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“Alea iacta est” – Venezuela 28 de julio: radiografía de un fenómeno democrático

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Como he referido en mis publicaciones en El Nacional, fijé para ello el último día viernes de cada mes y referirme a acontecimientos que hayan ocurrido en esos mismos meses. Pues estamos en el último viernes del mes, el 26 de julio de 2024, que ocurre en un momento que Venezuela se encuentra en vísperas de un acontecimiento de vital importancia ya que, del mismo, literalmente depende la recuperación de la república de la descomposición, la indignación y el latrocinio al que ha estado sometida por cinco lustros.

Pero refirámonos al antecedente histórico que nos servirá para las reflexiones de este importante mes, y nos trasladamos a la madrugada del 11 de enero del año 49 antes de Cristo, especialmente en la ribera norte del rio Rubicón que delimita la frontera de Roma, donde ocurrió un acontecimiento decisivo en la historia de la humanidad.

En ese momento, en ese lugar del planeta, Julio César se encontraba ante necesidad de tomar una de las decisiones más importantes de su vida, la de cruzar el rio con sus tropas hacia Roma, si lo hacía, significaba asumir todas las consecuencias de su actuación, de su convicción, era avanzar hasta el final, no habría vuelta atrás, y así lo hizo, cruzó sabiendo que debía enfrentar a Pompeyo quien huyó y no estaba en Roma al momento de la llegada del Cesar quien se hizo con el poder y luego de él, se instauró nada menos que el Primer Imperio Romano.

«Alea iacta est» -la suerte está echada- es la expresión que se le atribuye a Julio César haber dicho con firmeza al momento de cruzar decididamente el Rubicón hacia Roma y desde ese momento la humanidad conoce la influencia de este personaje en la historia, tan es así, que el propio mes de Julio lleva su nombre, y desde ese mismo momento, desde el cual han transcurrido más de dos milenios, teniendo esa decidida y definitiva actuación de asumir con entereza y determinación las consecuencias de hacer valer nuestras convicciones y principios, más si estamos convencidos y creemos que los mismos están en riesgo de perderse frente a sistemáticos ataques proferidos por viles personajes arrastrados por la maldad, el odio y el resentimiento.

«Alea iacta est«, -la suerte está echada-, el 28 de julio de 2024, en un par de días, Venezuela, la región y el mundo, sí, el mundo, se juega algo más importante que unas elecciones presidenciales en Venezuela, donde queda muy poco, pudiera decirse nada, de lo que es democracia, de un estado de derecho, Venezuela no es más que otra autocracia, despotismo, tiranía, una dictadura más, superando cualquier determinación técnica entre esos términos, uno de los mejores ejemplos de todo un sistema cleptocrático de los que han azotado muchas de las sociedades a lo largo de la historia de la humanidad, y de las que algunas han podido liberarse, otras aún no, como lo es el caso de Venezuela.

Para el momento que se escriben estas líneas aún no ha ocurrido el proceso electoral presidencial en el que se miden, principalmente se medirán, (o ya se midieron, si es que lo estás leyendo luego del 28 y sí ocurrieron las elecciones), Edmundo González Urrutia, quien entra en esta contienda como única opción genuinamente democrática su candidatura ante la “inhabilitación” de María Corina Machado, y prácticamente el resto de las demás distintas a la de la reelección no son más que candidaturas cosméticas, acomodaticias y conniventes, algunos de los conocidos como “alacranes”, por lo que evidentemente, son infinitas las interrogantes y tensiones en el foro político tanto de Venezuela como del mundo, en especial ante la forma en que se ha llevado el camino tortuoso que ha tenido que transitar la oposición y resistencia  democrática de Venezuela desde los inicios del régimen que en el mismo año 1999 atestara un duro golpe a la institucionalidad constitucional.

Cómo es completamente natural, los candidatos que se presentan en una contienda electoral, manifiestan que cuentan con los votos suficientes para asegurarse la victoria, pero como el caso venezolano no solo NO es una de efectiva democracia, sino que tampoco es el de una dictadura o totalitarismo tradicional, hay que prestar mucha atención a todo lo concerniente a encuestas, mediciones, campaña y proceso electoral, entre otros aspectos.

