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Acordándome de Teodoro

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I.

Envuelto y confundido por los desvaríos de la política nacional, vuelta a ratos en un galimatías, en lo que lo único claro pareciera ser que cerca de 90% de los venezolanos quiere un cambio que saque al país de la presente crisis me acordé de Teodoro Petkoff y revisando en mi biblioteca me dio por releer tres de sus libros: Checoeslovaquia: el socialismo como problema, Proceso a la izquierda o de la falsa conducta revolucionaria y El chavismo al banquillo: pasado, presente y futuro de un proyecto político. Lo hice teniendo como trasfondo lo que ha sido el gobierno que nos gobierna desde hace dos décadas, realizado en nombre –más épico, imposible- del socialismo del siglo XXI

II.

Teodoro murió a finales de 2018 a los 86 años de edad. Una muerte prematura, piensan muchos, sintiendo que su figura aún hace falta por estos lares. Su actividad pública transcurrió en diversos planos y en todos ellos actuó de manera honesta, inteligente y responsable, siempre con la capacidad de reconocer errores y desatinos. En medio de los diversos escenarios en los que participó, fue, además, un importante intelectual de la política. Sus ideas, volcadas en varios libros, artículos y discursos, constituyen, sin duda, una referencia ineludible para pensar y calibrar los movimientos de izquierda, sus crisis y posibilidades después del barranco que representó el llamado “socialismo real”, así como los recientes errores latinoamericanos perpetrados en nombre del “invento” del socialismo del siglo XXI, expresión de una izquierda autoritaria, maleable como chicle, que cumpliendo con las normas de la retórica revolucionaria, ha terminado siendo un mero proyecto de poder, en cuyo contenido cabe cualquier cosa, incluso la deriva autoritaria, por no mencionar, apenas un ejemplo, el despropósito que representa el Arco Minero.

Fue así, pues, un autor insoslayable a la hora pensar y calibrar la realidad nacional luego de dos décadas bajo un gobierno que presumió ser de izquierda y que ha ido dejando como saldo un país fuera de cauce en casi todos los sentidos y necesitado de recomponerse en casi todos sus ámbitos, desde los códigos (esta fue siempre su premisa), de la democracia, la justicia social y la civilidad, lo que, por cierto, habla, muy bien de quien fue protagonista de primera línea en la lucha guerrillera librada en la década de los sesenta.

III.

Repasando las páginas que escribió, supongo que Teodoro habría subrayado la necesidad de que la izquierda recurriera a otros esquemas para pensar y lidiar con la gravedad del cambio climático, la globalización y la nueva geopolítica mundial, las modificaciones en el dibujo del Estado Nacional, la llamada Industria 4.0,  aspectos que, entre otros, marcan la época actual y colocan en la palestra problemas muy gruesos que deben ser pensados desde otros esquemas y cuyas repercusiones políticas –y en todos los ámbitos de la vida social y personal-, se pierden de vista.

Seguramente Teodoro prendería las alarmas advirtiendo que la izquierda (claramente la del Foro de Sao Paulo), gira alrededor de una agenda política desactualizada, como si no hubiera digerido todavía la caída del Muro de Berlín y no le prestara mayor cuidado a la exigencia de armar una alternativa progresista a partir de las claves que rigen la actualidad. Presumo, por otra parte, que opinaría negativamente de China y de su empeño en crear un modelo que apuesta, con convicción y cuantiosos recursos, a un modelo de desarrollo capitalista administrado por el Partido Comunista, injerto despótico que comienza a verse con interés en diversas partes del mundo, incluso en Venezuela, al paso que en algunos círculos se reflexiona sobre la transformación del capitalismo, en incluso sobre su reemplazo, como consecuencia de lo que algunos han denominado como una crisis civilizatoria.  Advertiría, imagino que la izquierda pareciera haber perdido la brújula ideológica y se halla desguarnecida frente a las condiciones, posibilidades y desafíos políticos que identifican la época actual.

IV.

En suma, dicho con plena justicia, el último tramo de nuestra historia no podrá ser contada sin incluir la historia de Teodoro Petkoff. Hay quienes han señalado que con él tal vez se cierra el ciclo de los grandes políticos venezolanos, los que fueron hombres de acción, líderes que sirvieron de referencia desde el punto de vista moral y, además, intelectuales muy leídos e influyentes. Ojalá estén equivocados, piensa uno, viendo a este país, el de ahora, tan agrietado y, encima, peligrosamente tentado por la resignación, visto el desacierto con el que se mueve su dirigencia política.

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