OPINIÓN

El dilema de la FANB chavista: apoyar o no el fraude electoral del 28 de julio

por Humberto González Briceño Humberto González Briceño

En medio de la maraña de informaciones sesgadas producidas por el régimen chavista y por la falsa oposición para apuntalar sus agendas algunas definiciones esenciales para entender la coyuntura política en Venezuela van quedando sepultadas y se olvidan. Por eso cada cierto tiempo es importante repasarlas y tenerlas presentes.

La primera y la más importante es que el chavismo en Venezuela no representa simplemente un mal gobierno sino toda una estructura que ha sustituido al Estado nacional venezolano con sus propias instituciones y su propia legalidad. Esta es la lucha que hemos librado desde 1999 contra la Constitución chavista y que se mantiene hasta nuestros días.

La oposición funcional e instrumental al chavismo primero agrupada en la Coordinadora Democrática, luego en la MUD y hoy en la PUD ha oscilando entre participar en algunos procesos electorales y abstenerse en otros a lo largo de estos 25 años.  Pero en lo que esta oposición ha sido consistente desde el principio hasta hoy es en respetar celosamente los cánones de la Constitución chavista de 1999 como las reglas de juego para el cambio político.

Esto implica aceptar todas las arbitrariedades y abusos del régimen tan solo para aprovechar la pequeña ventana de participación democrática que el chavismo les ofrece. La justificación de esta postura política es que “peleando desde adentro” se puede avanzar para desplazar al chavismo del poder. Sin embargo, la realidad ha demostrado que ni siquiera en el 2015 cuando esa oposición ganó la mayoría de la Asamblea nacional esto fue posible porque de inmediato el chavismo activó los mecanismos de su pseudo legalidad para habilitar el papel de esa Asamblea y sustituirla con una Asamblea Constituyente aun en contra de su propia Constitución y legalidad.

A pesar de contar con la sumisión de todos los poderes del Estado para seguir en el poder al chavismo aún insiste en hacer elecciones. En realidad no son elecciones, son farsas electorales preparadas para adjudicar resultados previamente decididos incluso aquellos que en forma rotatoria le otorga gobernadores y alcaldes a la oposición. Esta apariencia de elecciones no son para impresionar a los venezolanos que en su mayoría desprecia al régimen ni persuadir a la llamada comunidad internacional cuyos países conocen las dimensiones colosales de estos fraudes. El objeto de estos montajes es ofrecerle razones a sus propios componentes militares para que obedezcan y defiendan una apariencia de legalidad.

El chavismo puede convivir con el rechazo de los venezolanos o con las sanciones de la comunidad internacional pero no podría sobrevivir un día en el poder con una Fuerza Armada en contra o inclusive fracturada. Por eso el proceso intenso de ideologización y lavado de cerebro a que son sometidos es complementado con decisiones y medidas que lucen legales porque fueron emitidas por órganos del Estado chavista y deben ser acatadas sin discusión en nombre de la debida obediencia a la autoridad y las leyes.

La gran incógnita del 28 de julio no es si Edmundo Gonzalez de la mano de María Corina Machado ganará las elecciones. ¿Cómo podría perder las elecciones luego de esas masivas y magníficas movilizaciones por toda Venezuela? Tampoco lo es el anuncio de Elvis Amoroso proclamando ganador a Nicolás Maduro con una tendencia irreversible a las 6:00 pm. ¿Por qué no hacerlo si tiene todo el poder para ello? Menos podría sorprender que el chavismo lance sus colectivos a la calle y muchos venezolanos esperando una seña de la MUD también decidan salir pero a reclamar contra la madre de todos los fraudes electorales.

La gran incógnita ese día será que va a hacer la FANB chavista y su cuerpo de oficiales desplegados por toda Venezuela con mando de tropa siendo todos testigos que los resultados anunciados legalmente por el CNE son completamente distintos a la realidad que ellos empíricamente pueden constatar en las calles y hasta con sus propias familias.

Ya hubo un evento en el cual la FANB chavista fue testigo y partícipe del fraude electoral con el referéndum sobre el Esequibo y todos esos oficiales en conjunto decidieron aceptar y callar.

A pesar del control microscópico que ejerce el régimen sobre sus oficiales para aislar a aquellos que no son lo suficientemente chavistas siempre habrá espacio para los imponderables y nadie puede garantizar como se pueden comportar estos efectivos armados presionados por los ciudadanos enardecidos, sus familiares, pero sobre todo presionados por su propia depauperada realidad.

Vladimir Padrino López experimentado General de las FANB chavistas conoce muy bien a sus huestes y quizás intuye ese conflicto existencial que atormenta a muchos oficiales en las FANB. El 24 de junio Padrino López en forma retórica lo encuadro como un dilema para los militares entre ser leal a la revolución chavista gobernante o apoyar la política neoliberal de un gobierno distinto.

El dilema en realidad es mucho más sencillo y definitorio. Seguir apoyando la dudosa y sospechosa legalidad del régimen chavista o ser los agentes que permitan dar un paso decisivo para acabar con esta pesadilla chavista antes de que ella acabe con lo queda de Venezuela.

Quienes defienden la tesis del voto argumentan que esta es la última oportunidad para sacar al chavismo del poder por la vía electoral. Nosotros respondemos que esta quizás sea la última oportunidad que veamos a los militares custodiar un proceso electoral en Venezuela.

@humbertotweets