Resulta que en muy generales y personales entrevistas, observación e investigación, entrevistas, contenido de redes sociales y apreciación personal de campo antes de finalizar esta entrega, no obstante los obstáculos y dificultades puestos a la candidatura de la Ingeniero Machado, luego a la de la Profesora Corina Yoris Villasana, y finalmente al diplomático González Urrutia, esta opción se presenta como la ganadora en los comicios por una aplastante mayoría (recuerde que esto se está escribiendo con anterioridad al 28 de julio de 2024), pero así como se percibe esa confianza y seguridad que la inmensa mayoría de los venezolanos votarían por esta opción, existe también una gran preocupación ante la posibilidad de la comisión de fraude electoral mediante el cual el sector oficial, no solo pretenda aparecer victorioso en las elecciones, sino que de no hacerlo, no entregue el poder, fraude  que no se agota con las prácticas de alteración de resultados, usurpación de identidad, centros, mesas y máquinas de votación fantasmas sobre los cuales se han creado un importante número de mitos, cuando el verdadero fraude se gestaría más bien en prácticas que atenderían a generar abstención, hostigamiento, persecución de electores, voto controlado, restricciones a testigos, entre otras que son más de contenido psicológico que técnico electoral, lo que cobra especial dimensión al existir tanto tiempo, seis meses, entre la celebración de las elecciones, que fueron acomodaticiamente fijadas de diciembre para julio, y la oportunidad de toma de posición en enero de 2025.

Pero resulta que la Venezuela de hoy es muy distinta a la de hace algunos años, y es que no solo que el caso venezolano como observaremos no es un caso de dictadura o totalitarismo clásico o tradicional, así como que también, hasta no hace mucho, a pesar que para los venezolanos era más que evidente la situación del país en cuanto a la pérdida de toda institucionalidad y sistemáticas violaciones de las libertades civiles, en el exterior era realmente muy poco lo que se sabía formalmente de lo que estaba ocurriendo, es decir, mediante trabajos de investigación verificables y que atendiesen a estándares de investigación y verificación necesarios para elaborar respuestas serias más allá del contenido noticioso, lo que insistimos, es muy distinto hoy.

Baste señalar entre otros procesos conocidos por instancias internacionales como el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, de cual Venezuela denunció tratados relacionados con la pretensión de extraerse de sus obligaciones, o de las diversas denuncias y procedimientos conocidos en por el Sistema Universal de Derechos Humanos a través de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el ciudadano Volker Türk, en cuanto a la grave y sistemática violación de Derechos Humanos, de hechos que podrían constituir delitos de lesa humanidad investigados por el fiscal de la Corte Penal Internacional sobre Venezuela, Karim Khan, o del conocimiento y las propias cifras de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) de la grave situación de la crisis migratoria o diáspora venezolana las cuales indicarían que hasta más de siete millones de venezolanos habrían sido movilizados y a los que en un importante número se les están vulnerando sus derechos a la participación política al no permitirles votar en estas elecciones.

En cuanto a las evidentes diferencias entre la actual situación del conocimiento por parte de la comunidad mundial y organismos internacionales sobre la situación venezolana, investigaciones y datos que la verifican más allá de noticias en medios tradicionales y redes sociales, recuerdo la oportunidad en que asistí en febrero de 2018 como profesor invitado por el director de la maestría de Derecho de Reconstrucción de los Estados en la Universidad de Aix-Marsella, el Profesor Xavier Philippe a dar unas conferencias, y en la que los alumnos mostraba un gran interés en el caso venezolano sobre el cual querían investigar, diciéndome que era realmente poca, prácticamente inexistente, la información sobre Venezuela, sino la que aparecía en páginas de noticias de internet, no así estudios a profundidad.

