El reciente encuentro en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela de representantes de la sociedad civil organizada y la ulterior formación de un frente, tendientes ambos a un cambio del régimen, se sitúan en la línea de lo planteado repetidamente por la Conferencia Episcopal Venezolana y ratificado en el documento de su asamblea plenaria el pasado 12 de enero.
Para el episcopado está claro: “Con la suspensión del referéndum revocatorio y la creación de la asamblea nacional constituyente el gobierno usurpó al pueblo su poder originario”. Por consiguiente, “no habrá una verdadera solución de los problemas del país hasta tanto el pueblo no recupere totalmente el ejercicio de su poder”. El pueblo debe asumir “su vocación de sujeto social (…) Es el pueblo organizado el que tiene la última palabra. En unión con la mayoría de los venezolanos anhelamos que la dirigencia política y la sociedad civil presenten un proyecto de país creíble y realizable”.
Un año antes, en comunicado conjunto de pastores y laicos, se había dicho: “El pueblo clama por un cambio profundo de la orientación política del país, que sea producto de la decisión del pueblo soberano (Constitución, art. 5): o el socialismo del siglo XXI, ausente de la Constitución, o el sistema democrático establecido en la Constitución”.
Los obispos llaman, pues, a la sociedad civil (de la cual forman parte) a organizarse para que, con los partidos, logren el cambio urgente que el país necesita.
A continuación ofrezco un sencillo aporte en varios ítems con miras a la consolidación de una auténtica unión para realizar el cambio.
1. La indispensable unidad hacia el cambio debe ser amplia y abierta; ha de escuchar e integrar en lo posible a movimientos, grupos y personas tendientes al mismo fin por medios distintos, pero integrables en un proyecto común, en cuanto razonables y éticamente fundamentados. Pluralismo no es anarquía, ni unidad, monolitismo.
2. Es preciso unir al No un Sí. Al rechazo a las amañadas votaciones (falsas elecciones) debe acompañar una lúcida estrategia y acciones eficaces para lograr-forzar un verdadero cambio. Esta abstención activa tenga presente que la Constitución no se encierra en lo electoral, pues establece también otros caminos para la salud y el restablecimiento de la democracia, como referéndum, desobediencia civil, resistencia, rebeldía (Constitución, art. 71, 333, 350…).
3. Conditio sine qua non para ir a elecciones (que no se reducen a votaciones): la disolución de la espuria asamblea nacional constituyente y la invalidación de sus actos. La ANC, “máquina infernal”, es horca y guillotina contra toda disidencia y la institucionalidad democrática, por su pretensión de poder constituyente absoluto. Un referéndum (Constitución, art. 71) es instrumento apto para poner las cosas en su sitio.
4. El canal humanitario debe ser insistencia y propósito continuos, así como la búsqueda de una solución consistente a la emergencia social. Los hambrientos, los enfermos en grave peligro, los presos políticos, los forzados al destierro, entre otros, requieren atención inmediata. ¿Qué son crímenes de lesa humanidad?
5. La Fuerza Armada debe ser interpelada seriamente por la ciudadanía acerca de su fidelidad constitucional. Recibe oficialmente armas no para aprovecharse del poder y sostener dictaduras y totalitarismos, sino para respaldar al pueblo, que hoy reclama libertad y justicia. Debe merecer lo de nacional y justificar su referencia a Bolívar. El Alto Mando es máximo responsable al respecto.
6. La antipolítica y el descrédito de los partidos no surgen por generación espontánea. La gente común es más inteligente y crítica de lo que los líderes piensan; estos deben encontrarse con los representantes de la sociedad civil organizada para edificar la Venezuela deseable, y evitar el carnaval de egos, los manejos subrepticios y el mercado de alianzas. Términos criollos como guaraleo y quiquirijuiqui indican lo que se debe evitar.
En todos estos ajetreos por el cambio hay una exigencia de Bolívar, que de muletilla protocolar ha de convertirse en brújula de compromiso. La crisis actual es socio-económica-política-cultural, pero, más en profundidad, ético-religiosa. “Moral y luces son….”.