entrevista que en X Tucker Carlson le hiciera al presidente 45 ha sido de las de mayor audiencia a nivel mundial, con más de 265 millones de vistas en su momento. Pero la entrevista que el presentador le hiciera a Javier Milei, cuando era candidato a la presidencia de Argentina, que luego ganó con amplio márgen, rompió récord con más de 320 millones de visualizaciones apenas salió y hoy tiene más de 400 millones. Claramente X es uno de los medios de mayor influencia para el voto político.

Bajo una lluvia ácida de manipulaciones, adoctrinamiento y censuras cotidianas, la gente anhela ser libre de escuchar y pensar. Vivimos una época en la que finalmente se ha evidenciado que el derecho a la libertad, sobre todo la de expresión, jamás será una fiesta ni un sendero apacible y 100% seguro. Pero, a pesar de los obstáculos y los pesares, su ejercicio constante es la primera arma contra la dominación. Los grupos de poder que optan por la imposición woke bien lo saben. Y quienes entendemos esta ecuación esencial y por ello nos posicionamos al otro lado de la línea, no podemos perderla de vista. Nunca. De esa visión vital y práctica se trata la libertad. Eso, sin dudas, Elon Musk lo tiene claro.