«to hell with literature» (e. e. cummings)
Escribo el día 1 del primer mes de un año nuevo. Estoy en 2022. Me gusta recordar el adagio que dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Antes me dolía caer en el mismo error una y otra vez. Ahora ya no me duele, es más, creo que me hace bien. Pero vamos al tema. Como todos los años en este día señaladísimo uno se propone cambiar su destino creyendo que será capaz de ponerse al mando del azar y lo que está escrito. En fin, uno quiere siempre desnudarse del hombre viejo y ser otro. Ser el mismo y ser mejor si cabe.
La mayoría de nosotros empieza el Año Nuevo con tres propósitos comunes: dejar un vicio (fumar, beber), apuntarse a un gimnasio y aprender inglés. En mi caso, aprender inglés ha sido un objetivo desde antes de ser adolescente. Aún hoy sigo estudiando esta lengua extranjera y aprendiendo cosas nuevas. En cuanto al propósito de apuntarme a un gimnasio, es algo que no he cumplido todavía. Mantuve, por último, durante muchos años el primer propósito en la agenda, dejar de fumar. A fuerza de voluntad y tomar conciencia de la esclavitud que me suponía el tabaco proclamé mi independencia un día 4 de agosto. Sí recuerdo el día, que no el año, porque estuve despidiéndome del vicio todos los días con la falsa promesa «este es el último» y la traición con el primer café de la mañana siguiente. Esta despedida no fue fácil. El largo adiós duró alrededor de 365 días.