OPINIÓN

El madurismo y el putinismo: dos cauces y un delta 

por Javier Vivas Santana Javier Vivas Santana

AFP

Hace 20 años hubo un intento de golpe de Estado en Venezuela, y negarlo sería como darle hoy la razón a aquellos quienes siendo víctimas de tal acción militar y política, ahora cómo si no hubiesen vivido semejantes hechos, son quienes aseguran que Putin desde Rusia prácticamente lanza rosas y todo tipo de flores sobre Ucrania.

O sea, quienes ayer aseguraban que durante los hechos de abril de 2002 en Venezuela hubo un «vacío de poder» para negar que un gobierno legitimo y democráticamente constituido fue desmantelado por un grupete de facinerosos, aprovechando una multitudinaria protesta popular, resulta contradictorio ver y escuchar a los perjudicados de aquel 2002, el cómo se atreven a asegurar dos décadas después, que un neototalitario como Vladimir Putin estaría siendo figura central de un complot originado en Occidente, y por esa razón, el ruso tendria plenamente justificado asesinar de manera despiadada niños, mujeres y ancianos en Ucrania, como única forma de «defensa».

Es decir, si alguna similitud existe entre los hechos políticos y militares de Venezuela y Rusia, luego de 20 años es ver que la manipulación del discurso no distingue entre ideologías de «izquierda y derecha», porque en el fondo, ambas son una bazofia política por demostrar cuál resulta peor que la otra en términos de generar, caos, confusión y destrucción, sin importar hasta qué punto pudieran llegar la demagogia y la mentira, cuando las ambiciones de poder son la máxima en los órdenes de cualquier individuo o grupo.

De hecho, sobre el golpe de Estado en Venezuela de 2002, resulta contradictorio que un general como Lucas Rincón Romero, quien leyó la «renuncia» de Hugo Chávez el 11 de abril, terminó siendo sempiterno embajador en Portugal; mientras que el general Raúl Isaias Baduel, artífice militar del retorno del entonces presidente a Miraflores, no solo fue sentenciado por «corrupción», sino que terminó muriendo tras las rejas afectado por una extraña enfermedad y cuyo diagnóstico jamás ha sido corroborado por sus familiares.

En tal contexto vemos que en Rusia, a pesar de que Putin se atreve a decir que él justifica la invasión a Ucrania por «defender» a sus connacionales dentro de su territorio, son ucranianos los millones que abandonan su país hacia Polonia y otras naciones de Europa; verbigracia, más allá de consideraciones que cada grupo ideológico pudiera alegar en favor o en contra de sus respectivas tesis políticas, son individualidades o grandes números de personas las que terminan por demostrar el lado de la verdad ante cualquier circunstancia que pudiera afectar los espacios del poder.

Venezuela en 2002 y Rusia en 2022, en ambos casos, tanto Nicolás Maduro como Vladimir Putin se han expresado apoyos fidedignos en diversas acciones y hechos. La reciprocidad que se han tenido, aunque en algún momento se hayan podido sentir algunas diferencias, estas no son determinantes para establecer rupturas entre ellos, sino por el contrario, que Venezuela sea uno de los pocos países alineados con Rusia, aunque por razones pragmáticas pudiera generar declaraciones de cese ante la guerra, ambos regímenes sólo tienen una clara visión contra Estados Unidos en los términos de dominación política, económica, y de más reciente data, tecnológica, y que significa en esencia la fundamentalidad de hegemonía para el siglo XXI.

Venezuela y Rusia se complementan políticamente, primero, unidas por las sanciones que impone el dólar como principal canal de negociación económica y financiera, y segundo, por la racionalidad – ¿o irracionalidad? – de un obsoleto libreto político, cuya ideología arropada por el poder económico, demuestra que no importa cuánto se puede mentir y disimular, si el último fin está asociado con inducir parámetros neototalitarios, o de sufrimiento contra sus propios pueblos, si estos resultaran indispensables para liquidar al adversario, y en consecuencia, sirvieran de praxis en la concatenación de hechos malignos de intereses muy grupales.

El madurismo y el putinismo: dos cauces cuyo único delta está vertido sobre un mismo infierno.

@vivassantanaj_