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El poder usurpador contra el pueblo

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Un fiscal auxiliar de la Fiscalía General de la República emitió con fecha 23 de agosto la boleta de citación número uno -supone ya el funcionario del Ministerio Público que tendrá que hacer más- dirigida a Edmundo González Urrutia, el contundente ganador de las elecciones del 28 de julio según las únicas y numerosísimas actas del escrutinio publicadas. 

No se dice en el oficio, si llega a tal cualidad la escueta boleta, en condición de qué está siendo convocado a “rendir entrevista” quien a todas luces y si existiera un Poder Electoral imparcial, independiente y sensato sería el presidente electo de Venezuela.

La boleta es la continuación de la comedia iniciada por Nicolás Maduro cuando recurrió al Tribunal Supremo de Justicia tras ser proclamado por Elvis Amoroso como presidente reelecto sin soporte alguno que acreditara tal acto. 

El candidato Enrique Márquez, que ha estado afilado en el asunto -y poniendo unas piedritas en los zapatos zurdos de los magistrados de la tal suprema corte- se preguntaba entonces, luego de que el TSJ admitiera el recurso contencioso electoral del candidato oficialista, contra qué concurría Maduro: “¿Contra su propia proclamación presidencial?”.

Lo que confirma que estamos ante una comedia del absurdo, un disparate, que solo persigue desvalorizar  y relajar normas, leyes, instituciones, juicios, la cordura, en fin, porque de esa forma se hace permisible este estado de cosas degradantes en que el poder ha convertido la vida política en toda su amplitud. 

No hay votos ni actas que los registren, pero Maduro es proclamado como presidente por seis años más. El TSJ en una opereta bufa suple al CNE, eleva sus boletines a cosa sustanciada y ratifica que Maduro es el presidente pero le niega a los venezolanos y al mundo el conocimiento de las actas que sustentan semejante despropósito.. 

Obviamente esas actas no existen, ni han podido inventarlas. Unos señores, casi encapuchados, con sus chaquetones asfixiándolos hasta el cuello, como vimos en las imágenes vergonzantes de Venezolana de Televisión, son quienes consolidan lo obvio: un fraude monumental y exigen, además, el acatamiento total o habrá castigos y penas.

La sala electoral del TSJ es la que desacata el mandato popular. Es la que valida una descarada y bochornosa jugada de un poder que usurpa la soberanía del pueblo, expresada en millones y millones de votos y voluntades que vencieron todas las trampas para impedir que se conozca lo que piensa y lo que anhela la humillada ciudadanía venezolana.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?

Esta es una lucha de la democracia contra una dictadura ramplona, criminal y antipatriota. Lo sabemos los venezolanos. Lo sabe el mundo ahora sin duda alguna. Pero es más aún: es la lucha de la decencia, de lo esperanzador, de la ilusión, del amor y de la fe en el ser humano. 

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