Hace más de diez años decidí que el servicio público sería mi profesión de vida y no me arrepiento de haber escogido la mejor escuela: Petare. Cuando comencé no tenía ni recursos ni cargo ni trabajadores, éramos solo varios jóvenes con voluntad de trabajo y ganas de hacer las cosas diferentes.
Entrar en estas comunidades no fue fácil, lo hicimos con lo que teníamos: una sábana blanca y un video beam. Con estos dos instrumentos llevábamos cine a niños que jamás habían tenido la oportunidad de ver una película “tan grande”, como ellos mismos nos decían. Nuestro lema era cambiar “violencia por sonrisas” y miren que representaba mucho para nosotros regalar, al menos, una hora de alegría a quienes bastante la necesitaban.
En 2008 llegamos a la alcaldía luego de los peores ocho años que el municipio Sucre pudo vivir en su historia. Gracias al apoyo y la confianza que me brindó Carlos Ocariz, a quien siempre le agradeceré, pude ser parte de una gestión teniendo apenas 20 años, el más joven del equipo, también el más terco. Para mí fue una oportunidad única, en la que mi objetivo fue siempre decirle a la gente que el lugar donde naces no determina qué tan alto puedes soñar.
Más allá de decirles hoy lo que hicimos, prefiero dejarle al tiempo que se encargue de ajustar el balance de las cosas. Yo les hablo de mi balance personal, de lo mucho que aprendí. No soy la misma persona que en 2008 y eso se lo agradezco a la gente y al gran equipo que me acompañó durante estos nueve años, algunos todavía junto a nosotros y otros que se tuvieron que ir porque el país se les hizo pequeño. Me faltaría espacio para describir a la gente valiosa que me acompañó en este camino, pero a quienes dejamos en la alcaldía, sepan que mientras ustedes sean reserva moral nada podrá destruir lo construido.
Sigo en Venezuela y en Petare, como cuando hace más de diez años todo comenzó. Hoy, sin embargo, con otro país de fondo, en el que cambiamos el cine y las cotufas del niño que buscaba sonreír por el plato de comida del niño que llora porque no quiere acostarse sin comer. Junto con el programa Venezuela Sueña que ofrece alimentación a más de 8.000 chamos seguiremos en Petare. Seguimos trabajando.