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Hasta piden la renuncia de Guaidó

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El Parlamento Europeo con una mayoría aplastante  (439 votos) acaba de  aprobar una resolución condenando al régimen madurista y reconociendo a Guaidó. Solo 104 (comunistas y Podemos) votaron en contra y 88 prefirieron la comodidad de la abstención.

La comisionada de Relaciones Exteriores de la Unión Europea (Mogherini) se pronunció en términos de gran dureza. Los jefes de Estado de Mercosur (excepto Evo Morales) condenan la dictadura, la Bachelet es sabido ya que conmovió los cimientos, el Grupo de Lima ratifica su postura. Las denuncias ante la Corte Penal Internacional se están reactivando. El Consejo Permanente de la OEA se pronuncia con 20 votos en favor de la democracia venezolana y el respeto a los derechos humanos, entre los que se cuenta Surinam que antes votaba en contra. Trump y su gobierno enfrían su entusiasmo por una aventura militar, pero refuerzan las sanciones contra el régimen y sus capitostes, etc., etc.  Grecia tuvo una elección hace apenas unos días y el nuevo primer ministro lo primero que hizo fue reconocer a Guaidó.

Con todo esto ocurriendo tan solo en los últimos diez días todavía hay dirigentes políticos venezolanos, formadores de opinión influyentes, tiradores de piedras profesionales, guerreros del teclado operando desde la comodidad del exterior, gente genuinamente convencida y alguna fauna que tienen el tupé de pedir la renuncia de Guaidó, de sus asesores, de sus representantes designados a quienes acusan de ingenuos, traidores, corruptos, encompinchados con el gobierno y demás fantasías que –al menos a este columnista– indignan. Hasta ponen en tela de juicio los motivos que llevan a Noruega (uno de los países más serios, ricos, igualitarios y prestigiosos del planeta) para promover y facilitar el diálogo.

¡No se diga de los delegados de la oposición a Barbados! Ninguno se salva de la crítica, la sospecha, el epíteto y la descalificación. Como a varios los conocemos y tratamos, vamos a estar atentos para ver si compran carro nuevo o se van a esquiar a Courchevel o Aspen este invierno.

Para el mes que viene el gobierno del Perú ha convocado una megareunión de más de 100 países de todos los continentes para abordar el tema Venezuela. En ese centenar los habrá amigos, medianamente amigos y menos que amigos, pero el tema Venezuela será la razón de ser del evento y el gobierno peruano está haciendo todo lo posible porque la reunión produzca algún resultado junto con el Grupo de Contacto y otros foros que también buscan lo mismo.

Y con todo eso todavía hay quienes creen que dialogar es una traición intolerable en la que el “Coco” (Jorge Rodríguez y su combo) se van a “comer en caldo’e ñame” a los niños de pecho de la causa democrática que aún creen en la existencia de San Nicolás. Desde esta columna se propone con seriedad la convocatoria de un foro paralelo en el que cada uno de esos ciudadanos (de cuyos patrióticos motivos no tenemos duda) explique cuáles son los planes alternativos que tienen y ofrecen a los compatriotas para lograr al menos el cese de la usurpación para comenzar. Al hacerlo deberán informar con qué medios y fuerza cuentan para el logro de ese objetivo, cómo han hecho o harán para producir el quiebre del estamento militar, el ingreso masivo de ayuda humanitaria y demás logros que por su importancia deben resolverse a la brevedad más urgente. Deberán hacernos conocer sus planes pese a la hegemonía comunicacional que silencia a los medios. Deberán informarnos cómo garantizarán la seguridad de los marchistas de las megaconcentraciones cuya realización proponen etc., etc. Todo ello sin omitir alguna iniciativa  a corto, mediano o largo plazo que promueva el retorno de la mayor cantidad posible de emigrados. En fin… la libertad de pensamiento y expresión –en la que firmemente creemos– exige que esa gente pueda expresarse con libertad y también implica que esa libertad sea acompañada de la respectiva responsabilidad que debe ser exigida a quienes quieren proponer los rumbos de la patria.

Si hemos llegado hasta aquí no es por obra y gracia de la casualidad. Reflexionemos dónde estaba la causa democrática hace dos o tres años y dónde está posicionada hoy en día, casi en el poder pero –lamentablemente– sin haberlo alcanzado “por ahora”, como dijo  el Iluminado de Sabaneta.

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