OPINIÓN

Vitrina Venezuela. Transformación en el gobierno: sencillo, pero no trivial (I)

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Con el cambio de gobierno se presentará una oportunidad única para lograr cambios profundos en la estructura del estado. Este anhelado proceso de transformación debe acompañarse de la innovación y el pensamiento libre (no orientado a procesos), con un gran apoyo legislativo, de alto compromiso y orientado a resultados.

Los años han dejado al desnudo defectos estructurales cada vez más dolorosos que van desangrando la credibilidad y la confianza en la capacidad que tiene la estructura del estado para responder tanto a problemas rutinarios de la vida diaria, como a problemas graves y de fondo como los que vivimos hoy en día.

Transformación es la palabra que viene a la mente para expresar innovación y cambio, como aquellas características necesarias que deben identificar un proceso que dé como resultado un Estado que trabaje mejor y que cueste menos.

Por eso, el enfoque, ya de una vez por todas, debe ser de innovación y de la correspondiente reingeniería de los procesos, evitando que los cambios sean hacia más de lo mismo; hay que reestructurar a fondo, y para que dure.

Debe acompañarse la innovación y el pensamiento libre (no orientado a procesos), con un gran apoyo legislativo, de alto compromiso y orientado a resultados. Debe tomarse ventaja de la presencia de la frescura de un nuevo comienzo para contar con el apoyo popular que sirva para “anclar” algunos conceptos que luego permitan legislar y consolidar los cambios de fondo.

La fusión y eliminación de ministerios es solo la punta visible de un proceso de transformación que debe darse en la estructura del estado. La fusión en el gobierno es solo un camino más de aquellos que nos han de llevar a la verdadera transformación de la administración pública.

De por sí, fusión tiene un significado de negocios que implica que a nivel de beneficios la aritmética es 2+2=5, y a nivel de costos esa misma aritmética es 2+2=3. O lo que es lo mismo, como resultado de la fusión de dos o más ministerios, debe mejorar el nivel de servicio de lo que ambos hacían antes por separado, integrando aquellas áreas en las que se identificó la sinergia base de la fusión.

Por otra parte, debe disminuir la nómina en cantidad y aumentar en calidad, produciendo los cambios en los patrones de remuneración que permitan contar con gente de más alto nivel. El artificio de los “contratados” con el que deberá contarse al principio, debe ser algo transitorio; y de alguna manera debe ser el marcador del salario que deberían percibir los empleados de carrera.

No solo se trata de la integración física y legal de esos dos ministerios tomados como ejemplo, la cual puede presentarse como manejable; sino la fusión de dos culturas en una tercera que se pretende que no sea ninguna de las anteriores, sino una nueva manera de jugar el rol de empleado público, que dignifique el cargo y le dé el prestigio que siempre quiso y nunca pudo (con honrosas excepciones).

A la palabra fusión la debe acompañar siempre la palabra sincronización; pues de eso se trata; de dos operaciones ministeriales que tienen su propio ritmo, los cuales deben alinearse hasta que se emparejen y allí, en ese momento, producir la integración de sus procesos, su gente y su tecnología. Hacerlo antes, es como sumar “peras con manzanas”; la sincronización para alinearse, pretende que se pueda aplicar la aritmética mencionadas al “peras con peras”.

Para poder pensar que la integración de dos o más ministerios será exitosa, ésta debería estar enmarcada en un gran mapa general de los diferentes procesos de la administración pública, a través del cual claramente se pueda visualizar la integración de aquellas áreas sujeto de fusión para saber dónde se superponen o dónde quedan lagunas; dónde hay sinergia y dónde hay conflictos.

O sea, esos dos o más ministerios del ejemplo, más aquellos otros que forman parte del “proceso de alto gobierno”, ya sea que se fusionan o que quedan solos.

Cuando se trata de proyectos de cobertura amplia en el ámbito de gobierno, alguien (alguna entidad pública o privada) debe velar para que se preserve la integridad del proceso y se estandaricen algunos criterios de diseño: La macro visión de las reestructuraciones debe reposar en algún centro de conocimiento o de inteligencia para minimizar los conflictos y maximizar los resultados; no olvidar que son demasiadas cosas reestructurándose al mismo tiempo; reestructuración, sí, pero que no se escape de las manos.

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