En efecto, la situación venezolana no se encuadra dentro lo que es una democracia o un estado de derecho funcional, siquiera como de estado fallido, incluso tampoco encuadraría dentro de las propias nociones de dictaduras y totalitarismos tradicionales, por lo que no son extrañas la menciones como las hechas por el YouTuber y analista político Enrique Fonseca en sus videos: “…pero esto es Venezuela”, y en similar aproximación, en canales relacionados como “VisualPolitik” y “VisualEconomik”, lo que nos obliga a acercarnos y analizar el fenómeno desde otras aproximaciones como las propuestas por académicos como John Keane en sus diversas obras sobre democracia y más especialmente una de las más recientes sobre “El Nuevo Despotismo” (The New Despotism), o de los profesores Sergei Guriev y Daniel Treisman en su libro “Nuevos Dictadores” (Spin Dictators), donde señalan que a diferencia de casos como los de la China de Mao, la Yugoslavia de Tito, Amin en Uganda, o Pinochet en Chile, estas nuevas dictaduras ponen especial esfuerzo en lucir como estados democráticos para lo cual las transgresiones de los derechos de la población son más sofisticados en no parecer violentas incurriendo en agresiones físicas masivas y apelando a gran número de “elecciones”, que nos son más que procesos amañados, así como de hacer uso al buen estilo de Goebbels mediante intensiva propaganda, actualmente llevadas al campo de los medios digitales, cuando no resultan ser más que imitaciones de democracias, democracias fachada de mera utilería caracterizada además por las de pretender que como si se tratase de un verdadero Estado de Derecho, en una supuesta separación de poderes la cual es inexistente, lo que se agrava no solo haciendo uso de la producción legislativa para dictar “leyes” que no son más que instrumentos de opresión, así como sistemas de justicia completamente serviles que hacen nugatorio cualquier remedio judicial y que bien merecen ser tratados como en casos de totalitarismos anteriores en obras especializadas.

Si bien como se ha referido es propio de estas nuevas dictaduras y nuevos despotismos el parecer democráticos y no mostrarse abiertamente “violentos” como los “totalitarismos tradicionales”, ello no es del todo así, ya que incurren igualmente en las mismas infames prácticas de desapariciones forzosas, ejecuciones extrajudiciales, torturas, violaciones, y hasta aberrantes prácticas como las de extensión del hostigamiento persecución y castigo a los familiares y allegados de los señalados como enemigos, la práctica de la llamada “Sippenhaft”, gran cantidad de ellas debidamente documentadas en los informes presentados por organismos como se indicada la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos y la Fiscalía de la Corte Penal Internacional, entre otros tantos más. Incluso, estos nuevos totalitarismos del siglo XXI, actuarían con tanta saña y maldad, que serían dignos de ser analizados desde la propia noción de la “Ponerología Política”, esto es, desde la “ciencia de la naturaleza del mal adaptada a propósitos políticos” y plasmados en obras en las que especialmente se refiere al mal como elemento esencial de estos regímenes.

«Alea iacta est» -la suerte está echada- Aproximaciones 

Como no difícil de imaginar, creer y sentir, nunca antes en Venezuela se había estado en situación tan apremiante y especial en cuanto a hacerle frente a un caso que es y será de estudio político y sociológico como las próximas elecciones del 28 de julio de 2024, observándose que con cada día que transcurre hasta la referida fecha, se incrementa cada vez más la represión y persecución a quienes apoyen la lucha de Machado y la candidatura de González, pero contrariamente a lo que pretendería el régimen con el amedrentamiento,  la población general lejos de sentirse atemorizada, sale con energía, sin caer en provocaciones, de manera activa en inmensas movilizaciones y concentraciones que incluso han llegado a ser comparadas con las del propio Chávez en sus momentos de mayor aceptación y aceptación popular, tal vez superándolas, tomando en consideración las diáspora, el amedrentamiento y las restricciones para las movilizaciones, lo que aunado con encuestas y opiniones de estudiosos sobre la realidad política venezolana, sería prácticamente imposible perder las elecciones, pero aquí nuevamente una situación que preocupa a las personas quienes piensan, creen, e incluso aseguran que el mayor problema no sería ganar las elecciones en sí, sino que como es natural a la esencia de los despotismos y dictaduras, tanto las tradicionales como las nuevas, obrar desde un amplio espectro de posibilidades que van desde desplegar un masivo fraude electoral toda vez que en efecto no se está ante unas elecciones plenamente libres, hasta el resistirse de entregar el poder y mantenerlo hasta con las armas, como ya ha se amenazado y señalando esa como la única garantía de paz, ya que en el caso contrario se estaría en una situación de “guerra” en la que se haría uso de las armas para preservar la revolución, incluso hay quienes piensan que ante la pérdida de las elecciones el régimen pudiera hacer uso una vez más de la estrategia de convocar a una constituyente, que como ya ha sido conformado de lo que pudiéramos llamar sustentados en el interesante trabajo de los profesores Mila Versteeg  y David S. Law, como “Constitucionalismo Vergonzoso” o “Vergüenza Constitucional” (Sham Constitutionalism).

