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Nueva ola migratoria: venezolanos en Washington

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A cinco calles de la Casa Blanca, en Washington, una cola de personas esperan ser llamadas para que le sirvan una arepa. Empleados de bancos, ejecutivos y obreros piden “rueina pepiara” y “pátacon” con acento en la primera sílaba.

Los creadores de la cadena de comida venezolana Arepa Zone, Alí Arellano y Gabriela Febres, dos emprendedores con diez años al frente del negocio, todavía sonríen cuando estadounidenses que jamás han pisado Venezuela piden una Frescolita o una cerveza Polar.

El éxito llegó de forma repentina, después de que una periodista de The Washington Post acudiese de incógnito al local a comer arepas y recomendara la comida venezolana en el diario. Con tres locales en Washington, el crecimiento de las arepas en la capital del mundo también es reflejo de la expansión de la comunidad venezolana en Washington, ciudad donde hasta hace muy poco la presencia de esta comunidad era prácticamente residual.

Muchos de ellos proceden de los dos grandes polos de la migración venezolana, Miami y Houston, pero han encontrado allí oportunidades únicas en la capital del lobby, de las grandes instituciones y, en definitiva, del poder mundial.

Venezolanos en Washington

Por las barras de la arepera de Washington han pasado Luisana Pérez y David Mantilla, dos venezolanos que nacieron y crecieron en Los Magallanes de Catia, un barrio humilde en el oeste de Caracas.

Luisana hoy trabaja en la Casa Blanca. Es la jefa de prensa en español del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Y David Mantilla es uno de los trabajadores del Pentágono más conocidos por los trabajadores de seguridad. Cuando Mantilla llega a las puertas del edificio donde se planifica la defensa y la guerra, todos los trabajadores se levantan para saludarlo y abrazarlo.

“Intento ser cercano, como siempre he sido, como siempre me han enseñado. Soy profesor de tiro y también formo parte del equipo de seguridad. Y cada vez que puedo le digo a la gente que vengo de un barrio de Caracas llamado los Magallanes de Catia”, explica Mantilla, que obtuvo el puesto de trabajo después de ser enviado como soldado estadounidense en la guerra de Afganistán.

En los jardines de la Casa Blanca, mientras los canales de televisión preparan sus emisiones en directo, Luisana Pérez dice que extraña su Catia natal. “Los vecinos, la comida, el autobús de los Magallanes de Catia a Chacaíto”, explica la venezolana que por primera vez dio una rueda de prensa en español en la sala de prensa de la Casa Blanca.

Luisana Pérez

En los grandes bancos

El auge de la comunidad se demuestra con su presencia en los grandes bancos multilaterales, donde ya trabajan 400 venezolanos. En el Banco Mundial han creado una asociación de trabajadores venezolanos, que se coordina con los del Banco Interamericano de Desarrollo y los del Fondo Monetario Internacional. Organizan actividades culturales y también ayuda humanitaria a los recién llegados.

Francisco Pelayo

En el Capitolio, un venezolano de La Candelaria, Francisco Pelayo, se convirtió en el jefe de prensa del senador cubano-americano Bob Menéndez; en la OEA, la zuliana Betilde Muñoz trabaja junto con el secretario general Luis Almagro para diseñar políticas sociales en el continente y en The Washington Post, uno de los diarios más premiados del mundo, una periodista de apenas 23 años, María Luisa Paúl, escribe temas sobre Venezuela que en ocasiones han sido usados para decidir los editoriales del diario.

venezolanos en Washington

Luis Moros

Allí, un adolescente venezolano que se quedó sin techo, Luis Moros, pudo entrar en una universidad, la Universidad Internacional de Florida, que además de pagar sus estudios, le dio ayuda para su comida y su ropa. Con apenas 21 años de edad, ya ha trabajado en el Capitolio y ahora hace proyectos con una empresa de lobby.

venezolanos en Washington

David Mantilla

Estrella Michelín

Los venezolanos no solo se abren paso en la política, sino también en los negocios. Enrique Limardo, chef que triunfa en la ciudad, ganó una estrella Michelin e impulsó su red de restaurantes y ahora regenta 14 locales. Dada su reputación, en uno de ellos, Imperfecto, hace unos meses Biden cenó allí con familia y amigos.

Una pareja de venezolanos, Darío y Anabella, regentan Arcay, una chocolatería con dos sedes en la ciudad y que también gana clientes entre diputados, senadores y ejecutivos.

Estas son solo algunas de las historias de los venezolanos que triunfan en la capital de Estados Unidos y que reseño en mi programa en Youtube Venezolanos en Washington.

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