Estamos asistiendo a una más de las contradicciones que caracterizan el accionar del gobierno nacional: mientras sus representantes se sientan ante una mesa de diálogo político en Santo Domingo, cuyo objeto declarado es bajar las presiones y lograr entendimientos con la oposición, por el otro lado la tal asamblea nacional constituyente de un plumazo disuelve y manda liquidar la Alcaldía Mayor de Caracas y también la del Alto Apure.
La creación de la Alcaldía Metropolitana de Caracas está establecida en el artículo 18 de la Constitución de 1999 que dispone una ley especial para la creación de dicha entidad. La ley se promulgó en el año 2000 y funcionó mientras los alcaldes metropolitanos fueron chavistas (Peña y Barreto). Cuando en 2008 ganó Ledezma, no tardaron los próceres bolivarianos en hacer todas las modificaciones para quitarle sus competencias y –obviamente– el presupuesto. Esta semana, antes de que la tal ANC siquiera haya iniciado la primera consideración relacionada con la reforma constitucional para la que fue –ilegítimamente– electa, se da el lujo de liquidar la instancia. Y aquí no ha pasado nada.
Lo anterior, sumado a la obstinada negación de que Venezuela vive una crisis humanitaria, más el default selectivo en el pago de las obligaciones soberanas, de Pdvsa y de otros entes, más la inexplicable decisión de impedir a lo macho un vuelo –perfectamente legal– destinado a conducir a Lima a más de cien niños para que se reunieran con sus progenitores, más la amenaza formulada por el jefe del Estado de aislar por aire y mar a las Antillas neerlandesas para castigar a las mafias del contrabando de extracción, más la advertencia recibida del gobierno de Bonaire avisando que van a trancar la planta de transferencia de crudo que allí tiene Pdvsa porque no cumple con su mantenimiento lo que genera peligro a la isla, más la diaria reducción de la producción, más la lucha ya a cuchillo entre las facciones que pugnan por raspar lo último que queda de la olla, aunado a la hilarante explicación dada por el zar de Corpoelec diciendo que el apagón de esta semana fue causado no por una iguana sino por un saboteador blandiendo una caña de bambú contra los cables, más etc., etc., da la pauta del deplorable nivel al que se ha llegado.
Sin embargo, en política la experiencia demuestra que cuando pareciera que no se puede caer más bajo, pues, resulta que sí se puede, como lo demuestra la Venezuela de hoy.
Resulta interesante contrastar también el celo del procerato “revolucionario” que reacciona vitriólicamente cuando alguien en el exterior osa criticar o rozar con el pétalo de una rosa al gobierno nacional, pero ello no obsta para que el pintoresco Nicolás opine libre y groseramente acerca del proceso de reforma jubilatoria en Argentina o su inconformidad con el recuento de votos en Honduras o lo que le venga en gana. Es evidente que de lo que se trata es de producir y fomentar escándalos que disimulen la crítica situación nacional y la agudización de la misma en estos días cuando los votantes engañados y chantajeados del 10D se presentan a cobrar los bonos chimbos del Niño Jesús que les dieron en los “puntos rojos” adyacentes a los centros de votación o reclaman su bolsa CLAP, que se ha convertido en herramienta de humillación y sometimiento para importantes sectores de compatriotas. CLAP primero, democracia después. Total que no hay ni la una ni la otra y 2018, que está a punto de comenzar, no parece tener las condiciones para convertirse en feliz ni próspero para los venezolanos.
Por lo menos tenemos una explicación y un consuelo: la explicación es que todo lo malo es culpa del “imperio”, y el consuelo es que “tenemos patria”, aun cuando la inflación se la esté comiendo.