A tan solo veintitantos días para que se lleven a cabo las elecciones presidenciales del 28 de julio es el momento justo para dedicar la mayoría del tiempo a los arreglos que sean precisos hacer en los centros electorales o de cualquier otra índole: convenios políticos, por ejemplo. En general, todos aquellos acomodos o conciliaciones que tengan relaciones con este tema o similares. Donde no caben dudas, al menos no deben existir, es que todo lo concerniente a la materia electoral debe estar íntegramente protegido. Como advirtió el catedrático español Oliver Araujo sobre las prioridades: “nunca hay tiempo suficiente para hacer todo, pero siempre hay tiempo suficiente para hacer las cosas más importantes”. De estas referencias dependerá la victoria del 28 de julio. De cualquier forma, en muchos sistemas democráticos la continuidad y la estabilidad son importantes. Respetar los cargos de los empleados públicos del gobierno anterior puede contribuir a esa estabilidad tan necesaria para la convivencia, fundamental para la paz que brota de lo más profundo del alma de cada uno de nuestros compatriotas. De modo accesorio, también hay consideraciones sobre la eficiencia y la necesidad de cambios en la administración que no se pueden dejar por fuera. En última instancia, es un equilibrio delicado entre la tradición y la adaptación. La eficiencia de los gobernantes es un tema crucial en la política y la administración.  De manera que la auténtica eficiencia de un líder se mide no solo por lo que logra, sino también por cómo inspira y guía a su equipo hacia un objetivo común. Las acciones, el trabajo de una campaña electoral se diferencia mucho de la labor que hay que desarrollar desde “la silla” de la administración pública, son muy pocas las analogías, casi ninguna.

Por otra parte, desde el punto netamente electoral, léase bien, electoral, no hay dudas de que los sectores democráticos tienen el triunfo asegurado. Las encuestas de la empresa Meganálisis y por otra parte la del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, así lo corroboran. En conclusión, las pruebas sociales, es decir, los comentarios que usted escucha en cualquier espacio público o privado donde se encuentre, oirá el respaldo a Edmundo González y MCM. Sin embargo, la unidad, las mejoras económicas para los trabajadores, la organización, los planes y proyectos para reflotar la atención médica, la salud, la educación, la seguridad personal y jurídica, y todas esas variadas necesidades que están presentes en cualquier sociedad del planeta, deben primar. Además, el proceso electoral debe llevarse a cabo de manera libre, justa y transparente, identificando posibles irregularidades y emitiendo informes sobre el desarrollo de las elecciones. Asimismo, comprobar que se respeten los procedimientos electorales, que no haya irregularidades y que se garantice el derecho al voto de los ciudadanos. Seguir de cerca, —sé que lo dije en anterior artículo— el proceso de conteo de votos para asegurarse de que se realice de manera transparente y que los resultados sean precisos. Es de suprema importancia que una vez que cumplamos con nuestro deber de votar nos mantengamos frente a los centros de votación con la idea de apoyar a nuestros compatriotas miembros de mesa y testigos, que están haciendo su trabajo de defender nuestros votos y cada uno de nosotros debemos defender lo que es nuestro. Por otra parte, no olvidemos que el Plan República no tiene injerencia en el desarrollo del proceso electoral aparte de lo relacionado con el resguardo del orden y seguridad durante los comicios, única y exclusivamente.

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