COLUMNISTA

La angustia ciudadana

por Pedro Luis Echeverría Pedro Luis Echeverría

Con creciente preocupación la ciudadanía constata que las discusiones en el seno de las organizaciones opositoras no están en sintonía con las expectativas y temores de un importante y numeroso segmento de la población venezolana que percibe que la escalada represiva del régimen, de sus desaciertos, de sus fechorías y triquiñuelas políticas, tienen graves connotaciones y abren una serie de interrogantes y generan diversos escenarios sobre la suerte inmediata del país. En el seno de la MUD, por lo pronto, pareciera que solo discuten sobre el tema electoral de mayo de 2018 y no elaboran directrices y estrategias concretas para orientar al común de la gente sobre las opciones de acción política y de calle que en forma inmediata tiene que asumir la oposición para evitar que se profundicen las dramáticas vicisitudes por las que atravesaremos en lo adelante, no afecten el objetivo fundamental de ponerle cese a un sistema de gobierno que ha demostrado hasta la saciedad su incompetencia y falta de voluntad política para resolver la pavorosa crisis en que nos ha sumido desde el momento que tomó la dirección del país. Desde la sociedad civil se convoca a la constitución de un amplio frente nacional, pero hasta ahora no se conoce que la unidad disidente haya establecido una ruta de acción fundada en los probables escenarios que se suscitarán frente a la posible salida del jefe del régimen y los secuaces que le acompañan en una putrefacta, corrupta e ineficiente gestión que únicamente ha tenido como resultado la destrucción sistemática de la sociedad venezolana.

Para lograr una propuesta unitaria creíble y factible de realizar en las condiciones actuales para alcanzar con éxito el relevo del régimen, es menester tener muy claro y estudiados varios aspectos:

En primer término, la enorme responsabilidad que tienen las organizaciones políticas de reconectarse con una sociedad que perdió la fe en la capacidad conductora de ellas.

Segundo, que sin una adecuada concertación de la dirigencia política opositora con la sociedad civil en cuanto al proyecto nacional de rescate de Venezuela, en la definición de las estrategias de acción política, de la plataforma electoral y un liderazgo unitario, no hay posibilidades reales de crear una mayoría decisiva, que incluya también a los disidentes no militantes y chavistas descontentos, sin cuyo decidido concurso no sería posible derrotar política y electoralmente al madurismo.

Tercero, se debe entender que el país atraviesa por graves circunstancias y que es difícil prever con exactitud la evolución y el desenlace de las mismas; por tanto, debe haber la plena disposición a la adopción de variadas formas de lucha, al diálogo, al mantenimiento de la unidad y la visión democrática como condiciones indispensables y fundamentales para prevenir el caos y la violencia ante los desafíos que tenemos por delante. Igualmente, con seriedad y responsabilidad hay que mantener y ganar espacios políticos para la oposición que rompan la hegemonía gubernamental y obliguen al régimen a respetar la oposición, la Constitución y las leyes.

Cuarto, el país debe conocer cabalmente la debilidad, por no decir la inexistencia, de la fuerza institucional del Estado para conducir y garantizar un ordenado y pacífico proceso de relevo del actual gobierno. Nuestra plena participación con un plan de acción bien definido, provisto de fuerza moral y política que garantice la movilidad social y que tenga capacidad convocante de la insurgencia popular es lo único que podría fortalecer nuestra capacidad de lucha frente al régimen para evitar la anarquía y la aparición de apetitos voraces, procedentes de cualquier sector o individualidad, que vengan a enturbiar una eventual sucesión pacífica del poder y atentar contra la democracia y contra la posibilidad real de la oposición de hacer que los destinos de Venezuela sean conducidos por otras manos. La plena participación ciudadana es el mejor antídoto para controlar los efectos negativos de las argucias y trampas que pudieran desarrollar los aventureros que nunca faltan en estas circunstancias.