En cuanto a los tiempos, y el proceso eleccionario del 28 de julio de 2024, el cual si está leyendo este texto es porque para la fecha de su redacción y prevista para su publicación como lo es el viernes 26 de julio no ha sido suspendido, podemos efectuar interesantes reflexiones respecto de tres tiempos importantes, el previo a la elección, el día de la elección, y el día siguiente de la elección, y los siguientes a ese, siendo este último aspecto el que genera mucha más tensión y preocupación.

Vayamos en el mismo orden, el previo a la elección. Está más que documentando el tortuoso camino que se tuvo que transitar para llegar a una candidatura definitiva, las inhabilitaciones, detenciones, obstáculos, injerencia de los poderes públicos, sistema judicial pervertido, implementación del “Feindstrafrecht” o “Derecho penal del enemigo” y guerra jurídica “Lawfare” contra quien contravenga la línea del poder y la política de “cancelación”, solo por mencionar algunas.

Internet y las redes sociales: instrumentos de democracia y libertad

No nos queda duda alguna que en la era de las sociedades digitales, de la sociedad civil digital, que además es global, el internet y las redes sociales son una nueva dimensión política en las que la libertad y los despotismos entran nuevamente en tensión, siendo utilizada la tecnología como instrumento de estos nuevos despotismos, observándose que obran en un doble sentido con el propósito de ejercer control, por un lado evitando que estos fenómenos sean utilizados a favor de la difusión libre de ideas e instrumento de libertad, ante lo cual la práctica común es la del bloqueo y censura de páginas y restricciones de conexión a internet, lo que en Venezuela ha sido ampliamente documentado por VE Sin Filtro y Conexión Segura y Libre bajo la dirección de Andrés Azpúrua.

Y el otro sentido, mientras se intenta bloquear el contenido y posibilidad de conexión, es el de crear contenido manipulado y que en el caso actual venezolano se observa como son cada vez más frecuentes las campañas de “desinformación”, “Fake News”, “Deep Fakes”,  Posverdad, el uso de “trolls”, “bots” y tantas otras formas de manipulación en las que incluso se hace uso de ediciones de videos y contenido digital en las que se toman imágenes y voces de personas para fabricar o tergiversar situaciones que jamás existieron y ocurrieron en otros contextos, todo lo cual se encuentra referido en una publicación en el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (International Consortium of Investigative Journalists) de Joanna Robin..

Especial atención merece la utilización de redes como YouTube en la que se han observado intensivas campañas para la desacreditación de la imagen de líderes de oposición y candidatos, que son llevadas a cabo y ejecutadas por canales de muy reciente creación y sin verificación de identidad de sus promotores, lo que hace inferir que fueron creados con esa única finalidad.

Salvando las evidentes particularidades de cada caso, observando el de Venezuela en cuanto a la importancia en la era de las sociedades digitales, Internet y las redes sociales, nos hace recordar los fenómenos de la primavera árabe y en especial el caso de Egipto en 2011, sobre el cual el activista Wael Ghonim además de los detalles de la vital importancia de Facebook y Twitter y su vital papel, en diversas charlas y su libro Revolution 2.0 nos deja importantes reflexiones, entre ellas la de “El poder de la gente es más fuerte que la gente en el poder” (The power of people is stronger than the people in power).

Situaciones como las de Egipto y la Primavera Árabe, reflejan la importancia del internet y las redes sociales en cuanto a su dimensión como instrumentos de libertad, y por ello la importancia del estudio de estos fenómenos de manera profunda y objetiva atendiendo a lo que bien podemos identificar como ciudadanía y democracia digital, y entre los que debe incluirse el de interesantes proyectos como el de Starlink de comunicación directa a internet a través de satélites puestos en órbita mediante los desarrollos de SpaceX, la polémica red asociada “X” (antes Twitter) y su equipo de Global Government Affairs, todas ellas bajo la dirección del no menos polémico Elon Musk.

