“Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”, Simón Bolívar (1783-1830).
España, en su “Ciudad de las Artes y las Ciencias”, está sufriendo gravísimas consecuencias del embate de una de las inundaciones más terribles de que se tenga memoria. El mundo sigue padeciendo desastres, ahora cada vez más frecuentemente; en una suerte de guerra contra la naturaleza que se ha provocado con nuevas realidades climáticas.
La mezcla multifactorial del modo cómo el humano, engreído en su condición de considerarse cúspide de la creación, ha estado comportándose frente a lo que debería ser, a estas alturas del conocimiento científico-tecnológico, y en particular de su Sistema Solar, la preocupación unificadora, y suficientemente consensuada, en el cómo se deben atacar en conjunto las acciones enemigas de la vida, de parte de quienes dañan nuestra “indivisible arca común terrenal”.
¿Qué pasará con la relación Estados Unidos – Europa? ¿Cómo se afectará la alianza con el “viejo continente” que puede y debe hacerse sentir, hoy más determinantemente que nunca para liderar junto a su aliado occidental y definitivo, los Estados Unidos de América, una relación para enfrentar conjuntamente los perjuicios que nos causan autócratas, o seudolíderes populistas, aislacionistas» con su visión reduccionista del mundo?
De la Cumbre de París 2016, la ONU que tenemos hoy y el cambio climático
Ko Barrett, secretario general adjunto de la Organización Meteorológica Mundial, nos ha estado alertando de que estamos lejos, muy lejos de cumplir los objetivos fijados en el Acuerdo de París, en vigor desde el 4 de noviembre de 2016 y que establece: a) Limitar aumento de la temperatura global a 2 grados centígrados sobre nivel preindustrial. b) Redoblar esfuerzos para que el aumento a finales del siglo XXI no supere los 1,5 grados centígrados, y c) Alcanzar la “neutralidad” climática.
Sin embargo, la información proveniente de la Organización Meteorológica Mundial hacia mediados de este año 2024 es que las probabilidades son tan altas como de 47%, es decir, prácticamente son 50-50%, de que la temperatura media planetaria del quinquenio 2024-2028 supere el aumento del límite físico establecido de 1,5 grados centígrados.
Si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero, es decir de no lograrse tal límite esto nos costará, como ya pueden apreciarse en sus señales catastróficas actuales de cambio climático, muchas más vidas, más graves daños al medio ambiente y a la biodiversidad; junto a billones de dólares en pérdidas por costos de rehabilitaciones del medio ambiente, de campo y del medio urbano; para hacerlo vivible de regreso, en la medida en que, por supuesto, ello sea factible aún de lograr.
De las torpezas e intereses cortoplacistas de burócratas, malos empresarios y aventureros:
El sistema democrático debería conllevar, en su dinámica intrínseca, el manejo con transparencia de las informaciones. Decisiones y actuaciones sobre el bien común de los individuos. Por supuesto que se entiende que partimos de la idea esencial de la libertad de emprendimiento y de búsqueda de la felicidad individual e investigación para el desarrollo que, precisamente, el individuo provoca con su accionar.
Desde los sistemas abiertos, es decir, desde donde existen democracias, tenemos oportunidad de no sólo liderar tecnológicamente, sino social y moralmente este crucial aspecto de la vida, innegable e irrebatible, sobre la necesidad de acordar políticas públicas para la superación de los retossdel manejo apropiado del equilibrio de la relación desarrollo-clima, en la casa común terrenal.
Los sistemas en los que mediante formas autocráticas se reservan el derecho de manipular las informaciones, bajo un férreo control represivo de la difusión de pruebas sobre lo que son demostradas consecuencias científico-ambientales, y en general para la vida, de no acometer las acciones más importantes y más urgentes para el cuidado del bienestar del clima planetario, la biodiversidad y la preservación para nuestras generaciones futuras; se estaría jugando, como lo afirmó el secretario de las Naciones Unidas, António Guterres, “con una ruleta rusa”.
¡Avanzar!
catedrainternacionallibertd@
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