Lo mejor de diciembre es que ha sido siempre el mes del reencuentro familiar, de los abrazos, de los sueños. Ahora más que nunca, porque se acumulan los apretujones que queremos dar a padres e hijos, a amigos de la vida, y un montón de ilusiones van a estar al pie del arbolito, más alto y más adornado, o el más humilde entre los humildes. Y después viene enero y podemos imaginarnos celebrar el 67 aniversario del 23 de Enero en libertad.
Este diciembre de 2024 que se inicia hoy es el punto final de un año en el que la ciudadanía venezolana logró una gesta extraordinaria, de reconocimiento universal. Prepararse a conciencia para un proceso electoral marcado por todo tipo de trabas, bloqueos e ilegalidades y, sin embargo, ser capaces de convocar a millones de personas a las urnas y luego demostrar con documentos en mano la voluntad de cambio democrático y en paz que desean los venezolanos, incluso una buena parte de quienes votaron en sentido contrario, como lo expresan testimonios que hemos publicado en esta sección editorial, que respetan el resultado publicado y difundido por la oposición.
A pesar de la victoria clamorosa del 28J, la cúpula del régimen no está dispuesta a entregar el poder para iniciar una transición hacia la redemocratización del país. Pudiera pensarse que las razones para esa posición oficial son múltiples aunque de fondo, y es difícil negarlo, hay una sola convicción que ha marcado desde el principio este largo período que ha desembocado en una autocracia cerrada y para nada dialogante: el poder no se entrega bajo ninguna circunstancia. Dicho de otra manera, “somos una revolución pacífica pero armada”. Paz, de verdad, no ha habido y armas hay demasiadas y apuntan por ahora contra la institucionalidad democrática y la convivencia.
Así que este diciembre estará lleno de incertidumbre, como todos los meses previos, como la mayoría de los años que hemos vivido desde 1998. Hubo incertidumbre sobre la realización de la primaria de la oposición de octubre de 2023, que luego el régimen intentó dejar sin efecto con una decisión judicial absurda, como si se pudiera devolver un hecho consumado. Hubo incertidumbre a lo largo de todo el proceso electoral iniciado en marzo de este año y culminado en julio. Incertidumbre sobre quién representaría la candidatura de la oposición, una vez impedida ilegalmente la de María Corina Machado. Hubo también una angustia mayúscula sobre la propia realización de las votaciones, intuyendo que la abrumadora mayoría de la voluntad popular condujera al régimen a posponer la fecha electoral.
La incertidumbre ahora es una sola. ¿Entregará o no el 10 de enero Maduro el poder que legítima y sobradamente perdió en la elección del 28J? En sana lógica, el mundo democrático entiende que es indispensable actuar conforme a la ley y las normas constitucionales. De lo contrario, habrá un aislamiento aún mayor al que ya existe que afectará gravemente la recuperación económica, social y humanitaria de Venezuela. En lo interno, es el momento para que todos los sectores de la vida nacional empujen en favor de la constitucionalidad y de la realidad política que salió de las urnas del 28J.
No se trata de suplantar una mayoría que fue, por otra que es. Se trata de construir una sociedad para todos. Así lo han dicho Machado y el presidente electo Edmundo González Urrutia. Así lo deben exigir todos los venezolanos. Los resultados de imponer la hegemonía de un solo color están a la vista. En Venezuela tienen que triunfar las instituciones: un poder judicial imparcial, un Congreso que debata y pida cuentas, un poder ejecutivo que gobierne por el bien público alejado de complejos de inferioridad, una fuerza militar subordinada al poder civil que proteja la seguridad de la nación y haga respetar su soberanía. Una democracia, en fin, sin calificativos, que sea eficiente, abierta, que promueva el consenso y el progreso, y con autoridad bien ganada para hacer cumplir la ley.
En diciembre de 1957, según muchos y diversos testimonios históricos, era impensable lo que sucedió el 23 de Enero de 1958. Este diciembre podemos pensar y desear en un futuro mejor y venturoso para Venezuela.
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