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Mujeres árabes son víctimas de la violencia desde el confinamiento

por Avatar EFE

En la oficina de la organización Abaad en Beirut el teléfono de atención a las víctimas de violencia machista no deja de sonar desde que se impuso el confinamiento para contener el coronavirus en el Líbano.

La directora de Abaad, Ghida Anani, dijo a Efe que en marzo, cuando comenzó el confinamiento, la ONG recibió 155 llamadas, mientras que en abril aumentaron a 532. Como en otras partes del mundo, en los países árabes la pandemia deja más expuestas a las mujeres, confinadas y aisladas de sus redes de apoyo habituales, aunque también se rompió el silencio en torno a un problema tabú para las víctimas y más o menos aceptado socialmente.

En ONU Mujeres para los Países Árabes constataron un aumento de la violencia en el hogar contra las mujeres en toda la región, que se refleja en la mayor demanda de servicios de asistencia como las líneas de atención a las víctimas.

El director de ONU Mujeres para los Países Árabes, Moez Doraid, explicó a Efe que esa «tendencia» en toda la región es el resultado de las medidas restrictivas, así como por el impacto del coronavirus en las economías familiares y la incertidumbre que implica.

La imagen grabada con un teléfono de Malak Haider Al Zubaidi gritando, completamente vendada en una cama de hospital y con quemaduras en el rostro, tras haberse prendido fuego cansada de ser golpeada por su marido, conmocionó hace unas semanas a Irak. Su muerte días después como consecuencia de las heridas se convirtió en uno de los casos más desgarradores de esta violencia.

Antes de la pandemia, 37% de las mujeres en los países árabes sufría algún tipo de violencia, según datos de ONU Mujeres. Ahora las medidas para frenar el coronavirus aislaron a las mujeres en «espacios confinados con parejas abusivas», donde se encuentran «desconectadas de sus canales de apoyo» habituales, ya sea el familiar, el social o el gubernamental, apunta Doraid.

En Jordania, 62% de mujeres dijeron a ONU Mujeres que sienten un mayor riesgo de violencia física o psicológica por el confinamiento o al aumento de las tensiones en el hogar.

En Egipto una encuesta del Consejo Nacional de la Mujer con ONU Mujeres y el centro privado Baseera reveló que 11% de las encuestadas había sufrido violencia por parte de sus maridos en la primera quincena de abril, poco después de la declaración del toque de queda nocturno en el país. 7% de ellas afirmaron haber recibido golpes o insultos por primera vez en su vida.

Según Anani, el confinamiento no fue la causa de la violencia sino que ya se daba una «predisposición en el comportamiento» de hombres, que en algunos casos sienten que no pueden cumplir «con su rol de proteger a la familia».

Más violencia, menos asistencia

Al mismo tiempo que aumentaron las llamadas de socorro desde los hogares, también disminuyen los servicios de asistencia directa a las víctimas debido al distanciamiento social. Algunas organizaciones se ven obligadas a reducir sus servicios públicos, como el apoyo psicológico en persona, mientras que algunas casas de acogida imponen una cuarentena de dos semanas a las nuevas llegadas para evitar contagios de covid-19 y eso puede desalentar a las mujeres, señala Doraid.

Agrega que las restricciones al movimiento hacen más difícil solicitar apoyo, por ejemplo acercarse a una comisaría de policía para denunciar. Algunas mujeres tienen miedo de pedir ayuda o no saben cómo hacerlo mientras permanecen confinadas con su maltratador.

El aumento de la violencia ayuda a visibilizar esta lacra, pero el «reto» es que el público y las autoridades presten atención a esta otra «cuestión tan importante de salud» en medio del coronavirus, dice Doraid.

En Irak, el caso de Malak hizo que varias agencias de la ONU exigieran al Parlamento aprobar lo antes posible la ley contra la violencia de género, que no existe o no se aplica en muchos países de la región.

En el Líbano, Anani es optimista y cree que en Oriente Medio se está rompiendo el silencio por parte de las víctimas. «El aspecto global de la pandemia nos ha hecho sentir que estamos en el mismo barco, que está pasando en todo el mundo y no es nada de lo que una se tenga que avergonzar», afirma.

Y agrega: Ahora las mujeres árabes pueden decir: «A nosotras también nos pasa».