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Diosdado Cabello planifica el golpe contra Maduro

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El madurismo vive horas aciagas. En su interior sabe que la crisis económica va a terminar por tumbarlo. No existe aumento salarial ni mal llamados “bonos de protección” que puedan contener y menos tolerar una inflación tan desbocada como la que afecta el bolsillo de los venezolanos. En una economía importadora como la nuestra, sufriendo los rigores de una tasa paralela que representa unas diez veces el valor de la tasa oficial, y sin tener divisas para afrontar las compras internacionales de alimentos y medicinas, este gobierno, por más que intente concluir su mandato, en algún momento todo lo que haga será inútil, es decir, sus ejecutores terminarán fuera del poder.

Que los precios de alimentos básicos, como por ejemplo, carne, pollo, atún, huevos, leche, verduras, legumbres, hortalizas, en sus diferentes medidas por kilo, litro o unidad, superen hasta las seis cifras altas en bolívares, nos coloca en una situación cada vez peor para las familias. El comer se ha hecho una lucha de supervivencia. El gobierno por acabar con la escasez y desaparecer a juro las colas, terminó destrozando el nivel adquisitivo de los venezolanos al permitir la importación de los productos con la llamada tasa libre. ¿Cómo entender que un kilo de cualquier alimento supere en dos y tres veces el salario mínimo? Eso no es “socialismo”. Es barbarie económica.

Hemos llegado al nivel de ver a niños o adolescentes robando auyamas. Otros roban lo que encuentran en los conucos. Damas metiéndose sobres o productos en sus zonas íntimas en un supermercado. El hambre no distingue pensamiento, sexo, edad ni pundonor. Cuando se tiene hambre y no existe dinero para mitigarla, nos encontramos con el dilema entre robar o vernos desfallecidos hasta en el riesgo de morir. Esa es la verdad. Si te mantienes fiel en tus principios, y decides no robar por hambre, te queda el pedir comida, limosna o hurgar entre la basura. Es un dilema existencial que nos roba hasta la dignidad humana.

El madurismo de manera irresponsable nos ha lanzado hasta las arenas movedizas de la podredumbre social. Es una doctrina que solo se aferra al poder. En ellos no existe interés por el pueblo, menos por resolver esta dramática situación. Maduro en ninguno de sus discursos dice cómo va a derrotar la inflación. Solo se limita a hablar en un discurso trasnochado de una “guerra económica” que solo está enquistada en su mente y de quienes conforman su grupo de adláteres. Por el contrario, solo se limitan a tratar de recuperar parte lo que nos devora la inflación con “aumentos” salariales basados en la creación de dinero inorgánico, muy apartados del aumento de la producción y la diversificación de la economía.

Maduro pretende “acabar” con el rentismo, pero solo habla de buscar alternativas que defiendan los precios del petróleo y ha “creado” una ridícula “criptomoneda” que podemos decir: “murió al nacer”. Con tales argumentos, implícitamente reconoce que no tiene las herramientas para volver a importar y menos apuntalar el campo con semillas, maquinarias y producción agrícola en niveles aceptables. Igualmente, sus discursos que han llegado al nivel de las “señas” dejan entrever que no tiene alternativas para sacar a Venezuela de la crisis.

En consecuencia, Diosdado Cabello, al ser el individuo más radical en el seno del madurismo, irónicamente prepara el golpe ante una salida forzada del actual presidente por una explosión social, porque en definitiva a ellos jamás les ha importado el pueblo.

Diosdado Cabello sabe de lo que hablo. Por ello, intenta evitar que Maduro sea pulverizado por las fuerzas sociales, pero ni aunque en la hipotética elección presidencial nos diga el Consejo Nacional Electoral (CNE) que el presidente fue “reelecto” con 80% de la participación y más de “10 millones de sufragios”, será evidente ante la opinión pública nacional e internacional el fraude sobre la voluntad popular, máxime si la oposición decide no participar en tal proceso eleccionario con semejantes condiciones de ventajismo.

Cabello tiene preparado su plan golpista para intentar salvarse ante el naufragio político de Maduro. Esa es la razón por la cual se convirtió en el vocero de un llamado adelantado de “elecciones” por parte de la ilegítima e ilegal constituyente. Verbigracia, intuye que Maduro no tiene manera de seguir gobernando a Venezuela, y, ante esa realidad, ejecutan como primer plan una elección totalmente violatoria de la Constitución y nuestras leyes, pensando que pueden sortear el presente político, pero la verdadera planificación la ejecuta con el ala más radical del madurismo a través de un golpe de Estado que lo coloque en la silla de Miraflores, cuando Maduro no tenga ninguna opción en el contexto político.

El golpe está montado, y no es precisamente el imperio ni la oposición los que lo tienen en agenda. ¿Será capaz Diosdado Cabello de desmentir lo que digo, o espera que sigamos develando sus intenciones de poder corrompido? Estoy seguro de que jamás podrá desmentirnos. No en balde, Cabello acaba de anunciar una “propuesta” también de adelantar las elecciones de la Asamblea Nacional. El final de este gobierno, contradictoriamente, será rojo rojito.

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