¿Quién no se asusta cuando la figura con más responsabilidad pública -el presidente Nicolás Maduro- plantea que o gana las elecciones del 28J o habrá un baño de sangre en el país, una guerra civil? La irresponsable intervención de Maduro durante un mitin de su campaña a la reelección hizo estremecer hasta al propio presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. “Me asusté con esa declaración”, admitió Lula en una conferencia de prensa con corresponsales extranjeros.
El mandatario brasileño, recogen agencias internacionales de noticias, conversó en dos oportunidades con Maduro. “Le he dicho que la única posibilidad de que Venezuela vuelva a la normalidad es que haya un proceso electoral ampliamente respetado”. Es un recordatorio de lo que Lula ha expresado durante los últimos meses y, en particular, desde que el Consejo Nacional Electoral bloqueó sin explicación alguna la inscripción en el mes de marzo de la candidatura de la académica Corina Yoris en sustitución de María Corina Machado, la contundente ganadora de la primaria de la oposición democrática en octubre de 2023.
En democracia, precisó Lula, el que pierde “se lleva un baño de votos, no un baño de sangre” y Maduro “tiene que aprender que cuando se gana se queda, y cuando pierde se va y se prepara para otras elecciones”. El presidente de Brasil a lo largo de su extensa carrera como sindicalista, primero, y líder del Partido de los Trabajadores (PT) después, sabe de victorias y derrotas. Antes de su llegada al poder en 2003, fue vencido en tres aspiraciones a la presidencia en los años 1989, 1994 y 1998.
Antes de la amenaza a los electores de Maduro, cinco gobiernos latinoamericanos —Argentina, Costa Rica, Guatemala, Uruguay y Paraguay— emitieron un comunicado conjunto sobre el proceso electoral venezolano en el que señalan que los comicios del 28 de julio “representan una oportunidad para traer paz, unidad, progreso y democracia” a Venezuela.
“Esto solo será posible si las autoridades venezolanas cumplen estrictamente los compromisos adquiridos con la oposición en los Acuerdos de Barbados, y se respetan los principios democráticos, así como los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los venezolanos”, indica el comunicado de los cinco países.
Lo expresado por los gobiernos de la región evidencia, además de la defensa de la causa democrática, el significado de la elección del 28J como dique de contención de una nueva avalancha de migrantes venezolanos en el caso de que no se produzca la victoria electoral que la mayoría de los sondeos de opinión conceden por amplio margen a la oposición democrática. La continuación de Maduro en el gobierno se constituye por tanto en una honda preocupación en términos de la seguridad regional, forzados los países del área a recibir contingentes de compatriotas en busca de trabajo y protección social.
El gobierno de Lula enviará a Caracas a su excanciller y asesor de Asuntos Internacionales, Celso Amorim, para presenciar las votaciones del domingo 28 de julio, además de dos observadores designados por la Justicia Electoral de Brasil. Es de esperar y desear un comportamiento similar de otras cancillerías de América Latina y del mundo democrático. La observación y vigilancia electoral es indispensable cuando se vota en un ambiente de ventajismo, persecución y amenazas.
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