También nos resulta sobre el particular de gran importancia, los trabajos compilados en la sección de miembro del Comité Editorial del The Washington Post y ganador del Premio Pulitzer 2010, David E. Hoffman, “anales de la autocracia” (annals of autocracy) relativo a “nuevas tecnologías y las tácticas que utilizan los regímenes autoritarios para reprimir la disidencia en la era digital, y cómo combatirlas”, en la que destaca la importancia de procurar maneras de superar y sobreponerse a las restricciones al acceso a las comunicaciones a través de internet, y otras maneras de difundir mensajes, en la que refiere a proyectos como “Netfreedom Pioneers” y “Freedom on the Net”, a lo que especialmente por lo que respecta al proceso electoral del 28 de julio, es de importancia destacar el gran aporte tanto a la democracia como a la libertad de expresión, la decisión de ProtonVPN de poner a disposición de la ciudadanía venezolana totalmente libre sus servicios de VPN como así lo manifestase su director Samuele Kaplun.

El día «D”: el 28 de julio de 2024

En la lucha para la recuperación de la democracia y la libertad debemos destacar que el proceso electoral, el acto del sufragio, es importante, claro que sí, pero uno más entre muchos otros, tanto de los superados para llegar allí, como de los que están por venir.

Llegó el día de elecciones, el día “D”, nuestra particular “Operación Overlord”, ello no obstante las trampas, maquinaciones, engaños, secuestro de tarjetones electorales, secuestros de partidos políticos, restricciones de voto en el extranjero, restricciones para poner publicidad en la campaña, bloqueo de páginas de internet, persecución y detención de colaboradores, campaña de tergiversación de información sobre candidaturas democráticas, amenazas y hostigamiento de votantes, voto asistido y acompañado devenido en persecución y violación del secreto del voto, restricciones a la visitas observadores electorales genuinos, encuestas falsas, campaña de contenido digital difamatorio, formación de listas, opacidad del calendario electoral y cambio de las fechas de elecciones, las “captahuellas”, cambio  inconsulto de mesas electorales, la llamada “operación morrocoy” para retrasar el proceso de votación, falta de autonomía e independencia de los poderes públicos, en especial del poder electoral y el poder judicial, son solo algunos de los obstáculos que han tenido que sortearse para poder llegar a tan importante acontecimiento.

Si bien, luego de haber superado tales obstáculos, el estar frente a la máquina de votación y en la urna electoral y en efecto votar pareciera una gran victoria, y en efecto lo es, debemos estar claros que el ejercicio del voto, e incluso, ganar unas elecciones en el caso Venezuela, son solo pasos de una tarea mucho mayor que solo empieza allí, la de la recuperación del Estado, su institucionalidad, de la democracia.

No basta con votar, con cuidar el voto y defenderlo, hemos de estar preparados para hacerle frente a las distintas situaciones que puedan presentarse ese mismo día y los días siguientes.

Baste en esta sección concluir  que al momento de votar, no caigamos en provocaciones, procedamos cívicamente, desde la primera hora en que podamos, tomándonos el tiempo que sea necesario ubicar la opción correcta, votar, recibir la papeleta, confirmar que sea nuestra opción y depositarla en la urna, y luego quedar atentos a la hora de cierre de mesas para ser más que testigos, protagonistas de lo que será uno de los eventos más importantes, no solo del siglo XXI, sino de toda nuestra historia republicana, estar en el momento de totalización y transmisión de los votos, acto que hay que reiterar es público, y permanecer allí hasta que se haga público el momento del inicio de la recuperación del país y su libertad.

¿Realpolitik ideal o Autoritarismo pragmático?

Desde la instauración de llamada revolución bolivariana, la misma ha sido un referente en lo que es la carestía de Estado de Derecho e institucionalidad, baste con observar además de los diferentes Informes que forman parte de los procedimientos ante los sistemas de protección de Derechos Humanos y de Justica Internacional, la publicación de informes e índices como el “Índice de Estado de Derecho” (Rule of Law Index) del World Justice Project, en el que Venezuela se ha caracterizado por ubicar siempre la última posición, u opiniones como las de la Comisión Internacional de Juristas (International Comission of Jurist) sobre la situación de los Derechos Humanos, Estado de Derecho y el poder judicial en Venezuela.

