COLUMNISTA

El día que Maduro dejó de ser presidente?

por Pedro Luis Echeverría Pedro Luis Echeverría

Cuando perdió la credibilidad de la mayoría de los venezolanos, ese día, Maduro dejó de ser el presidente de todos. Cuando su intolerancia y carencia de principios democráticos dividió a los venezolanos entre chavistas y no chavistas, ese día dejó de ser el presidente de todos. Por sus estulticias recurrentes, mentiras infantiloides, estólidas reflexiones y subestimación de la inteligencia y capacidad de sus conciudadanos, perdió la authoritas y, ese día, dejó de ser el presidente de todos. Cuando prefirió dilapidar los recursos provenientes del petróleo y no utilizarlos racionalmente para satisfacer las ingentes necesidades del pueblo, dejó de ser el presidente de todos. Cuando renunció al liderazgo que confieren la veracidad y la transparencia, dejó de ser el presidente de todos. Cuando decidió que su gobierno fuese una suerte de “caja negra” cuyo contenido real se desconociera y que solo se abriera para anunciar las mentiras y falacias que le convienen a su régimen, dejó de ser el presidente de todos. Cuando fraudulentamente modificó las leyes para tratar de convertir a la Fuerza Armada en su milicia personal, dejó de ser el presidente de todos. Cuando desconoció la voluntad mayoritaria que pidió hacer un referéndum revocatorio, pautado por la Constitución, dejó de ser el presidente de todos. Por su actitud indolente y cómplice frente a la inseguridad y la monstruosa corrupción que nos asolan, dejó de ser el presidente de todos. Cuando trató de eternizarse en el poder e imponernos un pensamiento único, dejó de ser el presidente de todos.

Maduro dejó de ser el presidente de todos cuando impuso el autoritarismo como forma de gobernar; un autoritarismo muy largo con más arbitrariedades y persistencia inflacionaria que ninguno en nuestra historia.

Por sus ineficaces conceptos nublados de arcaísmo y miopía y por no haber sido capaz de construir, durante el tiempo que lleva en el mando, una alternativa sólida, confiable, racional y patriótica, enfocada en los temas centrales, con vistas a ofrecer a los venezolanos un futuro promisor, dejó de ser el presidente de todos

En su gobierno perdieron vigencia el mérito, la constancia y la decencia. Ahora lo que importa es la viveza. Sí, ha resucitado la viveza nacional. Pero no se trata de una viveza que antes se limitaba a travesuras, el humor picante o beneficios de poca monta. No; se trata de una viveza perversa que destruye la República y compromete el destino del país. Olvidó que los electores designan a quienes deben servirlos y no para que los elegidos se sirvan de ellos, por eso dejó de ser el presidente de todos.

En su gobierno el envilecimiento se derrama como una lluvia de pus. Desde arriba se esparce el ejemplo de cómo se puede usar el poder para delinquir impunemente para enriquecimientos ilícitos. Con su complicidad y tácito apoyo, en su gobierno se ha tejido y dilatado una red de corrupción que no podrían sostener ni los cíclopes de la mitología y por eso dejó de ser el presidente de todos.

Así las cosas, por nuestra voluntad y lucha permanente, los venezolanos, más temprano que tarde, lo convertiremos en el presidente de nada y de nadie.