La principal medida para mitigar el contagio y los efectos de la pandemia del covid-19 es el “distanciamiento social,” respuesta que ha demostrado ser útil para “aplastar la curva” de infección del coronavirus. La atención de las familias en esta cuarentena social, contener los riesgos de contagio, la atención de las personas enfermas, entre otros retos asociados con la pandemia, están afectando de manera particular a las mujeres. En el proceso de definir respuestas a esta crisis mundial, es clave tener en cuenta la situación particular de las mujeres, quienes tanto en los hogares como en hospitales y clínicas están asumiendo en la primera línea de la respuesta inmediata.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe señala que las mujeres usan entre 21 y 30 horas más que los hombres para el cuidado del hogar, los hijos, los adultos mayores. Considerando que esta pandemia puede ser letal para las personas mayores, podemos asumir quién está cuidando de ellos para que no se enfermen, y luego de ser contagiados. Lo mismo en el caso de los niños. Las mujeres son también la mayoría de quienes trabajan en los hogares de cuidado de personas mayores. Aunque son solo 13% de los directores de estos centros, son 65% de la fuerza laboral. Están a cargo de los más vulnerables, sea en un trabajo pagado o no. Esto también las expone al riesgo de contraer el covid-19.

Igualmente, los trabajadores de la salud son esenciales para contener el contagio del coronavirus, para atender a los enfermos, y mantener los sistemas de salud operativos. Las mujeres son la mayoría de la fuerza laboral en el sector salud, y ellas no solo deben lidiar con el agotamiento de largas horas de atención de los pacientes, sino que son las primeras que potencialmente podrían infectarse.

Este aislamiento social también genera retos para las mujeres que son víctimas de violencia doméstica.  De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, 30% de las mujeres en las Américas ha sufrido violencia física o sexual de sus compañeros, y 38% ha sido asesinada por su pareja o ex pareja. Salir a trabajar o participar en actividades voluntarias son usualmente válvulas de escape, aunque sea brevemente, de estas situaciones de agresión. El aislamiento las expone a la posibilidad de una agresión 24/7.

De la misma forma, las secuelas de esta pandemia tendrán importantes consecuencias para la economía mundial, pero afectará de forma particular a las mujeres quienes son la mayoría de los trabajadores en el sector informal. El Fondo Monetario Internacional acaba de publicar un análisis del impacto del coronavirus en el crecimiento económico regional, y es verdaderamente preocupante: una potencial recesión a nivel regional, y global. La misma afectará al sector informal mucho más, con la consideración adicional de que estas trabajadoras informales no podrán acceder a permisos médicos, o servicios de salud, si llegaran a enfermarse.

Con lo poco que se conoce de este virus nuevo, mi solidaridad con la angustia de las mujeres que actualmente están embarazadas.

Tomemos todo esto y multipliquémoslo por mil. Es ésta la realidad de las mujeres venezolanas, que tienen que afrontar esta pandemia mundial en un contexto de crisis humanitaria sostenida que afecta sus derechos sociales y económicos, pero también su derecho a vivir libre de violencia y discriminación. Más aun en un país con sistemas de recolección de datos deficientes, y un sistema de salud cada vez más deteriorado. Estamos viviendo momentos difíciles. Todos. Pero es importante poner atención particular en la situación de las mujeres al pensar las respuestas de política pública. Esto es clave para asegurar ser efectivos en el manejo y eventual erradicación de esta pandemia a largo plazo.

@BeticaMunozPogo

* Las opiniones son personales. No representan las de la Organización de los Estados Americanos.

** Una versión de este artículo fue publicado en inglés en Caracas Chronicles, www.caracaschronicles.com.


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