Ahora bien, no obstante lo meridiano de dichos informes y que cada vez son más extensos y detallados, existen posturas que señalan, con la intención de aliviar esa imagen de violación sistemática de derechos fundamentales, que las prácticas de las autoridades venezolanas no son otra cosa distintas  las que en otras sociedades se conocen como el ejercicio de la política real, la “Realpolitik” la llaman, todo ello en el sentido de atender al ejercicio de la política desde una aproximación eminentemente pragmática en la utilización de las condiciones materiales reales y que pudieran dirigirse, como en el caso concreto, para hacerse y sostenerse en el poder sin miramientos al sometimiento al derecho, vulnerando y manipulando as instituciones jurídicas, sociales y políticas, por ello no es de extrañar que desde el propio año 1999 hasta la presente fecha instituciones constitucionales como las del poder constituyente, referendos, justicia constitucional, participación ciudadana, elección de poderes públicos y su ejercicio sometido al Estado de Derecho, separación y autonomía de los poderes, libertades fundamentales, principios económicos, sistemas internacionales de protección de Derechos Humanos, simplemente no significan absolutamente nada si no pueden ser utilizados como instrumento de poder, y que con el mejor ejemplo del ejercicio del “maquiavelismo”  puedan ser desechados sin la mínima vergüenza, allí tenemos el caso, entre cientos, o miles, como la total desfachatez del completo incumplimiento de las condiciones del “Acuerdo parcial sobre la promoción de derechos políticos y garantías electorales para todos los venezolanos” o simplemente conocido como “Acuerdo de Barbados”, por lo que tampoco sería de extrañar la gran precepción de los venezolanos en que no solo pueda el régimen de manera fraudulenta como suele ser su naturaleza desde su instauración y así lo ha demostrado, pretenda desconocer la voluntad de los electores este 28 de julio, sino que peor aún, se niegue a aceptar los resultados y el traspaso del poder, preocupación que se incrementa ante las recientes persecuciones y amenazas hasta el punto de expresamente señalarse que hasta “por las malas” se aferrarían al poder y que caso contrario a la rarificación en el poder ello conllevarían a “sangre y guerra civil”.

Si bien sobre este fenómeno y práctica de la RealPolitik puede estudiarse en otras sociedades y tiempos, es característico que la ejecución de actuaciones con procura de efectos materiales y prácticos atienden a contextos puntuales y de ciertamente manera excepcionales, concretos o urgentes, por lo que ha de verse que el ejercicio sistemático y sostenidos de estas prácticas no solo que se distancias de cualquier contexto “idealista” en contraposición al “realista”, sino que se identifica más con los absolutismos y totalitarismos. El caso de Venezuela ha llegado a ser tan extremo que, incluso, ante la sistemática y desvergonzada práctica de siquiera someterse a los acuerdos que suscriben sus representantes, ha habido notas de prensa que incluso le estaría dando lecciones de RealPolitik a los propios Estados Unidos.

En el caso de la actual situación de Venezuela del 28 de julio como un fenómeno complejo que va más allá del día de elecciones, sino como hemos señalado en situaciones previas, el control absoluto del poder, el desmontaje institucional, hostigamientos, amenazas, detenciones, y más, pudiéramos estar ante en vez de una situación de RealPolitik 2.0, en un despotismos 2.0, ya más que una dimensión digital a la que se ha llevado la contienda y enfrentamiento político, es en cuanto a que la “realidad” de los hechos se identifica más con la “idealidad”, fusionándose de tal manera que como se ha podido observar en las encuestas, las manifestaciones de apoyo a la candidatura de la recuperación institucional y democrática, aumenta no obstante las amenazas y persecución, apoyo de debe transformarse en votos y luego en acciones efectivas de recuperación institucional.

Nunca antes en la historia venezolana, especialmente del siglo XXI que es la marcada por la llamada “revolución bolivariana”, los sectores de la oposición y resistencia al régimen, la sociedad civil había estado en posición real, material y práctica, de hacerle frente al despotismo con un instrumento como el voto, lo que expone ante el mundo el venidero fenómeno electoral y las acciones posteriores, lo que nos obliga ante las cada vez más salvajes amenazas de armas y sangre cuyo propósito es el de llamar a la abstención, a recordar unas palabras atribuidas al Primer Ministro Winston Churchill en uno de los momentos más álgidos y complejos cuando ante la postura de eventualmente abandonar y renunciar frente al Nacionalsocialismo, expresó: “Quien se humilla para evitar la guerra obtiene las dos, tendrá la humillación y tendrá también la guerra”, reflexión que adecuada a nuestro contexto es extensiva a todo aquél que por alguna razón crea que serían más favorable votar por alguna opción distinta a la de la propuesta de la recuperación democrática, incluso ante las amenazas, o que haya habido acercamiento al régimen en tiempos anteriores, sea ideológico o hasta de conveniencia económica, está más que demostrado y confirmado que el sistema y régimen imperante es un absoluto despropósito y que simplemente actúan movidos por el poder, la destrucción, el expolio, la maldad y la abyección, elementos por los que tanto por razones pragmáticas tanto reales como ideales de la política, resulta esencial que la participación y votación sean masivas, así como las actividades posteriores de cuidado del voto, recuperación y reconciliación nacional.

