«Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido» (1) (JULIO CORTÁZAR)
Estaba pensando yo el otro día en clase que los alumnos dedican demasiado tiempo a tratar con su teléfono móvil. Nadie hoy vive sin este práctico aparato. En realidad, estamos tan enganchados al celular que sería difícil prescindir de él. Creo que no es exagerado comparar su uso con el reloj de pulsera.
«No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices» (2)
Digo esto porque mientras yo organizaba una lección de inglés, algunos de los alumnos consultaban y escribían como posesos en sus dispositivos, tratando de ocultarlos a medias tras una barricada simplona -estuche de bolígrafos. La estrategia consiste básicamente en orientar el estuche de tal forma que el celular sea invisible al ángulo de visión del profesor, o sea, yo.
«te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo» (3)
En fin, uno ha sido cocinero antes que fraile y sabe de qué va el asunto. Intento ser franco con ellos y les explico que no se escondan, que si quieren o necesitan con urgencia utilizar el móvil quiero que me lo adviertan.
‘Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días’ (4)
Les digo que deben entender que hacer lo que hacen durante una explicación supone una falta de respeto a quien les habla. No es correcto estar estar pendientes de otro asunto ajeno a la lección. Cada cosa tiene su momento.
«Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben» (5)
Insisto en el hecho de que la atención en clase importa y suelto un discurso acerca de la disciplina, el autocontrol y la fuerza de voluntad. La academia implica un esfuerzo de concentración, entendimiento y estudio. Alguno se salvará, espero.
«te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes» (6)
Con todo, a mí me parece que está tardando en llegar la revolución de los hombres libres -sin smartphone o con él- capaces de prestar atención en clase, en la calle, en casa. Todavía no ha llegado el momento de ponerse serio, de dejar de lado el juguetito y elegir la vida, la pura vida. Imagino una rebelión silenciosa y pacífica, sin represalias ni víctimas. Imagine -perdone la referencia al himno lennoniano- a personas independientes que no buscan el smartphone mientras esperan unos segundos a que la luz roja del semáforo cambie a verde.
«No te regalan un reloj, tú eres el regalado» (7)
Imagínese a chavales que no disculpan una ojeada al teléfono alegando en su defensa que solo consultaban la hora digital de la pantalla. Yo imagino la vuelta al reloj de pulsera del que habla Cortázar en Historias de Cronopios y de Famas. Eso sí, que el reloj sea uno de esos que no nos esclavice.
Citas de 1 a 7 CORTÁZAR, Julio. Historias de Cronopios y de Famas, «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj«. Buenos Aires: Editorial Alfaguara, 1962