Los habitantes de Villavicencio, en el centro de Colombia, se congregaron hoy a las calles para dar una calurosa bienvenida al papa Francisco, primer pontífice que visita esta ciudad de los Llanos Orientales y capital del departamento del Meta.
El papa realizó un recorrido de 9,5 kilómetros entre la base aérea de Apiay, ubicada en las afueras de la ciudad, y el recinto de ferias de Catama, donde oficiará su segunda misa campal en el país.
Tras bajarse del Airbus A320 de Avianca, el sumo pontífice saludó al alcalde de la ciudad, Wilmar Barbosa, y a los mandos militares, sus esposas e hijos, presentes en el lugar.
Varios niños, vestidos algunos con el traje típico de los Llanos Orientales colombianos, saludaron a Francisco y recibieron de él un rosario como presente.
Un menor se acercó al obispo de Roma y le regaló un poncho llanero, utilizado por los lugareños para protegerse de las inclemencias del clima y el papa no dudó en colocarse inmediatamente sobre su hombro derecho.
Posteriormente, abordó un vehículo cerrado y comenzó a transitar por las calles de Villavicencio rumbo a Catama.
A su paso, los pobladores salían por montones a saludarlo, portando banderas de Colombia.
Algunos alzaron a los niños con la intención para que recibieran la bendición papal mientras otros lanzaron al aire globos blancos y azules.
En un tramo del recorrido el vehículo del papa se detuvo momentáneamente ante la gran cantidad de personas que se acercaron y que incluso llegaron a tocarle la mano.
La caravana, que llevaba policías motorizados a cada lado, debió retomar el trayecto a baja velocidad para evitar atropellar a los emocionados feligreses entre los que había niños y jóvenes bailando joropo, danza propia de esa región.
Al llegar a la entrada de Catama el papa bajó del coche y abordó el papamóvil para realizar un circuito en un ambiente de fiesta, con música y cánticos, entre los fieles que desde la noche del jueves llegaron para asistir a la segunda misa que dará en Colombia.
Ya en el recinto de Catama bendijo a varios niños que le acercaron sus padres y al descender del papamóvil la guardia indígena formada por miembros de tribus de diferentes partes de Colombia le formaron una calle de honor.
En uno de los momentos más emocionantes, el papa abrazó y besó a varios niños indígenas, recibió un collar de los nativos y un sombrero vueltiao, símbolo cultural de Colombia, que no dudó en ponerse.
Enseguida caminó abrazado a dos indígenas adultos que usaban penachos en dirección a la sacristía, usando también sombrero y collar.