Díaz Ayuso no es la osa menor de Madrid, no necesita ni el sostén ni la sombra del madroño que da identidad a la cosmopolita ciudad.
Isabel Natividad es un animal político, de sólidas y poderosas garras que por ahora, ha demarcado firmemente su territorialidad dentro de los límites de la Comunidad de Madrid.
Intentar su lectura, como personaje público, implica la consideración de sus relaciones con los protagonistas de la actual coyuntura.
En este momento, pareciera ser la obsesión del presidente del gobierno y la más oscura y oculta pesadilla del líder de su partido.
El primero, cada vez que la ataca, la enaltece y el segundo, teme nombrarla porque reconoce en ella su más peligroso adversario interno.
En el último impasse removió la misoginia socialista y la intolerancia de algunos sectores feministas.
Una coincidentia oppositorum logró que machistas y feministas actuarán juntos, o sea, como fue dicho por Heráclito y dialécticamente ratificado por Hegel: El diablo los cría y Ayuso los une.
Observamos asombrados cómo la jauría progre lanzaba dentelladas, siguiendo el ejemplo del macho alfa y vimos también brotar, impetuoso y sin tapujos, el grotesco machismo que subyace en el subconsciente del feminismo militante.
Triste espectáculo ver a una feminista juzgando la suavidad de las sábanas y las dimensiones de las camas donde duermen sus congéneres.
Lo que no hemos visto es a sus copartidarios cerrando filas con ella.
Vista a la breve distancia que brindan los medios luce como una militante de derecha, posmoderna, ecléctica, con una visión empresarial de la gestión pública.
En lo económico no sé si sigue a los fundadores de la Escuela Austriaca, pero deja ver reflejos del individualismo metodológico, es decir, que en sus declaraciones no demuestra mayor preocupación por categorías sociológicas como género, raza o clase.
Ella critica al Estado, aun siendo parte del mismo, aunque pudiera ser porque el máximo representante del Estado actúa como su mayor enemigo.
Prioriza al mercado, no se identifica abiertamente con el capitalismo globalista, ni se declara nacionalista.
Tampoco sigue la moda libertaria, luce pragmática, busca la efectividad en sus acciones.
Los medios y especialmente las redes la reflejan alegre y desenfadada en sus declaraciones, no parece muy comprometida con la corrección política ni dada a los radicalismos.
Busca en silencio su otredad (en términos filosóficos), la busca en la persona del principal líder de su partido.
Este último se caracteriza por su discreción, mesura, capacidad organizativa y osadía para negociar, tiene la paciencia del empleado de correos, sabe que el mensaje como la victoria, deben llegar.
No importa si llueve, truena o relampaguea, el correo siempre llega.
Pero alguien debe llevarlo.
Tiene las cualidades de los que practican el populismo capitalista, sabe de alianzas, hace promesas y si tiene que ofrecer el cielo lo hace, se mueve bien entre los sectores populares, sabe cómo ganar su apoyo y utilizarlo, cree en el Estado como un gestor de servicios.
Pertenece a la “derecha progre”.
Isabel Natividad reconoce su liderazgo, no espera su apoyo, pero sabe que puede ayudarla.
Entiende que los errores del líder pueden ser su mejor enseñanza y también su gran oportunidad.
Por ahora marca sus diferencias, mientras el líder busca el amor oculto, pecaminoso, con el representante del gobierno, ella, frontal y decidida, lo ataca construyendo su liderazgo.
Es militante de derechas, pero en su bien hacer político, se diferencia de la derecha neolítica de Vox y del populismo progre, representado por el líder de su partido.
Representa la derecha del Estado reducido, no invasivo, inclusivo y efectivo, el libre mercado, sujeto a sus propias reglas, pero bajo el escrutinio del Estado.
Si se intenta definir, el amplio espectro de las “derechas” españolas, comparándolas con los diferentes tipos de “cata”, podríamos decir que la ultra, (perdonen la etiqueta) representada por Vox, es una cata organoléptica, convencional, que busca los vinos tradicionales, de “château”, prestigiosos, recios y capaces de soportar el tiempo.
Define los vinos por sus cualidades visuales, gustativas, olfativas, su textura en boca, es decir buscan, las apariencias, los viejos estándares, las tradiciones, los valores y modales del pasado.
Conforman un espacio político donde solo caben “ellos”, los de siempre, las castas de Milei, donde los jóvenes, las nuevas tendencias, no tienen cabida.
Su crecimiento solo se daría por el reagrupamiento de la vieja derecha, estigmatizada por los progre durante décadas, cuyos jóvenes, se han educado, avergonzados de sus valores, temerosos de reconocerlos ante la arremetida mediática de la izquierda, más beligerante y agresiva, este grupo tiene una reducida posibilidad de crecimiento.
Representan la derecha neolítica.
La siguiente carta es la que busca el maridaje entre vinos y platos, intenta potenciar los sabores de las comidas buscando el vino que cumpla ese propósito, busca el equilibrio entre las grasas y la acidez, (derecha e izquierda), son los equilibristas de la política, los buscadores de alianzas y acuerdos imposibles.
En este símil de la cata de vinos con el desempeño político, equivale a la forma populista, tratan de complacer al interlocutor, de adecuar el discurso a las motivaciones políticas del otro, algo así como ser de derechas, pero no tanto que espante, si tu plato lleva frutas te ofrezco el vino afrutado, si la vida te dio quesos fuertes te ofrezco un vino dulce que te haga la vida más llevadera.
Trata de satisfacer todos los gustos, pese a ser ideológicamente de derechas, lo asumen en la banda de las coincidencias, esperan crecer captando los sectores ideológicamente indefinidos y a los militantes descontentos y críticos de la izquierda.
Temen asumir francamente la libertad de mercado. Representan el populismo progre,
El tercer grupo, donde parece ubicarse Díaz Ayuso, representa la cata libre, en primer lugar, los vinos son variados, la única condición es querer disfrutarlos, nadie te dice como ni en qué orden, sin restricciones.
Es la opción libre de practicar la política.
Representa el mercado interactuando libremente con los ciudadanos, donde el Estado, o sea los organizadores de la cata, facilitan, el encuentro con un mínimo de regulaciones, establecen entre ellos, sus acuerdos, donde el derecho a la propiedad y el respeto a la libertad individual son las normas básicas.
Este sector (no definido como tal, por ahora) luce con reales posibilidades de crecimiento, se muestra abierto a todas las tendencias, al libre emprendimiento, a la igualdad y la inclusión no sujeta a las definiciones de izquierda.
Tiene posibilidades de trascender los límites del partido donde milita la persona objeto de este artículo.
Esta es una apreciación política, empírica y basada en algunos contenidos, por lo que seguro estará llena de errores, sin embargo, me permito decir que en Madrid se está forjando, al calor de la praxis, la primera candidatura femenina, con posibilidades reales de éxito, para presidir el gobierno de España.
@wilvelasquez