OPINIÓN

Cada dictador carga su mamporrero, “aunque sea zapatero”

por Abraham Gómez Abraham Gómez

En la antigüedad se le quiso dar al oficio de mamporrero un cierto prestigio, ya que en su momento implicaba que la persona involucrada contase con la habilidad suficiente para posibilitar la procreación de los mejores caballos.

¿Cuál era la misión del mamporrero? Conducir el falo del equino semental, con puntería, hacia la vagina de la yegua. Trabajo que resultaba indispensable para poder contar con ejemplares competitivos.

Hay personas que no escoden su apariencia, su disposición, voluntad y ganas de hacerse mamporreros en la política, serviles de los tiranos. Les encanta la reptación y el trabajo sucio.

La definición de mayor uso para mamporrero, en estos tiempos de baja politiquería, se aproxima a describir a un sujeto que ayuda en la realización de una tarea moralmente repugnante.

Esa acepción la han asimilado, sin escrúpulos, quienes medran por cualquier cosa a las orillas de los regímenes autoritarios.

El exgobernante español, suficientemente conocido y tan abominado en bastantes países, ha asumido por antonomasia la condición de mamporrero. Y parece que él se regusta con esa “tareíta”, valga decir: cooperador de dictadores.

Viendo el desempeño del señalado “personaje”, nos resulta fácil relacionar el término mamporrero con gente llena de vileza y ruindad; por lo que, se hace asequible construir una metáfora, en la actualidad, con la   palabra y oficio de mamporrero. Además, es aplicable en cualquier lugar donde afloren tales especímenes: China, Rusia, Cuba, Corea del Norte, España, Nicaragua…

Total, para ellos lo más importante es ser mamporreros, con el pretexto de que los sátrapas desembuchen sus deleznables propósitos.

Innumerables dirigentes políticos, en cualquier latitud geográfica y distintas épocas y circunstancias, parecen que reciben una inoculación perpetua para exteriorizar conductas enfermizas, extravagantes o idiotizadas.

La historia se ha encargado de aportarnos ejemplos de quienes les cuadra la descripción anterior;  por cuanto, las protuberancias con las que han actuado no les da tiempo para un trabajo remedial, o para disimular las estupideces cometidas.

Las fuentes consultadas nos ofrecen enjundiosos relatos inimaginables acerca del tristemente famoso Calígula, que develan su crueldad y su demencia. Tras las cortinas escondía su particular mamporrero.

Se cuenta que en sus últimos años de vida estuvo envuelto en una serie de escándalos entre los que destacan mantener relaciones incestuosas con sus hermanas, e incluso obligarlas a prostituirse. En resumen, quedó configurado a cuerpo entero como un tirano desquiciado.

Analicemos este otro caso: a mediados del siglo XIX se desató una crisis económica incontrolable en Haití; lo cual generó varias insurrecciones, que fueron duramente reprimidas por órdenes del emperador Faustino I. El mismo que había sido, hasta hacía poco, el humilde Faustino Soulouque, originario y proveniente de las masas esclavizadas. Comenzó a padecer delirios de grandeza, al tiempo que desató sanguinarias persecuciones contra su misma gente.

El orate Soulouque y sus” fuerzas imperiales” no pudieron contener al pueblo que clamaba libertad. Terminaron sus días guillotinados unos, y en el destierro otro. Todos los mamporreros de los que disponían no pudieron evitar que su propio pueblo los ajusticiara.

Sigamos viendo: Idi Amin Dada, mejor reconocido como Amin, nunca escribió una autobiografía, ni dio su autorización para que se hiciera una versión oficial de su vida; por lo que existen discrepancias sobre cuándo y dónde nació. La mayoría de las  fuentes biográficas sostienen que nació en Koboko o Kampala hacia el año 1925.

Amín se nombró a sí mismo presidente de Uganda, comandante en jefe de las fuerzas armadas y jefe de los estados mayores del ejército de tierra y del aire.

En qué guarda relación con los déspotas anteriores; nada más y nada menos en que el gobierno de Amin se caracterizó por el abuso flagrante de los derechos humanos, la represión política, la persecución étnica, los asesinatos extrajudiciales, el nepotismo, la corrupción y la mala gestión económica. El despreciable Amin tenía varios mamporreros.

Otro caso: Saloth Sar (Prek Sbauv, ​ más conocido como Pol Pot, fue un dictador camboyano, y el principal líder de los Jemeres Rojos, desde la génesis de éstos en la década de 1960 hasta su muerte en 1998. Fue también primer ministro de Kampuchea Democrática, durante la dictadura de los Jemeres Rojos. Forjador de un Estado de corte maoísta. El temible Pol Pot pasó a la historia como el principal responsable del denominado genocidio camboyano, que fue la principal razón para la constitución de un Tribunal Internacional.

Cada uno de los abominables personajes anteriormente citados tenía para uso particular su exclusivo mamporrero; que al caer en desgracia su proponente desaparecen también de la faz de la tierra, pero no de la memoria colectiva.