OPINIÓN

Algo tan necesario y sencillo como la soledad y el silencio

por Eugenio Fouz Eugenio Fouz

Hoy he resuelto hablar conmigo mismo” (Mario Benedetti)

Quizás recuerde el instante televisivo en que un político español pidió silencio con un gesto de la mano a sus adversarios (y a los espectadores, que éramos muchos). Aquella transmisión fue importante para los ciudadanos de nuestro país, puesto que estábamos convocados a las urnas. A diferencia de otros países, en España no es obligatorio el voto, es decir, no es una obligación sino un derecho. Uno puede votar si quiere, y si no quiere, no vota. Lógicamente una convocatoria de elecciones con una participación baja o media deja en mal lugar tanto a los políticos como a los votantes. Pero no quiero irme por las nubes.

Comentaba anteriormente que un político había pedido silencio en un programa de televisión en el que los partidos democráticos presentaban sus propuestas y debatían ordenadamente por turnos y con tiempos medidos. El caso fue que Albert Rivera, líder del partido Ciudadanos, pronunció un discurso que le persigue aún hoy: “¿Lo escuchan?”. Rivera esperó un par de segundos … y se respondió a sí mismo: “Es el silencio”. Quiso con este inicio poner en evidencia el desamparo -siempre según el político- en el que nos encontrábamos los españoles por aquel entonces.

Aquella breve plática preparada para las elecciones generales del 28 de abril de 2019 no pasó inadvertida. La opinión pública explotó al máximo aquel inicio teatral o poético para mostrar el lado jocoso de la idiosincrasia española creando memes en Twitter y repitiendo la frase “es el silencio” hasta hartar a cualquiera. No pude evitar recordar esta anécdota después de leer una columna sobre las nuevas costumbres adquiridas en el mundo desarrollado. Bruno Patino cuenta que en un pueblo de Idaho (Estados Unidos) se ha impuesto la prohibición de caminar mirando al móvil o enviando mensajes de texto (Bruno Patino, Caminar, pero en silencio; El País. 2/8/2020). El columnista dice que en aquella población -Rexburg- ha habido muchos atropellos por culpa de la distracción de los viandantes. Los pasos de cebra son el lugar elegido por los distraídos peatones para cruzar sin mirar a ambos lados. Sí atienden, empero, a la pantalla del celular. Patino reflexiona sobre un pasado no lejano en el que una mayoría de caminantes iba acompañada de otro caminante, el walkman. Parece triste pensar que somos de verdad incapaces de disfrutar de algo tan necesario y sencillo como la soledad o el silencio