El venezolano siempre fue un pueblo alegre. Un pueblo al que le encantaban las festividades y que las vivía como ningún otro. Carnaval, fiestas patronales, puentes y ni hablar cuando llegaba diciembre. Sin duda, la Navidad era una de las épocas preferidas por todos. No importaba a qué religión pertenecieras, todos esperábamos diciembre con ansias, a tal punto que desde que entraba septiembre ya nos sentíamos en Navidad. Comenzaban a sonar las gaitas, tanto los empleadores públicos como privados empezaban a pagar los llamados aguinaldos y la gente podía decidir qué hacer con sus reales. Algunos los utilizaban para renovaciones en la casa, otros para la inicial de un carro, otros para viajar, lo cierto es que nadie se quedaba sin comprar los llamados “estrenos” para el 24 y 31 de diciembre. Eran otros tiempos, tiempos para el reencuentro en familia, para comer nuestros tradicionales platos y sobre todo para armar la rumba. Quienes estamos fuera de Venezuela extrañamos esas navidades de nuestra infancia, pero también quienes están dentro del país añoran lo que una vez vivimos y fuimos como nación.
Si algo hizo bien el chavismo en veinte años fue saber entender la naturaleza e idiosincrasia del venezolano. Sabían que nos encantaba la fiesta como a ningún otro pueblo; que no importaba lo que pasaba alrededor, la fiesta seguía. De allí que las decisiones más polémicas del chavismo siempre eran lanzadas un viernes en la noche, en Carnaval o en diciembre. Solo recuerden en qué fecha anunció el fallecido presidente Hugo Chávez Frías, el cierre de RCTV: un 28 de diciembre de 2006. Como era de esperarse, nadie le paró a dicho anuncio y algunos hasta lo tomaron como una broma del Día de los Inocentes. Si no había fiesta, la creaban, si faltaban algunos meses para su inicio, la adelantaban. La estrategia no era nada novedosa: “pan y circo”, al mejor estilo de la Roma Antigua.
Nicolás Maduro ha pretendido hacer lo mismo y en medio del estupor de propios y extraños anunció el adelanto de las “navidades felices” en Venezuela. Es la misma estrategia, la única diferencia con su predecesor es que hoy solo hay circo, porque el pan, la gasolina, el gas, el agua, la luz y hasta las ganas de celebrar faltan desde hace mucho tiempo. Sin duda que lo únicos que quieren seguir la fiesta son ellos, la élite corrupta y narcocriminal. Pues han construido una burbuja de privilegios que les permite darse los gustos y lujos que antes se daban en Estados Unidos o en Europa, solo que sin poder pisar territorio americano o europeo.
Estas son las navidades que nos adelanta la dictadura y así serán mientras cada uno de los miembros de mafia roja siga en el poder. No habrá de nuevo motivos para celebrar si no nos libramos de la puesta chavista. Solo ese día podremos decir que tendremos navidades felices.
@BrianFincheltub