En nuestro mundo, en el que la especie humana ha causado estragos en el ambiente, es preocupante advertir cómo ese impacto irreversible y de profundas consecuencias parece ser indetenible. De allí la importancia de enseñar a los miembros de la sociedad para hacerles ver que estos problemas no son hechos ajenos a su conducta, sino que son consecuencias directas de sus actos.
Este aprendizaje se puede lograr a través de la educación ambiental, la cual surge como una respuesta a esta crisis global. Son necesarias estrategias para alertar y crear conciencia en los ciudadanos, a fin de generar cambios de conducta. Además, permite investigar las causas y consecuencias, para generar un conocimiento más profundo y aportar soluciones.
De esta manera, involucra aquellas acciones con fines educativos, de carácter continuo, mediante las cuales la colectividad aprende a tomar conciencia sobre los problemas globales relacionados con las prácticas de los individuos que afectan la naturaleza. Señala la relación real entre el hombre y los efectos ocasionados en el entorno, con el propósito de generar cambios en el comportamiento que permitan superar estos problemas a través de la formación y transformación de la sociedad.
Brindando las herramientas necesarias, la educación ambiental busca ofrecer la información útil para fomentar un entendimiento profundo, que permita tomar decisiones responsables y con criterio. Enseña a los individuos a contar con un pensamiento crítico demostrándole las distintas caras del problema. Esto se puede lograr mediante la educación formal en las instituciones educativas o de manera informal, en la familia y en la sociedad.
La educación ambiental se hace cada vez más indispensable, respondiendo a la preocupación de educadores, familias y miembros de la sociedad interesados en promover cambios. Esta brinda a la población información y conocimientos, para que se forme una idea clara de los problemas mundiales y adquiera conciencia, responsabilidad, compromiso personal y colectivo.
Igualmente, promueve la participación activa de las personas para que contribuyan a resolver los problemas ambientales, lo que a su vez puede crear hábitos adecuados en cuanto a la utilización cuidadosa de los recursos naturales, necesarios para mejorar la calidad de vida de la sociedad. Así mismo, facilita el análisis de las causas que afectan el ambiente, su relación con la actuación de los individuos y el impacto que tienen los modelos productivos.
Sin embargo, para que la educación ambiental pueda cumplir sus propósitos se requiere en primer lugar fortalecer su presencia, tanto en la educación formal como en la informal, incluyéndola en los pensum de estudios, realizando conferencias, talleres, eventos y celebraciones alusivas.
Por otro lado, no se puede obviar la necesidad de combatir el mal uso de los recursos naturales desde el hogar. Hay que luchar contra la irresponsabilidad y sembrar una cultura ecológica en el seno familiar a través de la enseñanza, fomentar la formación ambientalista de sus miembros como base de la sociedad.
La formación es entonces fundamental para reducir el impacto del ser humano en el ambiente y permitir la subsistencia del planeta.
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