29 de Julio: El día después… y los que le siguen.

Para el momento en que se finalizara este ensayo y se enviase para su publicación el día viernes 26 de julio de 2024, y hasta la celebración de las elecciones en Venezuela, (lo que hay que tener en cuenta si lee esto después de esa fecha), vistos los análisis, proyecciones, encuestas, mediciones, estudios de opinión, estadísticas, y más, no puede sino arribarse a la conclusión que el resultado de las elecciones presidenciales no es otro que el de la contundente victoria del candidato de la propuesta democrática González Urrutia, y con ello no solo la derrota de los otros contendientes, sino del régimen despótico que ha sometido a Venezuela por más de dos décadas, por lo que resultaría en consecuencia inevitable un cambio en rumbo del país hacia la libertad, pero como no es desconocido, no estamos ante un régimen democrático, por lo que como es de imaginar, surgen un gran número de interrogantes en cuanto al efectivo reconocimiento por parte del régimen de su derrota o si como ha sido su práctica desde el mismo inicio de instalación en febrero de 1999 incurrir en el manejo sinuoso de la política, más ante el largo plazo hasta la oportunidad de toma de posesión del presidente electo en enero de 2025 (Igual como en enero del 49 A.C. Julio Cesar cruzó el Rubicón –Alea iacta est-), tiempo en el cual las muy frágiles instituciones políticas, sociales y económicas que a duras penas existen en el país se ven amenazadas aún más, en particular ante las expresas amenazas de “sangre y guerra civil” proferidas por prominentes figuras del despotismo, razón por la cual El día “D” más uno, es decir para el propio día 29 de julio, a más tardar, deberán instalarse las distintas comisiones que sean necesarias para la coordinación de la transición, todo ello con el especial cuidado y salvaguarda de dichas instituciones y organismos, teniendo en mente incluso de resultar necesario a los fines de su resguardo en caso de graves peligros, su inmediata toma de posesión.

Como tampoco es difícil de anticipar, no obstante la inmensa mayoría de la ciudadanía que sustenta el movimiento democrático y la aversión al totalitarismo, podrán generarse tensiones entre los sectores que puedan resistirse a reconocer el giro hacia la libertad, sectores entre los que se pueden distinguirse: los miembros de la fuerza armada, que no obstante su secuestro desde el primer momento de instauración del régimen y que efectivamente existen graves casos de desviaciones y violaciones de derechos fundamentales, las mismas son puntuales y plenamente identificables a los fines de la determinación de las responsabilidades, por lo que no existe duda alguna en afirmar que una vez resulte deslegitimado electoralmente el régimen el 28 de julio y ante sus efectos materiales plesbicitarios, no solo que la gran mayoría de los miembros de la fuerza armada institucional deberán desobedecer cualquier orden ilegitima que implique atentar contra la población civil y democrática, más si ellas implican el uso de las armas, sino que según las circunstancias, estarían obligados a detener y poner  la orden de la justicia a todo aquel que pretenda cometer tales despropósitos, reflexiones éstas que son extensivas a los cuerpos de seguridad del Estado y seguridad ciudadana.

