Daniel Ortega, líder del régimen de Nicaragua, pronunció el martes fuertes palabras en contra del presidente Gustavo Petro y también contra el mandatario chileno Gabriel Boric.
Sobre Petro dijo que traicionó sus ideales y que es “una vergüenza para los que lucharon en el movimiento guerrillero que él encabezó”. Horas antes de esta declaración, el mandatario colombiano comparó a Ortega con el dictador Augusto Pinochet.
Por el lado de Boric, Ortega le dijo “vos sos un pinochetito”como respuesta a una nota de protesta que envió Chile a Managua por criticar al cuerpo policial de Carabineros.
Leandro Lima, analista del Cono Sur de Control Risks, señala que estas declaraciones del nicaragüense son una forma de contener su aislamiento internacional. Sin embargo, añade que “los dichos de Ortega tienen un impacto muy limitado en la política interna de otros países o en las relaciones internacionales de la región”.
También manifiesta que estas declaraciones “no son una sorpresa” porque en lo que tiene que ver con Boric, este ha sido crítico con Ortega desde antes de ser presidente y Petro, por su lado, ha subido el tono de condena en los últimos meses.Ahora bien, en lo que tiene que ver con Colombia, esta tensión se produce en medio de un acercamiento diplomático que adelanta la Cancillería para negociar con Nicaragua los derechos de pesca de los raizales tras los fallos de La Haya.
¿Qué tanto puede afectar ese proceso este choque?
Juan Nicolás Garzón, docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, señala que “el régimen nicaragüense podría radicalizarse frente a esas negociaciones”, pero dice que lo anterior no necesariamente implica graves afectaciones al proceso.
En eso coincide Laura Lizarazo, analista senior de Control Risks, quien añade que “los choques ocasionales de tinte personal entre los jefes de Estado de ambos países generan un distanciamiento político en el alto nivel (jefes de Estado, cancilleres y otros miembros del gabinete), pero no una ruptura diplomática”.
Aunque Lizarazo es clara en explicar que el diferendo limítrofe con Nicaragua «no requiere ninguna “normalización”, ya que el fallo que emitió la Corte Internacional de Justicia el 13 de julio dio un cierre definitivo e inapelable a esta confrontación jurídica, y es de carácter estrictamente vinculante para ambos Estados (sin necesidad de ningún tratado bilateral aplicatorio)».
Sin embargo, Colombia ha insistido en que es necesario buscar la forma de garantizar el derecho a la pesca de la comunidad raizal cuya actividad económica se desarrolla en los límites marítimos establecidos por la Corte. Por eso el 20 de julio el presidente Petro ordenó iniciar acercamientos con los centroamericanos para negociar estos aspectos.
David Castrillón, docente de la Facultad de Finanzas, gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, expone por su lado que «declaraciones como las del presidente Petro sí pueden tener un impacto sobre el relacionamiento, pero este no necesariamente será extremo».
Advierte que el choque no necesariamente implica que las relaciones tomen un mal camino. «Los dos gobiernos aprecian la oportunidad del momento de llegar a un acuerdo (…) Ortega debería reconocer que con Petro Nicaragua tiene el mejor chance para llegar a un acuerdo conveniente para las dos partes. Se esperaría que simples declaraciones como estas no vayan a cambiar el rumbo de lo que está volviéndose una relación estable». Y es que los acercamientos ya se han iniciado. Por ejemplo, en agosto pasado, el canciller Álvaro Leyva se reunió con el agente nicaragüense ante la CIJ, Carlos Argüello, en Países Bajos. Allí dialogaron sobre «el correcto cumplimiento de las sentencias proferidas por ese Tribunal y responder adecuadamente a las necesidades de las comunidades del Caribe».
Repercusiones
Aunque expertos consideran que este choque no tendrá muchas repercusiones en este proceso, Víctor Mijares, director de Strategos, observatorio de la seguridad global de la Universidad de los Andes, piensa lo contrario. Según él, la posibilidad de una negociación se puede retrasar porque “la política exterior de Latinoamérica es muy presidencialista y lo acercamientos a veces están condicionados por las relaciones entre los presidentes”.
Eso sí, tanto el director como otros expertos consultados exponen que el hecho de buscar acercamientos diplomáticos con Nicaragua no impide que el presidente Petro pueda condenar las violaciones de los derechos humano que se registran en ese país.
«Hay que entender que la postura del gobierno Petro obedece a una reivindicación de la democracia, los derechos, la participación, la libre expresión y eso es importante para un presidente que intenta ser líder regional», señala Garzón.
Mijares señala que estas intervenciones del jefe de Estado colombiano son un gesto «de crear un bloque más de izquierda democrático». Añade que en lo que tiene que ver con las negociaciones, este proceso tomará mucho tiempo porque involucrará aspectos jurídicos, políticos y militares «que van más allá de los presidentes».