OPINIÓN

Caracas espera por un alcalde y alguien más… (Primera parte)

por Wilfredo Velásquez Wilfredo Velásquez
Escasez de agua

Foto: Federico Parra / AFP

La mayor parte del contenido de este artículo lo tomo de uno publicado anteriormente, lo hago porque la situación descrita no ha variado y si lo ha hecho ha sido para peor, por otro lado, la eminencia de un proceso electoral cuyas características no pretendo evaluar, le brindará a Caracas nuevas autoridades, a quienes probablemente les importe poco la complejidad urbana, social y económica de nuestra ciudad.

Es lugar común señalar que las ciudades son organismos vivos, condición que conserva nuestra ciudad, solo que está muy enferma, con muchos y variados diagnósticos y muy mal atendida.

Caracas sigue bendecida por la impresionante presencia del Ávila, la proximidad del mar, nuestra mermada pero permanente primavera y nuestro compasivo clima, que se hace el indiferente ante el desastre ambiental y redobla sus esfuerzos por ofrecernos sus bondades, alejando el bochorno que se asienta en las ciudades vecinas.

Pero nada de lo que tan generosamente nos brinda la naturaleza, parece suficiente para detener la destructiva arremetida de los malos gobiernos, contra la otrora, acogedora y amable Santiago de León.

Para llegar a este hermoso caos llamado Caracas tuvimos que pasar por mucha improvisación, diversas legislaciones y diferentes planes.

Desde el Plan de Ornato y Saneamiento de Guzmán Blanco, en el periodo 1870 a 1882, la Ley de Obras Públicas de 1909, la Ordenanza Sobre Arquitectura Civil  de 1930, El Plan Monumental de Caracas, 1939, o Plan Rotival,  La Comisión Nacional de Urbanismo, 1946, el Plano Regulador de Caracas, 1951,  La Ordenanza y Plano Regulador de J.L. Sert,  la creación y actuación de La Oficina Municipal de Urbanismo,  posteriormente, transformada en la Oficina Metropolitana de Planificación, El Plan General Urbano, el Plan Caracas 2000 de 1981, Las normas para equipamiento Urbano, elaboradas por el MINDUR, en 1985,  hasta el Plan Estratégico Caracas Metropolitana 2020, elaborado por la alcaldía metropolitana en 2012,  todos en mayor o menor medida contribuyeron  para lograr,  una ciudad a veces amigable, otras hostil, con graves carencias, de tráfico complicado, mucha vegetación y repleta de caraqueños, amables, sonrientes y de brazos extendidos.

La ciudad que se desarrolló hasta finales del siglo XX, detuvo su crecimiento, y se precipitó con el comienzo del siglo XXI, en una vorágine destructiva, cuyo resultado es difícil evaluar.

La actuación oficial sobre la ciudad en los últimos veinte años, ha sido, urbanísticamente agresiva y socialmente destructiva.

Su evaluación requeriría de un gran equipo multidisciplinario, que considere todas las áreas para poder establecer, un diagnóstico aproximado, del triste resultado logrado en veinte años de cubanización y administración socialista.

En este artículo intentaré una aproximación crítica, a la situación actual de nuestra ciudad, sin considerar los aspectos socioculturales, ni el empoderamiento ciudadano de los espacios públicos.

En tal sentido revisaré, someramente el equipamiento urbano, su mantenimiento y el mobiliario urbano.

Aspectos que, aunque pudieran no ser los más importantes, según los diferentes enfoques sobre la cuestión urbana, tienen en común que pueden ser cuantificables.

En cuanto al equipamiento urbano, Caracas ha venido sufriendo un acentuado deterioro de los servicios de redes y de los llamados servicios puntuales.

A primera vista, resulta evidente el deterioro de los servicios de electricidad, aguas blancas, aguas servidas, aguas negras y vialidad.

El colapso eléctrico nacional es menos grave en  Caracas, porque el gobierno teme, enormemente la reacción del caraqueño, sabe que las protestas en la capital son más contundentes y de mayor repercusión mediática, por cuya razón, trata de evitar el caos que genera en la ciudad cualquier apagón, racionando arbitrariamente la electricidad en el interior del país, para atender la capital,   sin embargo, los apagones sectoriales, son cada vez más frecuentes y las caídas de tensión siguen causando muchos daños materiales en los hogares.

En las clínicas y hospitales, el mal servicio en algunas oportunidades ha causado desenlaces no deseados.

Referente al servicio de agua potable, la ciudad resulta muy vulnerable, ahora, debido a las deficiencias del servicio eléctrico y al deficiente mantenimiento del Sistema Tuy.

