.
«N’interrompez jamais un ennemi qui est en train de faire une erreur» (Napoleón Bonaparte).
El discurso del hombre de izquierdas parece equilibrado. El otro día mientras hojeaba la sección de Cartas al Director del diario El País –ahora, Cartas a la Directora– me detenía en las líneas de un valenciano que decía considerarse liberal.
Rafael Jarque comenzaba su breve epístola resaltando los principios comunes de justicia social, igualdad y convivencia compartidos por la mayoría de ciudadanos de tendencia progresista, y luego mostraba su extrañeza ante los posicionamientos radicales de determinados militantes frente a ciertos asuntos [“Ciudadanos desorientados”, Rafael Jarque Soriano. - El País, 13-01-2019]. El autor de la carta aludía a la marca de la casa que presupone tener que hacer uso del lenguaje inclusivo, ser vegetariano y no respetar los festejos taurinos, entre otros puntos.
Hay momentos en los que no se sabe dónde está el término medio de casi nada.
Un católico no ha de ser forzosamente un votante de la derecha, por ejemplo. Un ciudadano partidario de utilizar la lengua española sin añadir el género femenino a cada frase, no será necesariamente machista ni conservador. Hoy en día parece difícil definir qué es la izquierda, qué es la derecha y qué es el centro en España. Lo que de verdad importa es tener claros los principios que uno defiende y los valores en los que uno cree.
__
“Nunca interrumpas a un enemigo que está a punto de cometer un error” (Napoleón Bonaparte).