OPINIÓN

De tirano a vasallo

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

En un compendio de experiencias yacen archivos vivos de rostros, respuestas afables y personas de gran estima, tan fuertes como sus antítesis, individuos que protagonizan agonías y recuerdos angustiosos, con actitudes de menosprecio, resinosas palabras que se adhieren con malicia y contenido fétido, producto de sus propias frustraciones y mal vivencias. No los culpo, muchos se hacen víctimas de sus propias historias, mientras otros procuran aceites esenciales de sus estancias de prensa, y cualquiera de las opciones es completamente válida.

En todo caso, una gran empatía embarga mi corazón, ya que estoy segura de que se experimentan ambas condiciones en los momentos altos y bajos de la vida. Todos en algún punto se constituyen víctimas, y en un momento distinto se convierten en aceite para las heridas de alguien más, pues se ha superado la misma prensa a la que intentan sobrevivir aquellos. Por eso, personas de avanzada edad pueden aconsejar a la impetuosa juventud o moceríos de responsable persistencia están listos para dar ejemplo a otros, cuyos pasos se han perdido en caminos de autodestrucción o desfallecen sin esperanza alguna por causa del dolor, un visitante común en toda mente y corazón.

Esta semana presenciaba algunos sucesos y sonreía al ver cómo la gravedad no perdona y las cosas caen por su propio peso. Me refiero a que los corazones se reflejan en las palabras, tanto sabias como necias de sus portadores, y las puertas se abren para quienes deben pasar por ellas, o los cambios se producen, sin importar cuánto te resistas a ellos. Es gratificante saber que ante cualquier etapa, la vida promete que no permanecerá estática. Hay tanta creatividad siendo replicada y expresada en el fenotipo de toda existencia, que a veces pareciera que los hilos son movidos por alguien con mucho sentido del humor. Empero se requiere estar muy atento para notarlo en su esencia más limpia.

Lejos de estar capacitada para hacer promesas o asegurar nada, me veo en la profunda tentación de vaticinar discretamente, a quien esté dispuesto a escuchar, recibir y atesorar, que ¡todo tirano se convertirá en vasallo! Sostengo esta sentencia apoyada en la observación que estas maravillosas ventanas color miel me permiten lograr. No habrá quien no caiga preso de las palabras que no supo cuidar en el fuerte de sus labios, tras los dientes. Será difícil escapar del dolor que se sembró, en semblantes de aquellos que bajaron sus miradas al suelo, por causa de asperezas innecesarias; tarde o temprano serás quien descienda el atisbo ante las acritudes de alguien más, o peor aún, debas ver a tu generación comer del amargor de tus soflamas, frente a otro déspota similar a ti.

Todo esto es llamado a reflexión propia, hay tanto que arreglar hacia adentro, que no vale la pena perder energía o tiempo mirando alrededor, no sea que se avecinen tiempos de servidumbre, mejor es sembrar para ser respuesta, que someterse al peso y medida de quienes toman cautivos a aquellos que no cuidaron su jardín.

@alelinssey20