No lo podíamos creer, luego de veinte años podíamos entrar a una sede diplomática de Venezuela en el exterior y no precisamente para rogar un pasaporte, sino para recuperar los bienes de la república. Pero la alegría de formar parte del cuerpo diplomático del presidente Juan Guaidó en Estados Unidos, que preside nuestro embajador Carlos Vecchio y nuestro ministro consejero, Gustavo Marcano, pronto se convertiría en indignación. Ver tanto menosprecio por lo nuestro me hizo preguntarme hasta qué punto está dispuesto este grupo de antivenezolanos en su venganza contra 30 millones de venezolanos. Lo que vi no se trataba de simple destrucción, era saña de quien dice: después de mí nadie, después de mí nada.
Les hablo de mi experiencia en la sede consular de Venezuela en Nueva York, allí con mucho orgullo tuvimos el honor de participar en el rescate de activos de la nación. Activos que fueron arrasados por unos maleantes que de ninguna manera merecen llamarse diplomáticos. Entrar a ese edificio era como entrar a una estructura que había sido abatida por un huracán de la peor categoría. Pero no, lo que allí veíamos no era producto de la naturaleza sino del odio, el resentimiento y la revancha de un grupito que se resiste a irse y si se van están decididos a no dejar nada en pie.
Los venezolanos conocemos su capacidad destructiva, la Venezuela de hoy es, para desgracia de millones, el mejor ejemplo de lo que es capaz el chavismo. Lo que sí no me esperaba, quizás porque los consulados y embajadas eran (para nadie es un secreto), el premio para los familiares y cómplices de la dictadura, que estas sedes estuvieran en tal estado. Paredes con grietas, moho que cubría cada rincón de las instalaciones, techos que se venían abajo, todo el mobiliario saqueado, al punto de que habían arrancando hasta los enchufes. Lo único que habían dejado es un piano, nos imaginamos porque la música y el arte no son lo suyo.
No hay palabras para describir tanta maldad, es que hasta los saqueadores tienen más códigos. Quizás llamarlos así sea un halago, esto es pillaje, pillaje rojo. Lo que sí deben tener claros los responsables es que la justicia llegará y que nosotros no nos detendremos por esto, que sobre las ruinas que ustedes dejaron edificaremos un nuevo país, uno de bases sólidas donde todos tengan espacio. Sin sectarismos, sin revancha, sin miedo. Las puertas del consulado en Nueva York, pero también de toda Venezuela, se abrirán pronto para todos aquellos que sabemos aspirarán a regresar. No podrán contra la voluntad de un pueblo decidido a liberarse. No podrán contra Venezuela.
@Brianfincheltub