Para un observador externo puede ser difícil de comprender la situación política de Venezuela. María Corina Machado ganó con más de 92% de los votos unas elecciones primarias de las fuerzas opositoras, a las que acudieron masivamente a votar los venezolanos para elegir nuestro candidato a la Presidencia de la República. En las encuestas de opinión se constata un rechazo al régimen de más de 85% de la población, y una cifra similar de votantes decididos declaran que apoyan a María Corina, en un ambiente donde más de 80% de la población quiere votar. María Corina se ha convertido en la líder política indiscutible de Venezuela y en la persona que los venezolanos quieren ver como presidente del país. En respuesta a esta apabullante realidad, el régimen de Maduro ha interpuesto todo tipo de artificios ilegales y absurdos para obstaculizar la inscripción de su candidatura en las elecciones presidenciales y arremetió persiguiendo y poniendo presos a la mayor parte de su comando de campaña. El régimen mostró su debilidad y su carácter dictatorial al no reconocer el derecho político de María Corina a competir en las elecciones. Cometió un grueso error que le costó la crítica y rechazo creciente del país y de la comunidad internacional.

Para preservar el camino electoral, María Corina lideró la designación de la respetada académica, la Dra. Corina Yoris, como su representante para inscribirla como candidata presidencial, con el apoyo de todas las fuerzas de oposición. El régimen volvió a cometer un grave error no dejando que la Dra. Yoris se inscribiera como candidata en el Consejo Nacional Electoral, que de paso dejó claro que no es un organismo independiente, sino un apéndice de Maduro. Triste papelazo. Ni siquiera se preocuparon de inventar alguna excusa para no inscribirla. Simplemente no la recibieron, ni dejaron que se abriera el registro de candidatos para ella. Como consecuencia de esta nueva arbitrariedad, se levantó un huracán de indignación nacional e internacional. Incluso gobiernos que pudieron sentir en el pasado alguna afinidad ideológica con Maduro, se decidieron a expresar su rechazo a las reacciones antidemocráticas del régimen. Los presidentes Petro de Colombia y Lula de Brasil finalmente se unieron al reclamo del presidente Boric de Chile en rechazo al autoritarismo de Maduro y los personeros de su régimen. Pepe Mujica, el ícono de la izquierda latinoamericana, declara un día sí y otro también en contra de Maduro. Incluso AMLO en México balbuceó algo sobre dejar que los venezolanos elijan libremente. El costo de las acciones dictatoriales del régimen está creciendo y su debilidad es mayor cada día.

Entretanto, subrepticia y sospechosamente el régimen aceptó la inscripción del Gobernador Manuel Rosales como candidato presidencial. Las encuestas recientes muestran el total rechazo de la población venezolana, y la presunción de muchos de que esto era una maniobra de Maduro para dividir a la oposición, generar abstención y competir con un candidato con pocas probabilidades de ganar. Otro error que están pagando caro tanto Maduro como Rosales.

María Corina y la mayoría de las fuerzas democráticas lograron finalmente reunificar a la oposición detrás de una figura poco conocida, pero con una trayectoria respetada y consecuente de rechazo al régimen, el exembajador Edmundo González Urrutia, quien se encontraba inscrito provisionalmente en una tarjeta de la oposición. Esta nueva jugada ha permitido mantener el camino electoral y pacífico para enfrentar a Maduro en las elecciones previstas en julio de este año. El régimen, por ahora, no ha respondido con algunas de sus tretas habituales. Muchos piensan que no van a dejar correr como candidato a Edmundo González. Sin embargo, el mundo se les está poniendo chiquito a Maduro y a los suyos. Cada día cuentan con menos apoyos y mayor rechazo nacional e internacional. Lula les recomendó recientemente que compitan y si pierden que se preparen para ganar elecciones nuevamente en el futuro, como le pasó a él en Brasil.

Maduro y los personajes del régimen tienen miedo de salir de Miraflores. Saben que han cometido crímenes y desmanes que mucha gente no perdona. Pero saben que no pueden ganar las elecciones y que quedarse a la fuerza (o a las malas como el mismo Maduro dijo en algún momento) es altamente costoso también, e incierto el tiempo que puedan mantenerse en esa forma. A su vez, María Corina posee la confianza y la aprobación de los venezolanos. Tarde o temprano Maduro tendrá que negociar su salida. La única persona con la que va a poder negociar se llama María Corina Machado. Nadie más tiene la credibilidad de ella ante el país. La transición que se avecina requiere serenidad, aplomo y coraje, y María Corina tiene de eso a montón. Los que nos ven desde afuera están a veces perplejos de los giros barrocos y enrevesados que da la política venezolana en estos tiempos. Pero los venezolanos no nos equivocamos. Al final, Venezuela será libre de la tiranía y María Corina será la presidente de todos los venezolanos.


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