COLUMNISTA

Apagar la hiperinflación con gasolina

por Javier Vivas Santana Javier Vivas Santana

La verdad es que el madurismo y sus defensores no solo son ingenuos, sino que el fanatismo los lleva a creer que estamos siendo gobernados por el “mejor” sistema político del mundo –para no llamarlo neodictadura– y que la hiperinflación, el hambre, la escasez, el colapso de los servicios públicos, y hasta el llevar la gasolina a precios internacionales, mientras el salario mínimo ni siquiera alcanza a un dólar por día, es lo que hace de la cúpula madurista una especie de misioneros enviados de Dios.

Sobre lo anterior, los defensores del madurismo en cualquier momento nos dirán que Maduro es una suerte de Abraham reencarnado, y que necesita no menos de 40 años para lograr el milagro de llevarnos a la “tierra prometida”, y esa sería una de las causas que nos obliga, en este caso a los venezolanos, a tener que sufrir y sufrir para finalmente alcanzar la eudaimonia.

Son tan cínicos quienes integran la cúpula madurista y sus más acérrimos defensores, que ninguno de ellos es capaz de mostrarnos sus cuentas bancarias. Al fin y al cabo, usted nunca se los encuentra en el Metro, o en una parada de autobús, menos haciendo una cola en una entidad bancaria, o para comprar algún producto de esos que rara vez pueden verse en los anaqueles de abastos o supermercados. Es más, habrá que preguntarle a algún gocho o maracucho, de esos que pasan hasta más de 24 horas sin electricidad, si durante ese tiempo se ha topado con las autoridades políticas del partido oficialista o, en su defecto, si miles y miles de venezolanos han visto a quienes defienden el madurismo indagando las razones de por qué en su sector tienen meses sin agua potable.

¡Claro! Los defensores del madurismo lo único que tienen ensayado es el discurso de la “guerra económica”, o del “imperialismo”. Decir que ellos son culpables del hundimiento de los ferrys sería una imprecación. Afirmar que los maduristas son culpables de que nuestros pensionados y jubilados duerman en las calles adyacentes en las entidades bancarias es pronunciar una escatológica mentira. Atreverse a sugerir que las aerolíneas estatales cobran los boletos en euros o dólares para vuelos dentro del país significa un linchamiento mediático. Reclamar porque nuestros niños no reciben alimentos en los planteles sería parte de una calumnia desestabilizadora. Asegurar que nuestros hospitalizados cuando mucho reciben una cucharada de arroz como almuerzo, eso representa la maldad de un terrorismo psicológico. Verbigracia, para los maduristas, quien diga cosas semejantes está blasfemando contra el “mejor gobierno del mundo”.

Por ello, cuando Maduro en cada uno de sus discursos nos recuerda que tenemos las reservas de petróleo más grandes del mundo, pero a su vez nos dice que llevará la gasolina hasta precios internacionales, es porque el hecho de que tengamos un salario mínimo en Venezuela que ni siquiera alcanza un dólar diario, para los defensores del régimen –así lo definió Maduro en Naciones Unidas– son parte de nuevas políticas “socialistas” que buscan demostrar cómo un presidente que se autodenomina “obrero”, no resulta problema para él generar la más nefasta hiperinflación de la historia, porque finalmente logrará demostrar que los trabajadores “no necesitan dinero para vivir”.

Aumentar la gasolina a precios internacionales es la máxima que ha inventado el madurismo. En lo sucesivo, podemos decir que la “guerra económica” o el “imperialismo” quedarán como cuadros de pasillo, cuando entre en vigencia la susodicha medida, porque ahora sí, el régimen terminará acabando con toda la pobreza y la miseria que pueda aparecer en el camino.

De hecho, el madurismo ha asegurado que en “dos años” todo terminará “estabilizado”, o lo que equivale a decir estabilizando la hiperinflación como única forma de mostrarnos el “nuevo modelo económico” para la construcción de la “burguesía revolucionaria” que suponemos es la que nos muestran Pedro Carreño, Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello o hasta la pareja presidencial.

Apagar el fuego de la hiperinflación echándole gasolina a precios internacionales, mientras los ingresos de la inmensa mayoría de los venezolanos ni siquiera son de un dólar por día quedará en los libros de economía política como la máxima “socialista” del madurismo. Sin duda, que sus defensores también quedarán convertidos en los próximos aspirantes al Nobel de Economía.

La verdad es que, ante tanto conocimiento de estabilización y desarrollo económico, el madurismo rompió con todos los postulados y teorías existentes en el área de la economía. Si aparece algún fantasma con fecha de un 27 de febrero, quién quita y terminen invocando la imagen de Carlos Andrés Pérez como parte de un ritual exorcista.