Lorena llegó al país hace cinco años con su esposo y su hija. Ella trabaja en labores domésticas en una panadería y él, en una empresa de mensajería. Vivían en un apartamento de una habitación y compartían la cocina con la dueña de casa.
“Pero mi esposo se quedó sin trabajo y nos quedamos sin con qué pagar un arriendo”. La decisión del desesperado hombre fue cruzar la frontera en México con todos los problemas que eso acarrea: “Se fue hace seis meses. Su promesa es que mandaría por nosotros, pero hoy no sabemos nada de él”.
La falta de un trabajo estable para pagar un sitio digno en donde vivir hace que la tragedia del migrante se agrave, pues quedan expuestos a todo tipo de vulnerabilidades, sobre todo a vivir en hacinamiento, ya que grandes familias viven en apartamentos de dos o tres habitaciones, pero también al maltrato laboral y a quedar a merced de bandas de droga, extorsión, proxenetas, entre muchos otros.
Es por casos como este que Probogotá Región y el programa Integra de Usaid estructuran un modelo de solución de vivienda que combina subsidios de renta y programas de educación financiera. Todo lo compilan en el documento ‘Vivienda en renta, modelo replicable enfocado en la población migrante en Bogotá y Soacha’.
Lo primero que se sacó fue una caracterización de esta población en Bogotá y Cundinamarca. Explicaron que Colombia se convirtió en el principal destino en Latinoamérica, pues ha recibido el 41% (2,48 millones de los 6,1 millones de venezolanos migrantes en América Latina.
Además, que del total de migrantes venezolanos, el 88%, unos 572.000, está concentrado en Bogotá (73,4%) y Soacha (14,5%). Les siguen Madrid, Mosquera y Chía.
Y si hablamos solo de Bogotá, dice el documento, la mayoría de población migrante se concentra en Suba, con 16, 2%; Kennedy, con 15,6%; Ciudad Bolívar, con el 10%; Engativá, con el 8,9%, y Bosa con el 8,9%. “Esta concentración ejerce presión sobre la ciudad, pues se generan necesidades relevantes de servicios en un periodo muy corto”, dice el estudio.
Como era de esperarse, su única opción para vivir lo más digno posible es el pago de arriendo, pero suelen, por necesidad, asentarse en los cinturones de pobreza ya cargados de graves problemas sociales como la violencia, la inseguridad, los grupos de microtráfico y a esto hay que sumarle la xenofobia.
Según el informe, 97% de los migrantes en Bogotá vive en renta, en Soacha 99,86%. “En promedio, el 67% de los migrantes vive en apartamento, lo cual mantiene la tendencia natural de la ciudad, pues 61% de los bogotanos también lo hacen”, describe el análisis.
En promedio se halló que las familias viven entre seis y siete personas en apartamentos de dos y tres habitaciones. “Solo 30% de los hogares comparte su vivienda con otros hogares, pero la cifra real puede ser mayor”.
Roque Díaz, de 73 años, representante legal de la Fundación Migración en Positivo (M+) y quien llegó al país sin reales (dinero), sin casa ni carro, sin amigos y fuera de su país, sabe muy bien de qué se trata esta problemática.
Sus pertenencias eran dos maletas y unos bolívares. “La barrera que más tenemos es la regularización. Si no hay un documento de identificación válido, es difícil que el arrendatario, dependiendo del estrato, arriende su propiedad”.
Agregó que en estratos 1 y 2 es donde más fácil un migrante consigue un lugar para vivir porque exigen menos, pero que así mismo las condiciones son más deplorables: “Eso sin contar con que les exigen un trabajo estable o varios depósitos adelantados. Es muy difícil”.
Alexis Goapache, de 43 años, tuvo que migrar a Colombia por la misma razón de muchos de sus connacionales. “Soy abogado especialista en Derechos Humanos con maestría en Derecho Laboral, pero como esta carrera ya no se puede ejercer en Venezuela partí”.
Llegó a Soacha porque ya tenía familiares viviendo en el municipio. “Ciudad Verde, dicen, es el estrato seis de Soacha. Tengo compañeros en Bogotá que pagan el doble o el triple por una zona buena, pero no todos podemos”.
Él ha contado con suerte, pero muchos de sus compatriotas viven hacinados o han sido expulsados de sus hogares sin causa justa y por eso reúne esas denuncias para ponerlas en conocimiento de las autoridades. “De forma arbitraria sacan a la gente que lleva uno o dos años pagando arriendo, los maltratan”.
Lo peor, cuenta, es que a algunos los acusan de delitos falsos para denunciarlos a la policía y expulsarlos fácil. Por eso dice, las ayudas sí son necesarias.
¿Cuál es la propuesta?
El modelo plantea subsidios de renta y programas de educación financiera para aliviar la presión inmediata sobre los hogares de migrantes venezolanos y empoderar a los beneficiarios locales y migrantes.
“La propuesta busca que estas personas adquieran la capacidad de sostenerse financieramente sin depender de la asistencia. No se busca una ayuda vitalicia, sino una intervención limitada en el tiempo que les permita superar la pobreza”, especifican desde Probogotá.
Todo va a comenzar con un piloto del modelo de vivienda en renta replicable que propone beneficiar inicialmente a 900 hogares, para un total de más de 2.700 personas, dado el tamaño promedio; 300 hogares cada 3 años, la mitad de venezolanos y la otra mitad colombianos.
La idea es construir torres de apartamentos, ubicadas en Bogotá o Soacha, que dispongan 300 unidades de vivienda de 42 metros cuadrados, con espacios de integración, acabados y pensadas exclusivamente para ser rentadas.
Previo a esta idea se sostuvieron discusiones, reuniones explicativas y talleres con más de 50 actores del sector público y privado, además de reuniones con migrantes líderes de organizaciones sociales.
“Este proyecto cuenta con un nivel importante de avance; no obstante, el éxito estará sujeto a la continuación del piloto. Además de las recomendaciones realizadas a lo largo del documento, para el cronograma de ejecución del proyecto, el siguiente paso es la formulación de la estructura de capital para financiarlo y la búsqueda de los inversionistas para el mismo”, afirman desde Probogotá Región.
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