La irregularidad del servicio en los sectores más favorecidos es contrastante con la carencia casi absoluta de los sectores populares.

No llega agua suficiente a la ciudad, y la negligencia oficial permite los botes, hasta que saturan el terreno y se producen los asentamientos de las vías.

Las plantas de potabilización son insuficientes, carecen de los recursos necesarios, al punto que ningún caraqueño se arriesga a ingerirla directamente del grifo.

El sistema de cloacas y drenajes, que por fallas en su construcción, como las interconexiones, los deficientes estudios de pendientes, la mala disposición del recorrido de las redes, el cálculo inadecuado de la resistencia del concreto de las bocas de visita, los diámetros insuficiente de las tuberías, y un largo etcétera, que en muchos sectores lo hacían fallar en tiempo de lluvias, ahora por falta de mantenimiento, se derraman y corren sin ninguna atención  oficial por la superficie, inundando las calles y llenando el  ambiente de olores nauseabundos y putrefacción.

Los malos olores resultan peores, porque la carencia del servicio de agua, ocasiona que las que corren por los ríos Guaire y Valle, sean insuficientes para arrastrar los desechos, provocando el hedor que predomina en la ciudad.

Caracas vierte las aguas servidas directamente a sus quebradas, a los ríos que la recorren y al mar. En este sentido nuestra huella ecológica resulta enormemente vergonzosa.

El Guaire, es un río negro que avergüenza al caraqueño, utilizado por los gobiernos para ejercitar, descaradamente, la demagogia y la corrupción.

En cuanto a vialidad, me permito ironizar: “siempre dijimos que el tráfico en Caracas era irresoluble, pues no, lo resolvieron fácilmente, acabando con el parque automotor, destruyendo las ensambladoras, negando las divisas a los importadores de repuestos y sumiendo a la clase media en la pobreza extrema, con salarios que no permiten ni la supervivencia y menos la reparación o reposición de los vehículos. Así acabaron con las colas e hicieron a Caracas transitable, entre cráteres y lagunas, pero transitable».

En los últimos treinta o más años, no construyeron nuevas vías, no mantuvieron adecuadamente, ni ampliaron las existentes.

Proyectos nuevos, como el Bus Caracas, poco aporta a la movilidad urbana, destrozó buena parte de una importante arteria vial, generando cuellos de botellas que lucen insalvables, el distribuidor de la bandera, de reciente construcción, viola hasta las más elementales normas de diseño vial.

Se pueden mencionar como positivos, los nuevos accesos a la autopista, que, si bien facilitan el tránsito, evidencian el desprecio de los ejecutores por el cumplimiento de las normas, a tal punto que ni cuestiones elementales, como el cálculo del radio de giro fueron considerados.

El mantenimiento vial, tan necesario en una ciudad de alto tráfico, pareciera borrado de los presupuestos oficiales, en algunos municipios empiezan a retomarlo, pero irrespetan las normas, en algunos casos es evidente la falta de escarificación, por lo que al subir la cota del asfaltado dejaron las tapas de boca de visitas deprimidas, en otros tramos el espesor de la carpeta de rodamiento está por debajo de las disposiciones técnicas.

En general las calles de Caracas carecen de mantenimiento, resultan intransitables y permanecen surcada por ríos de aguas negras.

A pesar de lo señalado, resulta justo, reconocer la manifiesta preocupación del gobernador de Miranda por el ornato en algunos sectores de la ciudad.

Someramente, a rasgos generales, esta es la deplorable situación que observamos de los servicios de redes de la ciudad.

No se hizo ninguna consideración sobre las redes de comunicación, tanto subterráneas y aéreas, como teléfonos, alumbrado eléctrico y las redes de TV por cable e Internet.

Esta descripción somera de los problemas de la ciudad son los compromisos que esperan a los alcaldes y demás autoridades que resulten electas en las venideras elecciones.

Para facilitar la descripción de los males que aquejan a la ciudad he asumido la definición que clasifica los servicios de la ciudad como redes de servicio y servicios puntuales, en mi artículo de la próxima semana continuaré describiendo la situación, observada por mí, de los llamados servicios puntuales con el propósito de evidenciar la magnitud del compromiso que supuestamente están asumiendo quienes se  han postulado para «dirigir» el complejo funcionamiento de nuestra urbe y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.

Ojalá sean conscientes de la tarea que están asumiendo.

Ánimo y no olviden que se propusieron voluntariamente.

Hasta la próxima semana.

@wilvelasquez