Existen también otros dos grupos perfectamente identificables que pudieran verse presionados tanto para no votar libremente por la opción democrática sino también pretender desconocer el genuino triunfo electoral y resistirse a la necesaria e inevitable transición, sectores conformados por un lado de aquellos que con el régimen desde su instauración se han privilegiado para conformar una suerte de “nueva oligarquía económica”, sea que en mayor o menor grado de legitimidad de las actividades que lleven adelante, -porque hay que aceptar que existen personas que han llevado adelante actividades que sustancialmente son lícitas pero que se han valido de medios de “lubricación” para llevarlas adelante, y que por supuesto verían en riesgo su favorable situación patrimonial, y otro sector, conformado por una importante masa vulnerable que históricamente ha sido destinataria no de verdaderas “ayudas” o “programas” sociales que no son otra cosa que prácticas clientelares, populistas y de abyección, quienes a cambio de prácticamente limosna, han entregado su conciencia y voluntad, y se les engaña señalando que perderán tales ayudas. La realidad es que en ambos casos, la gran mayoría de las personas que conforman tales sectores, en condiciones favorables para la producción económica en condiciones de libertad se encontrarán en mucha mejor posición que las de mantenerse identificados y apoyando al despotismo, razones suficientes para que en un acto de sinceridad y sensatez individual hemos de invitarles a reflexionar no solo en cuanto a favor de quien votar, recordando que existen las garantías suficientes para mantener el secreto del voto, sino el evitar apoyar acciones violentas contra quienes luchan por la libertad.

Lo afirmado en modo alguno significa que existan como en efecto ocurra en todos los diferentes ambientes y sectores, así como se señaló respecto de las Fuerzas Armadas y en otras estructuras del aparato gubernamental, puntuales y determinadas situaciones plenamente identificadas a las que se le haya de exigir las responsabilidades debidas, pero con la necesaria advertencia que ello ha de hacerse en el marco de no deba pasarse de la tarea de recuperación y reconstrucción por actos de retaliación y venganza, pero tampoco resulte en impunidad, por lo que siempre será necesario pasearse por diversos escenarios de otorgamiento de concesione y garantías, incluso de amnistías en situaciones en las que sean procedentes y no impliquen la impunidad de graves casos de violaciones de Derechos Humanos y crímenes de lesa humanidad, por ello la vital importancia de una gran compresión de los procesos de recuperación de los estados en situaciones de postconflicto así como de negociación y de justicia transicional.

Es importante tener en mente que en la tarea de reconciliación y reconstrucción de la democracia que inicia desde el mismo día de las elecciones y con la inmediata conformación de las comisiones de transición en las distintas áreas, aunque pareciera anti intuitivo, que  pudiera contar con la presencia y colaboración de representantes del mismo régimen que para el momento, pero desde ya, conocen y están claros de la necesidad de superar la grave situación y que cuenten con las garantías suficientes para que su colaboración sea afectiva para dicho fin, a lo que ha de insistirse, sin que pueda llegarse a incurrir en impunidad, venganza o retaliación, entendiendo que si bien en algunos casos deberá haber condenas judiciales, habrá otros en los que será solo moral, que para algunos irá desde el voluntario destierro u ostracismos, y que como también ha ocurrido en otros tiempos pasan a formar parte de la sociedad nuevos actores que habrán de coexistir, con mayores o menores tensiones mientras se van sanando resilientemente las heridas y resentimientos que jamás debimos permitir que llegasen a producirse por que en estos momentos debemos con resiliencia superar .

Nos encontramos ante un fenómeno democrático que si bien ansiado desde hace mucho, era realmente inimaginable de la manera en que se ha venido desarrollando y del que mucho se hablará y estudiará desde los más distintos aspectos como el económico, el jurídico, el social, el político, el humano, entre otros, un fenómeno del que los venezolanos más que testigos somos protagonistas en su elección que más allá que el de una persona como presidente, sino elegir entre los insultos y las amenazas frente al respeto, la dignidad y la reconciliación, entre la luz e ilustración o la oscuridad, las prosperidad o la corrupción, la vida y la paz frente la hostilidad y la violencia, la mentira y el engaño frente a la verdad y la trasparencia, entre el progreso y la destrucción, entre la riqueza y el expolio y esquilmación, entre el orgullo y la dignidad o la abyección y el ultraje, en fin, entre la libertad y el despotismo, el patriotismo y el patriotaje.

Por esas razones, y otras más también suficientes en que el 28 de julio de 2024, cada uno de nosotros hemos de cruzar nuestro propio Rubicón, haciendo que cada una de esas amenazas, persecución y hostigamientos pasen ser formas de sembrar y fomentar el miedo se conviertan en poder de miedo que

Alea iacta est”: Las cartas están echadas y no hay vuelta atrás, es hasta el final, el miedo se ha convertido en poder y determinación.

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