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España Edmundo González recibirá esta semana asilo político en España

Es imprescindible tener en mente que el triunfante en toda elección presidencial no es respaldado por todo el país. Basta que se reconozca el triunfo electoral de EGU, pero el martes (17/9/2024) los europeos mostraron un enredo necio («falto de inteligencia o razón») grave por revelar falta de acato a la norma de toda Constitución que requiere juramentación.
No menos hirviente es el recuento de la prensa internacional destacando esa barbaridad. No hay razón que justifique esa perla de prensa pintando al Parlamento Europeo en busca de un texto para curar «la discrepancia entre reconocer como ‘presidente’ al candidato opositor… o únicamente su victoria electoral».  Como diablos se puede justificar que el Parlamento Europeo haya caído en semejante vacío jurídico/político.
Si la ligereza o la altanería de otras gentes se ha mostrado también en esa tónica, que no es tan espinosa como alboroto de masas entusiasmadas, ello no justifica que esa falla ocurra ni pase desapercibida. Gobiernos de países democráticos han caído en esa debilidad de apoyar a EGU como «presidente», lo que equivale a reconocer a un ilegítimo por no haberse juramentado. No se puede caer en ligerezas de esta clase.
La juramentación no es un simple acto protocolar previo a una coctelera. Es un acto de ratificación de diferencias políticas aceptadas con ánimo de sobrevivencia, que da fuerza a la necesaria vía de debate pacífico, que permite arribo a soluciones de aceptación sostenible según normas consensuales.  En la juramentación se juntan con aprecio los contendientes, para borrón y cuenta nueva. No es la vía para renovar la más vieja actitud humana de imposición elitista, puesto que es la expresión democrática, la más fresca anuencia humana de su historia.
A EGU hay que juramentarlo.  Y él va a ser -tiene que ser- realizador de un gobierno ecléctico, indispensable en este preciso momento, raro momento del acontecer venezolano, que no mucho puede tener hoy sin ayuda de países democráticos. En este sentido es necesario evitar que gobiernos de países vecinos participen (las mejores relaciones  se pueden fracturar) aparte de que sus dirigentes son antidemocráticos, y además, porque no están en condiciones de participar ingenuamente sin doblez. Según la más reciente noticia, el amoroso con el lelo ha descartado que este va a estar presente en la toma de posesión madurista, para que los candorosos crean que Brasil no apoya la continuación del régimen madurista que comanda Padrino López.
En todo caso, los países democráticos deben anunciar que van a (i) asegurarse de que la hija de EGU -que es también la hija de todos quienes tenemos hijas alrededor del planeta- no va a ser tocada con el pétalo de una rosa (y así asegurarse también de que el responsable de la ilegal retención en Venezuela de dicha intangible hija, sea por ello terminado antes de tiempo en una fosa); (ii) eliminar todo intercambio con Venezuela de modo que no pueda funcionar aislada; y (iii) enviar tropas de Naciones Unidas para seguridad, no para combatir a las fuerzas militares venezolanas, lo que es factible como prenda de intervención pacífica prevista en las normas de la ONU.

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